21/11/2024
Artes visuales
‘Urs Fischer: Lovers’, una guía
A través de cinco obras ofrecemos un acercamiento a la retrospectiva que actualmente ocupa el Museo Jumex de la Ciudad de México
Inaugurada el 2 de abril con la presencia del artista, Urs Fischer: Lovers es una de las exposiciones más relevantes que podrán verse durante 2022 en la Ciudad de México. La retrospectiva que alberga el Museo Jumex permite recorrer 25 años de trayectoria de un artista singular y, en paralelo, conocer piezas realizadas específicamente para la muestra curada por Francesco Bonami.
Las esculturas, pinturas e instalaciones que podrán visitarse hasta el 18 de septiembre revelan el repertorio formal de Urs Fischer (Zúrich, 1973), e ilustran la idiosincrásica mezcla de humor y poesía que caracteriza su trabajo. Nos detenemos en apenas cinco entre el medio centenar de piezas que conforman el recorrido, sin otra intención que ofrecer puntos de entrada a futuros visitantes de la exposición o a aquellos que, sencillamente, buscan ordenar la experiencia vivida en el museo.
Escribe Bonami: “La exposición es, en conjunto, un sublime canto a la energía de la vida, a las fuerzas que la conforman y que la consumen. A los sentimientos, las emociones y los miedos que hacen de la vida en general, pase lo que pase, una maravillosa aventura”. Y es que Fischer, hay que decirlo, inyecta goce y alegría en tiempo de sinsabores. No es poca cosa.
Noisette (2009)
La exposición nos recibe, en la Galería 3, sacándonos la lengua. No es metáfora. Noisette (avellana) consiste en un hoyo en la pared; cuando nos asomamos, un sensor de movimiento activa el mecanismo con la pieza de silicón, con el riesgo de que nos lama el ojo o, si lo preferimos, nos bese. Es casi un manifiesto, e ilustra algo que Bonami apunta sobre la muestra: “El objetivo de este espectáculo es que sea una experiencia hermosa y emocionante de ver. Como un juego para que los niños se entretengan en el parque mientras los adultos de divierten mirando”.
Things (2017)
Un rinoceronte de aluminio, bombardeado por todo tipo de cosas (things) fabricadas por el hombre. Es el protagonista de la Galería 1, y parece simbolizar el avance de la humanidad: progreso y agresión, consumismo y contaminación. Se trata de una escultura imponente, que lleva el gesto pop a un plano monumental. Una copiadora, la puerta de un auto, una bolsa de mano, una aspiradora, una pala, una mesa… Los objetos parecen ser atraídos magnéticamente por el animal, como si los absorbiera, emulando la forma en que los incorporamos a nuestra vida.
Melody (2019)
Entrar a la Galería 2 es imaginar las implicaciones de montaje de las centenares de gotas de yeso pintado que habitan el espacio. Más que habitarlo, lo dotan de ritmo. Recorrer esta selva de objetos flotantes, esta lluvia colorida, nos hace entender el sentido fuertemente narrativo de la exposición. Pero ¿qué historia se cuenta? No se trata de una trama en el sentido convencional, sino de una sucesión de estímulos sensoriales que nos hacen reconsiderar nuestra relación con las cosas y sus formas. Es una experiencia elemental, y por ello ampliamente nutritiva.
Love Life (2019)
En la multiplicidad de formas que ofrece la Galería 3, detengámonos en este pequeño gesto, de unos 37 centímetros de altura. Es la vida amorosa materializada a través de una pera y un globo. El tema atraviesa la exposición, desde el título y la pieza que le da nombre, y Fischer sabe conceptualizarlo de múltiples maneras, con todos los recursos a su alcance. Love Life concentra todo tipo de mensajes, para que cada cual elija su perspectiva: la futura descomposición de lo orgánico, la ligereza del espíritu, el equilibrio entre ambos.
The Lovers #2 (2018)
Estos amantes tienen la cualidad de ser abstractos. Se desconoce su género, incluso su especie. El título, sin embargo, nos dice que aman. Son, antes que otra cosa, fuerzas que se amoldan, formas que se articulan. Es un momento armónico, al menos en el instante que la escultura monumental logra capturar. Son muchas sus alusiones a la historia del arte, pero lo que importa aquí es que Lovers #2 formará parte del paisaje de la ciudad por un largo tiempo, seguirá ahí incluso después de que la exposición a la que presta su nombre sea desmontada.