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Literatura

Habla, posteridad: 20 años sin W.G. Sebald

A dos décadas de la muerte de Sebald, Iván Ortega revisa la próspera posteridad del escritor alemán, que ya cuenta con una biografía

Iván Ortega | martes, 14 de diciembre de 2021

W.G. Sebald retratado por Ulf Andersen

En el momento de su muerte, el 14 de diciembre de 2001, W.G. “Max” Sebald era, a sus 57 años, una estrella en ascenso. En menos de una década se había ubicado como referente de la narrativa contemporánea, y se hablaba de su posible candidatura al Nobel. Para dedicarse profesionalmente a la escritura entró en tratos con la agencia literaria de Andrew Wylie, que retiró sus derechos de las editoriales que lo publicaban entonces. La agencia subastó el nuevo material del autor, consiguiendo que ganara una cantidad de dinero suficiente para abandonar su trabajo académico. Todo parecía indicar que vendrían más libros del escritor alemán ahora que podía dedicarse de lleno a la literatura.

El carácter cosmopolita de la obra de Sebald ha sido un recurso útil para su popularización, aunque plantea debates similares a los que intentan establecer la tradición a la que pertenece W.H. Hudson. Si bien el alemán escribió en su lengua materna, colaboró de cerca con sus traductores al inglés y vivió la mayor parte de su vida en Inglaterra. Sus entrevistas e intervenciones públicas más conocidas fueron realizadas en ese idioma.

Una obra en conversación

Sebald no sólo se ha afianzado como un referente debido a elogios de escritores como Enrique Vila-Matas, Susan Sontag o Javier Marías, sino que se ha hecho presente discretamente en la cultura popular. Dos ejemplos interesantes: 1) en un momento de Tiny Furniture, el debut cinematográfico de Lena Dunham, el personaje que interpreta la actriz y directora hace una referencia directa a Austerlitz (2001); 2) en un video para Vogue, la actriz Gillian Jacobs encarna a una chica introvertida intentando ligar en un bar, una de sus líneas es “¿Alguna vez leíste Los anillos de Saturno de W.G. Sebald?”.

Autores que parecen completamente alejados de la poética sebaldiana han escrito algunas páginas sobre su obra. André Aciman, por ejemplo, redactó un ensayo que goza de buena reputación entre los estudiosos del autor (“The Life Unlived”), en el que aborda Los emigrados no como un libro sobre las consecuencias del Holocausto sino sobre vidas malgastadas (misspent). Incluso Mark Fisher aborda de manera negativa su obra en un ensayo incluido en la versión original de Los fantasmas de mi vida, que no aparece en la versión en español de Caja Negra. En Alemania se inauguró una ruta que sigue los pasos del narrador de “Il ritorno in patria”, uno de los escritos “autobiográficos” que componen Vértigo (1990); en Inglaterra se organizan caminatas a partir de Los anillos de Saturno (1995), e incluso existe un proyecto universitario que cartografía las referencias topográficas de la novela usando Google Maps.

Sebald póstumo

La posteridad de Sebald es fructífera. Han aparecido textos inéditos (Campo Santo, 2003), se han recuperado textos iniciales (Un lugar en el país, 1998; Pútrida patria, 1991), se han publicado libros como The Emergence of Memory, que contiene textos de Charles Simic, así como un par de conversaciones. Una de éstas es la transcripción de la entrevista radiofónica con Michael Silverblatt una semana antes de su muerte, mientras se hallaba de gira por Estados Unidos promocionando Austerlitz. La revista Five Dials publicó, en un número especial sobre Sebald, una serie de “Máximas” o reflexiones sobre la escritura recuperadas por algunos de sus alumnos del curso de escritura creativa que impartía en la Universidad de East Anglia.

Múltiples obras conversan con el corpus sebaldiano. Una de las principales es el documental de Grant Gee Patience: After Sebald (2012), musicalizado por The Caretaker y que incluye entrevistas con artistas de diversas disciplinas, entre ellos el novelista Rick Moody y el poeta Andrew Motion. Existen otros documentales, fílmicos y radiales, en inglés, alemán y francés, con un tono menos personal-ensayístico, más enfocados en la difusión. Mención aparte merece el blog Vertigo administrado por Terry Pitts: es posiblemente el mayor acervo de referencias y noticias tanto sobre Sebald como de la literatura que usa fotografías.

La biografía

Dos interesantes novedades editoriales han aparecido a dos décadas de la desaparición del autor alemán. La primera es la novela póstuma de John Le Carré Silverview, donde uno de los libros de Sebald es usado por un espía para ser identificado por su contacto. La segunda es quizá la mayor noticia bibliográfica sobre el autor alemán en años: la primera biografía, Speak, Silence: in Search of W.G. Sebald, escrita por Carole Angier (que también ha escrito sobre Primo Levi y Jean Rhys). No cuenta con testimonios de familiares pero en ella abundan las entrevistas con personas cercanas al escritor en distintos momentos de su vida.

La función principal de Speak, Silence ha sido desmitificar ciertos aspectos de la obra sebaldiana que se asumían como autobiográficos. La biografía, además, problematiza las consecuencias de la obra de Sebald en algunas de las personas en las que basó sus personajes. Angier aborda, por ejemplo, el descontento de quienes inspiraron personajes de la parte inicial de Los emigrados (1992), o el grado de ostracismo que, luego de la publicación de Vértigo, sufrió quien le informó muchos de los sucesos ocurridos en Wertach, el pueblo natal de Sebald, recreados libremente en “Il retorno in patria”.

Aunque quedan algunos textos inéditos (primeros intentos de novelas que, según Angier, deberían permanecer inéditos, pero que quizá salgan a la luz considerando las prácticas de la agencia que maneja los derechos), el futuro de la obra de Sebald está en las múltiples reinvenciones y conversaciones a las que invita su trabajo. 20 años es un lapso muy corto en términos de historia cultural, pero el impacto del autor no ha disminuido. Al pensar en su popularidad llaman la atención las cualidades de su prosa, alejada de los estándares telegráficos impuestos por los talleres de escritura. Quizá es precisamente la extrañeza formal lo que sigue atrayendo a la obra de W.G. Sebald.

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