21/11/2024
Cine/TV
T. Schütte y Frank Zappa
Se cumplen 50 años de la publicación de Freak Out (1966), piedra fundacional de una de las carreras más peculiares de la música popular, la de Frank Zappa. Conversamos con Thorsten Schütte, a propósito de su documental Eat That Question: Frank Zappa in His Own Words (2016).
Primero, una pregunta personal: ¿cómo recuerdas tu primer encuentro con la música de Zappa?
Para mí todo inició a finales de los setenta, en una pequeña aldea alemana llamada Hamm, Westfalen, mi lugar de origen. El año escolar estaba por terminar cuando nuestro profesor de música nos permitió, durante la última hora antes de las vacaciones de verano, elegir un disco. Desafortunadamente, en la discoteca no había una gran variedad de música pop, sólo un disco satisfizo mi deseo. No era Beethoven, ni Bach ni Brahms. Se llamaba Die Entwicklung der Popmusik o La evolución de la música pop, editado por Deutsche Grammophon. Incluía canciones de Jimmy Smith, Jimi Hendrix, Tony Williams, Julie Driscoll, Richie Havens y… Frank Zappa & The Mothers of Invention. No exagero al decir que cuando la aguja tocó el inicio de la pista inicial del lado dos, con la canción “Who Are the Brain Police”, me enganché. Lo que no sabía entonces es que nunca me recuperaría de ese momento.
La extraña melodía que llegó a mi oído, el ruido, la cacofonía, los sonidos distorsionados, los colores sónicos en collage, las extrañas voces, todo esto me abrió instantáneamente un nuevo mundo. Un lugar en el que nunca había esto, sonidos que nunca había escuchado, algo que no podía comprender y que veía con sorpresa y curiosidad, pero que al mismo tiempo me llamaba. Había algo que me atraía enormemente, que me seducía con toda su extrañeza.
Todo lo que sabía es que quería aprender más sobre el lugar de donde había venido, quién hacía esa música, y cómo es que apenas la descubría, a la tierna edad de doce. ¿Dónde había estado antes, por qué había tenido que esperar tanto? ¡Quería más!
Y ¿cómo se transformó la idea que tenías del personaje tras la realización de Eat That Question?
No cambió. Su música ha sido un acompañante fiel desde que la descubrí. Vi varios de sus conciertos y seguí su carrera. Durante los ocho años en que trabajé en el filme profesionalicé mi lado de fanático para estudiar libros, entrevistas y artículos. Además, entrevisté a los antiguos miembros de la agrupación, así que tenía una visión bastante compleja sobre su persona pública, a través de sus testimonios y las descripciones de los demás. El reto fue poner tantas facetas del hombre en el filme, categorizándolas de las más significativas a las que lo eran menos. ¿Pero significativas para quién? Debo admitirlo: esta una interpretación personal y subjetiva de Frank Zappa. A algunos les gustará, a otros no. Para algunos hay muy poco de su interpretación en la guitarra en el filme (pero, créanme, si hubiera hecho el filme como un fan, se verían noventa minutos de su improvisación en el instrumento, pues admiro mucho su técnica). Otros extrañan al Zappa privado. Debemos concluir este debate con la cita que utilizo de Zappa: «No se puede complacer a todo mundo, así que será mejor que te complazcas tú solo».
¿Por qué estructurar el documental sólo a través de materiales de archivo (conciertos y entrevistas)? ¿Por qué evitar otras voces?
El reto era ofrecer una visión diferente sobre Zappa a través de la narrativa potencial de cientos de horas de material de archivo, con un enfoque claro en el Zappa relatado por sus propias palabras. Al observarlo de forma cercana, lo que descubrí en los archivos televisivos, transmitidos a nivel mundial, fue a un Zappa distinto al que creemos conocer. Más allá del enfant terrible del rock and roll, descubrimos un individuo sensible y sensato. Un pensador independiente que empuja los límites de la música, el arte y la moralidad. Quería que el espectador experimentara esto, que viera a un hombre crecer, pronunciar sus ideas, desarrollar su repertorio musical, formular sus creencias y posiciones, verlo madurar, luchar, envejecer.
