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ZUADD ATALA

Christian Mendoza | miércoles, 27 de mayo de 2015

El domingo fue la última función de Si sólo voy a vivir una vez quiero ser rubia, acción escénica de Zuadd Atala. Lo que al principio pareció ser una simpática pieza donde la mujer, a pesar de las adversidades, termina redimiendo su autoestima, constituyó una reflexión sobre la libertad como una necesidad impuesta, tan demandante como los estereotipos normativos.

 

Atala inició con un monólogo que intentó la comedia en la vena de Eve Ensler. Una mujer se declara vulnerable, no le agrada su cuerpo, y le gustaría ser más «bonita». Pero aquella aparente fragilidad va acompañada de una petición: solicita al público que, durante toda la obra, no deje de tomar fotografías.

 

Antes, ella ha insinuado que la obra cumple las funciones de un cliché: «un viaje de autodescubrimiento» en el que abordará, a partir de dos películas de Fellini, sus fracasos amorosos, además de disfrutar de una pieza de baile en la que, seductoramente, se suelta el pelo. Este aparente enfrentamiento con la verdad de ella misma va siendo negado a través de una serie de gestos escénicos. En medio de una reflexión sobre la manera en la que tendría que disfrutar de su cuerpo, Atala se construye un precario corsé de cinta. Después de un relato catártico sobre sus duelos amorosos, coloca ropa interior femenina en el escenario –donada por otras mujeres, declara– y va colocándose pantaleta tras pantaleta, no sin antes pedir la aprobación de los asistentes. Pareciera que en los momentos coreográficos de la acción Atala declara su independencia, pero mientras baila le grita a la audiencia que no deje de tomar fotografías. De una manera bastante agresiva, modeló ante las cámaras telefónicas de los asistentes que se atrevieron a dejar sus butacas para tomarle mejores fotografías. De ser una víctima de los estereotipos, Atala termina siendo una figura de poder que, oscilando entre el autoritarismo y la ansiedad, pide que los otros sean los que aprueben no sólo su figura, sino también su libertad como individuo.

 

Unión entre coreografía y teatro, Si sólo voy a vivir una vez quiero ser rubia plantea cuestionamientos en torno a las alternativas que se ofrecen para una supuesta emancipación de las normatividades sociales.

 

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