21/11/2024
Artes visuales
40 años, 40 voces
Eduardo Escalante Carrillo, arqueólogo y gestor cultural, continúa esta serie de perfiles, concebida como un mosaico que aspira a expresar la diversidad sexual-creativa mexicana, a cuatro décadas de la primera Marcha del Orgullo LGBT +
A cuatro décadas de la primera Marcha del Orgullo LGBT +, presentamos esta reunión de testimonios, realizada en colaboración con Anal Magazine. Esta serie, que inició en La Tempestad 135 (junio de 2018), ofrece un mosaico que aspira a expresar la diversidad sexual-creativa mexicana. El conjunto de textos, que consta de cuarenta voces, agrupa no sólo a artistas y diseñadores, sino también gestores culturales, curadores, editores y personas del mundo de las ideas. La serie continúa con Eduardo Escalante Carrillo, arqueólogo y gestor cultural.
¿Cómo empezó tu proceso creativo?
Al vivir en Mérida y Oaxaca viajé con mis papás a zonas arqueológicas, a ciudades históricas y pueblos durante mi infancia. Así empecé a interesarme por el pasado. Conocí la arqueología de diferentes lugares de México. Eso alimentó mi curiosidad por las diversas culturas del país. Poco a poco esa inclinación se transformó en una actividad académica.
¿Tu preferencia sexual tiene relación con tu creatividad?
Sí, por supuesto. Cuando estaba estudiando arqueología, en la Universidad Autónoma de Yucatán, me interesaba la bioarqueología. Es una disciplina de la antropología física que analiza los restos óseos de los seres humanos. Estudiándola me di cuenta de que no era muy claro cómo se determinaba el sexo de un individuo. Esto se hacía basándose en el contexto de su oficio, sin analizar las células, es decir que si encontraban una tumba y el individuo tenía un arco y una flecha, entonces lo asociaban con un cazador, afirmando que se trataba de un hombre. Si el individuo tenía textiles y agujas de hueso, por el contrario, afirmaban que era mujer. Mi identidad como hombre homosexual me dio más herramientas de discusión para decir que un cazador no es necesariamente un hombre y, también, que no se puede identificar a una mujer porque tenga una aguja para tejer.
¿Tu práctica se vincula con movimientos sociales?
Lo que está sucediendo en el contexto social influye en lo que estudia la academia. Hoy en día hay más discusiones sobre género. En relación al análisis de las sociedades ya no vivas, ahora hay mayor flexibilidad para determinar y discutir los roles de género y la división del trabajo.
¿Cómo observas el futuro de la diversidad sexual en México?
En primer lugar tengo una relación cercana con la comunidad LGBT. En el ámbito profesional, en el campo de la arqueología, analizo ciertos temas asociados con la diversidad sexual. Creo que mi espacio de trabajo ha funcionado y ha ayudado a que otras personas se sensibilicen al respecto. Siendo de un estado tan lejano como Yucatán, al venir a la Ciudad de México me topé con el mundo queer, el mundo LGBT, tan presente en la capital: Desde ir a fiestas cuyo eje es un tema queer, hasta travestirme y entrar al mundo drag.
El panorama de la diversidad aquí en la ciudad es más alentador. Sentí que me quitaron un peso de encima cuando escuché el discurso del presidente electo.
¿Qué recomiendas a la juventud?
Un libro: A Little Gay History: Desire and Diversity Across the World, editado por el British Museum. Hace un recuento de todos los objetos de la colección del Museo Británico que hacen alusión a un tema LGBT de la historia del mundo. Esta publicación ayuda a ver de forma diferente la colección del Museo Nacional de Antropología.