La Tempestad

¿2002? Me obsesionaba la obra de Di Benedetto, pero en México era imposible localizar muchos de sus libros. Escribí a la editorial que había iniciado la reedición de su obra, Adriana Hidalgo. Me respondió su editor, Edgardo Russo, entusiasmado de que el mendocino fuera leído en otros rumbos. Me pidió una dirección y unas semanas después recibí el volumen que reunía Mundo animal y El cariño de los tontos. (Y más tarde la copia de algunas cartas inéditas.)

De ahí en más, algunas imágenes: Russo contándome en mails que dejaba una editorial (Adriana Hidalgo) para fundar otra (Interzona) y luego otra (El Cuenco de Plata, en cuyas oficinas fue encontrado muerto, ayer); Russo leyendo con emoción fragmentos de la inédita Runa de Fogwill en su departamento de San Telmo; Russo comiendo en un restaurante de la ciudad de México; encuentros y desencuentros en Buenos Aires, el DF, Guadalajara; llamadas telefónicas. Cuando una vez le conté que había comprado en la librería de la Universidad Nacional del Litoral, en Santa Fe, su Poesía y vida: consideraciones sobre el panfleto de Gombrowicz “Contra los poetas”, me respondió: “¡No!, ¡ese libro lleno de erratas!”.

Un personaje que algunos consideraban problemático, pero al que todos reconocían como gran editor. Basta revisar los catálogos que construyó. Los últimos títulos de El Cuenco de Plata son de Pessoa, Lévi-Strauss, Quignard, Gombrowicz y Manganelli… Ah, y una nueva traducción del Ulises. Chau, Edgardo.