Romper las estructuras del cine convencional es quizá uno de los cometidos principales del Live Cinema. Su fragmentación audiovisual, indefinida muchas veces y otras tantas inesperada, responde al curso que ha cobrado esta práctica desde los principios de la experimentación audiovisual.
Preocupados por explorar las posibilidades de la imagen en movimiento, más que por contar historias bajo la estructura dramática convencional, los artistas que se desenvuelven en estos menesteres apuestan por el empleo de herramientas y procesos lejanos a aquellos elementos constitutivos de la apreciación normativa, su quehacer es un “siempre-escapar” de lo establecido.
A diferencia del sistema de producción institucional, el Live Cinema se ha rodeado de cierta horizontalidad y aquello que bajo la apreciación establecida podría leerse como un error, en este terreno se integra como posibilidad. “En el Live Cinema la pre-producción, producción y post-porducción se entrelazan y no se ven por separado como en otras prácticas audiovisuales”, señala Gary Dávila, realizador audiovisual, experimentador e investigador con un enfoque transdisciplinario de la imagen en movimiento, quien encuentra en este ejercicio una vitalidad particular que en buena medida es alimentada por la forma en la que el público se relaciona con las piezas, y cómo se ocupa y recorre el espacio.
Como miembro del colectivo TOME-UACM y el ensamble de electrónica experimental Gossamer, Dávila ha presentado diversos proyectos en solitario y colaborativos. En mancuerna con el artista sonoro Erik Gárzia y Gárzia ofrecerán hoy viernes 11 de mayo una sesión de cine en tiempo real en el Cine Villa Olímpica. Dávila afirma que Wayak, nombre de la pieza a desarrollarse, es un ensayo sobre lo que significa en maya el sueño: “Reflexiona sobre estos sueños naturales que tienen que ver con nuestros recuerdos, deseos, angustias, fantasías, etc. Fue mi primera pieza en forma de Live Cinema y le pedí a Gárzia que hiciera la parte sonora.”
Pensado como un vehículo de transportación onírica, este ensayo de Live Cinema ha sido presentado a tres pantallas, sobre un ciclorama, con sonido cuadrafónico y una instalación aromática. Los distintos formatos hablan de una toma de control en la realización que no se ciñe, según cuenta Erik Gárzia, a un peso histórico. “A veces eso puede ser estorboso porque condiciona el criterio de la sociedad y de la creatividad dictando las formas de como ‘debe hacerse’ o estructurarse la producción audiovisual dentro de cánones de tiempo y forma”.
Mediante grabaciones de voces en estudio, de campo, composición musical en estudio, se van atendiendo las necesidades de la pieza según el curso. Dado que es en vivo, es difícil dar por hecho que algo debería suceder de una sola manera. Asimismo, existe un interés en mostrar los dispositivos de creación en el acto, ya sean proyectores, cámaras, grabadoras, sintetizadores, computadoras, teclados, instrumentos musicales y cualquier clase de herramienta que en otros tipos de producción buscarían disimularse, en este caso, constituyen abiertamente la atmósfera, se visibilizan.
La experiencia audiovisual en el Live Cinema conecta con los sentidos de forma distinta a como se haría en una sala convencional, está más allá de la pantalla frente a una butaca, su noción de espacio es mucho más amplia y el rol del ejecutante es como la de un chamán que guía a los espectadores como lo haría un organismo vivo, siempre cambiante, vibrante. “A diferencia del cine, donde lo que vamos a ver a la sala es el vestigio o cadáver de un proceso cinematográfico muerto, [en el Live Cinema] la pieza siempre se va adaptando y claro, en algún momento tendrá que finiquitar, como todo proceso humano”, culmina Gárzia.
Wayak que se presenta este viernes 11 de mayo a las 19:00 horas en el Cine Villa Olímpica de forma gratuita.