21/11/2024
Música
Sánchez y el jazz de Birdman
La virtud esperada de un músico
«Con The Meridian Suite quise escribir una pieza de principio a fin. Como si fuera un escritor, en vez de crear historias cortas quise escribir una novela. Me di a la tarea de componer sin limitarme en la duración de tiempo de la suite», dice el baterista Antonio Sánchez (México DF, 1971) a La Tempestad, a propósito del nuevo álbum de su grupo Migration.
Recientemente el músico mexicano radicado en Nueva York participó en la Quinta Muestra Internacional de Jazz, que se realizó en abril de este año en la ciudad de México, en Coyoacán, al lado de Seamus Blake (saxofón), John Escreet (piano) y Matt Brewer (bajo), quienes conforman Migration.
«El jazz actual es una mezcla de diferentes tipos de música, tanto contemporánea como tradicional, pero al amparo de la sofisticación y la libertad que el mismo género provee», considera Sánchez, que compuso y ejecutó la partitura de Birdman o la inesperada virtud de la ignorancia, el filme de Alejandro G. Iñárritu, considerada como la mejor película dirigida por un mexicano en 2014 el Presente de las Artes en México de La Tempestad. «Iñárritu y yo tratamos de reflejar lo mejor posible el estado mental de Riggan Thomson, el personaje que interpreta Michael Keaton. En la trama, él pasa por una cantidad formidable de altibajos. La batería fue el vehículo idóneo para llevar a cabo el retrato de dicho estado mental», asegura el músico.
Sánchez estudió piano clásico y composición en la Escuela Nacional de Música del INBA. En 1993 obtuvo una beca en ejecución de jazz en el Berklee College of Music de Boston. Luego de tocar durante varios años en la Orquesta de las Naciones Unidas, el baterista se integró al grupo del guitarrista de jazz Pat Metheny, al que todavía pertenece. Sánchez opina que la educación musical en la formación de un jazzista es «importante pero no imprescindible. Hay músicos de calle que tienen una sensibilidad y un talento que supera a gente que ha estado en instituciones académicas toda su vida».
Líneas divergentes
«La diferencia entre el jazz que se hace en la ciudad de México y Nueva York es que ésta última aglutina gente de cualquier lugar del mundo. Hay una gran ambición y eso hace que el nivel sea mucho más alto, aunque también hace las cosas más difíciles porque hay mucha competencia. El jazz debe reflejar lo que sucede artística y socialmente en el mundo. Tal vez no de manera literal, como en el pasado, pero el arte en general expresa el sentir del hombre», asegura el baterista.
Con respecto a cómo surgió su más reciente proyecto, The Meridian Suite, comenta: «Siempre viajo con un teclado MIDI por si me dan ganas y tiempo de componer. En 2012 estaba en el pueblo de Meridian, Misisipi, de gira con Pat Metheny, y comencé a escribir lo que acabó siendo la introducción de la suite. Simplemente guardé en la computadora la grabación. El año pasado, de nuevo de gira con Metheny, comencé un nuevo proyecto. Lo más difícil siempre es el punto de partida de una pieza. Me acordé de la composición de hacía dos años atrás. Al escucharla me di cuenta de que a partir de ella podía esquematizar mis inquietudes. Al conceptualizarse como una suite, llegué a la conclusión de que probablemente no hubiera podido incluir tantos estilos e influencias que he tenido a lo largo de mi vida, si las diferentes secciones hubieran sido independientes. El título del álbum surgió al saber cómo los meridianos (líneas imaginarias que cruzan la tierra, la esfera celestial, nuestros cuerpos y mentes) interactúan y se entrelazan unos con otros; llegué a la conclusión de que los temas, las melodías y los ritmos de la suite se entrelazan e interactuaban de manera similar».