Fue esta diversidad de humores, expresiones, motivaciones y emociones en las diferentes fases de la carrera de Zappa que quise llevar al frente. Creo que hay algo innombrable que se vuelve visible, cuando se observa el desarrollo de una persona. Hay algo profundamente humano en el ver cómo Zappa se vuelve cada vez más firme en sus posiciones musicales y éticas.
El sentir la urgencia y la lucha de alguien que posee una visión musical profunda, que busca desatarse incondicionalmente, y el ser testigo de sus retos, obstáculos, limitaciones, e incomprensiones a los que se enfrentó, me explican en gran medida el combustible y la gran energía de este personaje.
Los componentes para su extraña historia de éxito, que se dio a pesar del rechazo masivo, la censura y el desprecio, son la necesidad por una libertad radical, una libertad de discurso contra las normas y las convenciones, así como un espíritu emprendedor aunado a una agudeza intelectual y un talento estratégico, que se enfrentaba a las tendencias para crear algo nuevo.
Me parece que fue necesario evitar los patrones formulaicos de la narrativa documental, dejando fuera las opiniones de los sospechosos comunes, para preparar el campo y ofrecer una vista plena de un sujeto, experimentando así al personaje en pasajes extensos. Uno necesita tiempo para enfrentarse a los modos de sus expresiones, a los patrones de su lenguaje, para así alcanzar a vislumbrar, aunque sea por un momento, la complejidad del personaje: el hombre detrás de la persona mediática. Es lo que este filme busca.
¿Hasta qué punto las características del personaje terminaron por perfilar el ritmo del documental?
El ritmo, en efecto, depende de los temas nucleares del personaje. También está fuertemente influenciado por la disponibilidad de material donde se trataron estos temas. La estructura del filme depende de las posibilidades de combinar ciertos temas sin ser repetitivo, sin ofrecer cierta información demasiado pronto, sin deambular o perder el hilo. Es como un rompecabezas: ciertas piezas sólo caben en un orden. Esta construcción o composición a veces es demasiado frágil. También ocurría que algunas piezas lograban un efecto fuerte sólo en una posición, impidiendo ser usadas más tarde. Algunas secuencias hacían otras inservibles. De esta forma, material muy bello no llegó al producto final, pues otra pieza, más poderosa, lo descartaba.
La pregunta anterior podría desdoblarse en una más arriesgada: ¿hasta qué punto su música (su peculiar sentido armónico, su polirritmia) puede influir en otras disciplinas artísticas, como el cine?
Tal vez se trate de una respuesta decepcionante pero no creo que sea el caso. No puedo imaginar que el trabajo de alguien más pueda usarse, como si se tratara de un traje o una fórmula, para lograr, por ejemplo, una película en el “estilo Zappa”. ¿Cuál es el estilo Zappa? No lo sé. Su obra es enorme y diversa, con algunos puntos musicales de referencia, escalas, afinaciones, ritmos y estructuras predilectas, así como instrumentos específicos. Etcétera ¿Debería, de ser posible, traducirse en el lenguaje del cine? ¿Por qué deberíamos hacerlo? Zappa es Zappa. Las copias de Zappa son aburridas. Es mejor escuchar al original. Si alguien quiere construir a partir del trabajo ajeno, está bien. Si uno busca inspiración en ello, está bien. Podría llevarnos a explorar nuevos territorios. Creo que esto es lo que podemos aprender de Zappa: el alimentarnos a través de cierta actitud, un punto de partida, una posición hacia aquello a lo que nos enfrentamos. Su curiosidad, su disposición creativa a examinar, deconstruir, fusionar, destruir y experimentar; su apertura hacia diversos estilos, desde la vanguardia hasta lo kitsch. Es algo que merece reconocimiento.
¿Qué nos puede decir la obra de Zappa en un presente político convulso? ¿Por qué insistir en su obra en la actualidad?
No insisto en su obra, sólo la disfruto. Me inspira. Y sí, sería interesante saber lo que tendría que decir sobre el mundo contemporáneo, desde Trump hasta ISIS, del calentamiento global hasta la ecología. Pero es un escenario hipotético, no va a volver. Debemos enfrentarnos a este mundo con nuestras propias manos.