16 de agosto de 2017

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Organizada por el Museo de Arte Moderno de Nueva York, Latin America in Construction no es tímida en su aspiración de fungir como una nuevo marco de referencia para entender la producción arquitectónica al sur del Río Bravo en la segunda mitad del siglo XX –tarea sin duda valiosa, especialmente teniendo en cuenta la tristemente […]

Sergio Galaz | martes, 21 de julio de 2015

Organizada por el Museo de Arte Moderno de Nueva York, Latin America in Construction no es tímida en su aspiración de fungir como una nuevo marco de referencia para entender la producción arquitectónica al sur del Río Bravo en la segunda mitad del siglo XX –tarea sin duda valiosa, especialmente teniendo en cuenta la tristemente crónica indiferencia de instituciones culturales latinoamericanas en la producción de discursos internos sobre su propia producción.

 

Haciendo un robusto uso de los recursos académicos, materiales y logísticos del MoMa, la muestra despliega un notable acerco expositivo tanto en su alcance geográfico como en el tipo de modios que mobiliza, incluyendo lo mismo una maqueta a gran escala del Teatro General San Martín en Buenos Aires, catálogos del programa de construcción de Escuelas Primarias para la Ciudad de México, diagramas del Aula Magna de la Universidad de Caracas o de la obra del chileno Juan Borchers.  Desde esta sólida base, la retrospectiva  logra holgadamente dibujar una nueva hoja de ruta para pensar la arquitectura latinoamericana, dirigiendo su panteón autoral hacia figuras como Lina BoBardi, Eladio Dieste y Juan Bochers, y desmarcándose cautelosamente de aterrizar en la región con presupuestos teóricos ajenos a ella. En su lugar, la muestra opta por la genérica pero salomónica decisión de acercarse a la arquitectura latinoamericana como una respuesta a la vertiginosa urbanización que conoció la región durante el siglo XX.

 

Es a partir del propio éxito discursiva de la muestra, sin embargo, que cabría preguntarse si sus postulados más profundos merecerían todavía una revisión adicional.  Cabría preguntarse, por ejemplo, si  la muestra logra efectivamente exiliar del todo la esencialización de la región, en la medida en que se aboca todavía a develar una “arquitectura latinoamericana” que desconoce el relativo aislamiento con la que las grandes tradiciones arquitectónicas de la región se desarrollaron entre sí, y en la que la elección de la noción de “construcción” como nodo discursivo sigue reproduciendo una división de trabajo entre centros de producción dedicados a pensar la arquitectura y otros abocados meramente en su ejecución –una ejecución que se torna más excepción que la regularidad si tomamos en cuenta que en realidad la ciudad latinoamericana durante el siglo XX fue realmente construida por una multiplicidad de construcciones informales herederas de poderosas tradiciones vernaculares. En efecto, a pesar del reciente interés de ciertos sectores de la academica en la autoconstrucción –piénsese, por ejemplo, en la Torre David, en Elemental, o la evolución de las casas PREVI en Lima, la autoconstrucción es la gran ausente de la monumental retrospectiva del MoMa.

 

¿Arquitectura o Arquitecturas Latinoamericanas? ¿Constructividad sin reflexión? ¿Modernismo sin autoconstrucción? A partir del merecido éxito del Latin America in Construction, y su eventual cierre, el mejor legado de Latin America in Construction puede ser, quizás, aprovechar su sólida plataforma para explorar estas preguntas que quedan por explorarse para entender la la arquitectura latinoamericana a fiales del siglo XX.

 

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