21/11/2024
Artes visuales
Afectar el cuerpo
La creadora española Sara García presenta en el Centro Cultural de España ‘El sol y su sombra’, exposición en la que propone un acercamiento que se desplaza de lo visual a lo gustativo
Como parte del Proyecto1, programa de muestras individuales de artistas españoles residentes en México, el Centro Cultural de España en México (CCEMx) presenta El sol y su sombra, de la asturiana Sara García; la exposición se aleja del conocimiento o la experiencia conceptualizada para apostar por los conocimientos rechazados, es decir, saberes que se descubren mediante procesos no intelectuales, particularmente el acto de comer.
El recorrido de El sol y su sombra comienza con ofrendas de alimentos reales y termina con su representación. Es probable que el espectador llegue a la muestra y se encuentre con las migajas que han dejado otros visitantes, que pueden jugar el rol de comensales. García platicó con La Tempestad sobre su abordaje.
¿De dónde surge la idea de la comida como un conocimiento rechazado?
Entiendo la idea de los conocimientos rechazados como acercamientos que no se sustentan en la razón, se trata de procesos intuitivos en los que la experiencia tiene un papel relevante. Esta idea es la que está presente en la exposición, que busca afectar al cuerpo del espectador e incluirlo en la obra, hacerlo partícipe de lo que le rodea para que reciba la información de forma intuitiva. Los alimentos que se incluyen en la muestra surgen de la idea de usar elementos próximos y cotidianos; al ingerirlos, estos pasan a formar parte del espectador y afectan la experiencia sensorial del recorrido. El planteamiento no es en sí la comida como un conocimiento rechazado sino lo comestible como una vía para acceder a conocimientos más intuitivos.
¿Los alimentos y las bebidas modifican sustancialmente la manera de acercarse a tu obra o se trata sólo de una ampliación de las posibilidades de tu trabajo?
Para el proyecto tuve muy presente un género pictórico de la antigua Roma llamado xenía, palabra que viene del griego y cuyo significado se podría traducir como hospitalidad. Estas pinturas surgieron como sustituto a las ofrendas de alimentos que se realizaban a los huéspedes en las casas. En esta relación de sustitución entre los alimentos y la pintura, en la que se reemplaza lo comestible por lo visual, observo una profunda alteración, desarraigo y desnaturalización. Pienso que es importante revertir este proceso, es decir, insertar de nuevo el alimento en la obra. De esta manera se ancla al espectador al presente, interactúa con las piezas y conecta con la obra desde la proximidad y la intimidad. Por otro lado, también se propone un acercamiento al trabajo artístico que no está ligado únicamente a lo visual.
¿Cómo es el proceso de traducción de lo pictórico a lo real?
Me interesa la percepción del espacio y llevar las ideas pictóricas de naturaleza muerta a lo tridimensional. La pintura de naturaleza muerta me interesa por su potencial simbólico ya que remite a nuestra finitud y el discurrir temporal; también alude a los detalles, a las dimensiones secretas, en ella está presente el carácter metapictural de la representación. En esta exposición todas las salas están pensadas a partir de representaciones pictóricas de alimentos. En esta relación de sustitución entre los alimentos y la pintura, en la que se reemplaza lo comestible por lo visual, observo una profunda alteración, desarraigo y desnaturalización.
La pieza Nada veía sin refleja trae de inmediato recuerdos de momentos con familia o amigos; ¿es la nostalgia un elemento clave en tu obra?
No sé si mi trabajo tiene la nostalgia tan presente, sin embargo, la idea de comunidad, de cómo nos relacionamos con el otro, sí es muy importante. Hay un gesto muy importante en el acto de compartir; a pesar de las complejidades de poder que generan el convidar, me parece muy importante tener con quién compartir, necesitamos del otro para sobrevivir, pensar en vivir sola me parece aterrador.
El recorrido se plantea desde la luz hacia la oscuridad: en las dos primeras salas se ofrecen varios alimentos negros y a la mitad está Nada veía sin refleja. Si el espectador consume los alimentos, estos atravesarán su cuerpo, absorberán su oscuridad y esta será integrada en su interior, es un ejercicio de aceptar lo desconocido; entiendo la oscuridad como un lugar de sombras, algo que no es visible, que no entendemos del todo.
En Con arcilla, masa y fuego también se retoma la obsidiana, que alude al sacrificio y la ofrenda, ¿de qué nos habla esta obra?
En ciertas piezas trabajé con la obsidiana, me fascinan sus cualidades y sus usos rituales; he investigado su posibilidades como espejo negro. Todo ello forma parte de mi interés en las culturas ancestrales, que poco a poco empieza a formar parte de mi trabajo. Por otro lado, me interesa hacer una conexión entre el barro y la masa de pan, dos cosas que han estado presentes en nuestra civilización desde tiempos prehistóricos: para hacer la cerámica y el pan sus respectivas mezclas necesitan ser amasadas y luego horneadas.