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Pie de cría

Winnie the Pooh, el anti-modernista

Una curiosidad notable: el universo del oso meloso es interpretado desde la arquitectura por el estudio APRDELESP; aquí, un comentario de ‘Notas sobre la casa-árbol de Winnie the Pooh’

Carlos Rodríguez | martes, 17 de septiembre de 2019

Curioseando durante (Pl)Ácido Domingo, un evento de fanzines y otro tipo de publicaciones que se llevó a cabo hace un par de semanas, me encontré con un librito curioso de tapas color ladrillo. Titulado Notas sobre la casa-árbol de Winnie the Pooh (Ediciones Hungría, 2019), el ejemplar me llamó la atención porque a pesar de la alusión al oso meloso, éste no aparecía en la portada. Al hojearlo me di cuenta de que abordaba la imaginería de Winnie (tanto libros como películas) desde la arquitectura. Claro, APRDELESP, las siglas que aparecen en la portada, son las del estudio arquitectónico fundado en 2012; el libro es una colaboración con el diseñador Fabien Cappello y el investigador Xavier Nueno Guitart. 

Aunque apareció en un poema de A.A. Milne, su creador, fechado en 1924, el primer libro de Winnie se publicó en 1926. Su debut en el cine, sin embargo, fue hasta 1966, año en que se estrenó el cortometraje Winnie the Pooh y el árbol de miel

¿La casa de Winnie aprovecha la estructura de un árbol o el árbol crece sobre la casa? La primera pregunta del ensayo me intrigó. Aunque siempre se ha considerado a Pooh como una figura sosa e inocentona, estoy convencido de que un personaje como ese, cuya presencia en el imaginario del entretenimiento ha sido constante durante décadas, tiene razones. Y vaya que las tiene: Winnie the Pooh es la tercera franquicia más rentable de Disney, solo superada por Star Wars y, claro, Mickey Mouse. 

¿Cómo es el espacio donde transcurre la historia del oso? ¡Sorpresa! Según los autores del libro, el universo de Winnie demuestra una vocación anti-modernista, donde se asocia lo orgánico a lo natural y lo natural a lo seguro; de ahí la firmeza de la casa del oso (cuya vida y la de sus amigos suele transcurrir en interiores), enfrentada a la fragilidad de la morada de Igor, el burro melancólico, cuya cabaña hecha con troncos, que alude a la autoconstrucción, se cae una y otra vez.

Las páginas del libro, que se asemeja a una matrioshka, están unidas a través de un hilo de curiosidades y coincidencias azarosas. De James Bond vamos a Ernő Goldfinger (el arquitecto que quizá inspiró a la némesis del 007), que construyó una casa modernista en el área londinense de Hampstead, donde nació en 1882 A.A. Milne, que nombró a Winnie inspirándose en un oso pardo que habitaba en el zoológico de Londres, luego de que fuera traído de Winnipeg… 

Notas sobre la casa-árbol de Winnie the Pooh me hizo preguntarme por la pertinencia del discurso de la historia de Winnie, las posibles causas de su presencia en el imaginario popular y, más que nada, en lo que los espacios revelan de quienes los construyen y habitan, tanto en la imaginación como en la realidad.


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