Tanto Guillermo del Toro como Matteo Garrone han anunciado sus próximos proyectos, que retomarán la historia de Pinocho (1881-1882), del escritor florentino Carlo Collodi. Hoy se confirmó que el actor Roberto Benigni, que en 2002 dirigió su propia versión de la historia, dará vida a Geppetto, el carpintero y creador de la marioneta que se convierte en un niño de verdad, en la producción italiana. Esta cinta combinará el maquillaje prostético con los efectos digitales. Netflix, por otro lado, producirá el filme de Del Toro, concebido como un musical animado a través de la técnica de stop motion. Ambas películas, que llegarán a las salas entre 2019 y 2020, generan una sospecha: ¿qué es lo que provoca el interés actual en la historia de Collodi?
Como todos sabemos, la característica principal de la historia de Pinocho es que cada vez que la marioneta dice una mentira su nariz crece. Este guiño a la falsedad y lo no verdadero es una representación poderosa en el imaginario colectivo. “Las mentiras, hijo mío, se reconocen pronto. Porque hay de dos tipos: las mentiras que tienen las patas cortas y las mentiras que tienen la nariz larga”, le dice el Hada a Pinocho, que le promete convertirlo en un niño real a cambio de su buen comportamiento. Más allá de la lección moral, el relato de Collodi propone interrogantes e inquietudes vivas acerca del manejo de la información. ¿Es posible distinguir entre la verdad y la mentira en el presente? La ubicuidad, la inmediatez, la simultaneidad y la velocidad con la que se propaga la información en las redes sociales, por ejemplo, dificulta el discernimiento. ¿Las fake news tienen un atributo que las distinga, como la nariz alargada de Pinocho? El músculo de las aventuras de esta historia, que hoy interesa a los creadores fílmicos, tiene múltiples interpretaciones. Una de ellas es la de la incapacidad de ser veraz, de decir o profesar siempre la verdad. Hoy más que nunca constatamos que la verdad está influenciada por las emociones. Ya lo describió Gustav Le Bon al hablar del alma colectiva, cuyo avatar contemporáneo son las redes sociales. El francés estableció en 1894 que una mentira puede ser tomada como verdad debido a un fenómeno de contagio en el que se pierde la capacidad racional en favor de la emoción. A diario comprobamos en Facebook o Twitter las palabras de Le Bon, cada vez que se propaga información que no es verificable pero de la que todos participamos. También cuando se castiga a alguien por alguna equivocación. En suma, nos volvemos una turba de vez en cuando. Este rasgo característico de las masas juega en contra de la verdad. Ésta, por otro lado, suele estar mediada por los intereses grupos y organizaciones bien orquestadas.
Un apunte final sobre Pinocho: estos días en Buenos Aires, Argentina, se puede apreciar una escultura del venezolano Alberto Echegaray Guevara que representa a Pinocho. La pieza, emplazada en el barrio Recoleta, fue escogida para participar en la Bienal de Venecia 2019. «Pinocho tiene que ver con la figura de las fake news, la mentira en las redes, en la política y en la economía, la mentira en el arte y la maduración de la sociedad. El mundo va hacia un lugar donde se busca mayor transparencia y la figura del Pinocho es muy clara”, comentó el artista al diario Clarín. La escultura se suma a la presencia de Pinocho como una figura con un enorme potencial estético para cavilar sobre la emotividad que engendran las mentiras.