21/11/2024
Artes visuales
El artista como editor
Una reflexión sobre el vínculo entre la práctica editorial y el ámbito del arte contemporáneo. Museos, espacios educativos y ferias de arte no son ajenos a esta relación.
La práctica editorial nunca ha estado desvinculada del mundo del arte contemporáneo. Ya sea a través de publicaciones, periódicas o no, sobre arte (desde textos monográficos hasta revisiones coyunturales críticas) u otro tipo de ejercicios, como los catálogos de exhibiciones que editan (o coeditan) instituciones como museos, galerías o editoriales especializadas (aunque no necesariamente). El fenómeno de las ferias de libro de arte tampoco es precisamente nuevo. En México las hemos visto aparecer en mancuerna con recintos como el Museo Jumex (donde se ha celebrado la Feria del libro de arte Índex) o el Museo Tamayo (donde se llevó a cabo PaperWorks, “la feria de libro que reúne editoriales internacionales activas en la producción de libros de arte y de artista”). El Tamayo también ha extendido sus alianzas para servir como recinto para festivales que dialogan desde lo literario con lo artístico: desde el jueves 22 de febrero hasta el sábado 24 se llevará a cabo allí el festival Lit & Luz, en mancuerna con la revista norteamericana Make.
De la misma forma, cada vez es más frecuente que las ferias de arte tengan un apartado para áreas editoriales, donde se le da prioridad a publicaciones artísticas o sobre arte. Además de sellos establecidos como la madrileña Turner, fundada en los setenta y con una rama en México; o RM, con un catálogo de más de 150 títulos; es común ver en ese tipo de eventos los libros de arte que se encuentran en las listas de editoriales como Tumbona (que ahora mismo se encuentra en un impasse) o Sexto Piso, pero también de editoriales singulares que han cuestionado el funcionamiento de este tipo de empresas con el objetivo de buscar nuevas estrategias (entre ellas, el Taller de Ediciones Económicas, fundada en 2010). Sicomoro ediciones, Vanilla Planifolia o Mixed Media Press son otros ejemplos de editoriales independientes que, con distintas magnitudes y herramientas, han cuestionado la manera en que se publica arte, o sobre arte, en nuestro país.
Alias, fundada por el artista Damián Ortega, merece una mención aparte pues es uno de los ejemplos donde no sólo el formato del libro se pone al servicio de un proyecto artístico (como ha sido la tradición desde los ejercicios surrealistas o de Fluxus), sino que todo un proyecto de publicación aspira a incidir en el ecosistema del arte mexicano. Además de dar una especie de servicio social pedagógico (al facilitar –con ediciones económicas– la circulación de textos referenciales para la historia del arte contemporáneo), y de reflexionar sobre el trabajo de algunos artistas mexicanos (como lo hace con su colección Antítesis), Alias, como proyecto editorial de un artista, busca impactar informativamente a nuevas generaciones de creadores. La estrategia, como explican, se realiza “mediante la difusión de la obra de los artistas, a la vez que propiciar su desmitificación y hacerla asequible a los estudiantes”.
Tal vez Alias se encuentre así en el entronque con el “giro educativo” de las artes, pero no todos los proyectos editoriales artísticos siguen ese espíritu. Esa es la cuestión: además de las formas tradicionales en que lo editorial y el arte contemporáneo han convivido, ¿es posible ahora detectar la figura del artista-editor? Si uno camina sobre Gral. Pedro Antonio de los Santos, una calle paralela a Circuito Interior, en la San Miguel Chapultepec, y si presta atención, notará un puesto de periódicos que sólo distribuye publicaciones artísticas (y hay que insistir en que las distribuye pero que no las vende, de acuerdo al sitio electrónico de la Red de reproducción y distribución Vicente Guerrero Saldaña, o RRD, los intercambios de materiales se hacen a través del trueque). La RRD “busca consolidar una plataforma de distribución y producción enfocada en contenido editorial y audiovisual […]” a través del puesto de periódicos, que permite “la difusión desde el interior de la esfera pública y facilita intercambios entre artistas, editores y público no especializado”. Aunque con herramientas del mundo de las publicaciones periódicas, el espíritu de la RRD es más artístico que editorial, por ofrecer –aunque sea pequeño– un espacio de disenso o irrupción.
A propósito de espacios: desde otras coordenadas pero en la vecindad debe mencionarse el pabellón Kiosko de Alumnos 47 (cuyo ganador fue el proyecto Kkiioosskkoo de los arquitectos Pedro Ceñal Murga, Roberto Michelsen Engell y Adrián Ramírez Siller; pueden leer al respecto acá). Como en otros proyectos, aquí la larga sombra que ha proyectado Ulises Carrión en el ámbito editorial y artístico mexicano, es notable. Como explicó Eva Posas, directora del proyecto: “Kiosko entiende que las publicaciones están vivas y que son el lugar donde puede surgir inspiración para otras disciplinas, que son el soporte de procesos creativos y que son otro sitio donde se llevan a cabo discusiones. En ese sentido, Kiosko juega con la performatividad de las publicaciones y la relación entre lector-espectador y su carácter mutante como objeto, pieza de arte, información, lenguaje, texto, imagen, contenedor, papel, megabyte, tarjeta de presentación o secuencia de espacios (como escribió Carrión). Hablando de espacio, a través de Kiosko considero que editar es espacio. Es el espacio donde los diferentes tiempos empiezan a conectar para crear nuevos […] En ese sentido, el espacio de las publicaciones es el espacio de la provocación, de las ideas y la inspiración…”. De marzo a junio el pabellón Kiosko (a construirse a finales de este mes), estará activo, no sólo con la exhibición de proyectos editoriales artísticos, sino con un programa público (más información, acá).
El taller “Libros sobre arte y arte en forma de libros” que, como parte de las actividades de retribución del Seminario de Producción Fotográfica del Centro de la Imagen, sirve para redondear el panorama de estos fenómenos: impartido por Alfonso Santiago, el taller revisará distintos modelos de producción editorial en los que las “publicaciones son entendidas como un medio de exploración artística y no sólo como un registro o memoria”, explica Santiago. El título del taller puede dar la falsa impresión de que Santiago ofrecerá una taxonomía del universo de este tipo de publicaciones: “Más que generar una clasificación o genealogía de lo que es un ‘libro de artista’ o un ‘catálogo de arte’, revisaré publicaciones para reconocer las estrategias que utilizan distintos agentes como artistas, galerías, museos públicos o espacios independientes. El taller contempla revisar ejemplares de títulos que me llaman la atención porque rompen la convención de lo que es un libro de artista, un fotolibro o un catálogo de exhibición. También se revisarán materiales de la biblioteca del Centro de la Imagen para poner en diálogo ese acervo con otros ejemplos históricos”. “Libros sobre arte y arte en forma de libros” se impartirá del 7 al 28 de marzo.