21/11/2024
Literatura
Escritora del año: Verónica Gerber Bicecci
Con tres libros-objeto publicados este año, la artista y escritora expande el entendimiento de la escritura para encontrar nuevos espacios de pensamiento, donde las palabras y las imágenes exploran sus límites
Presente de las Artes en México aspira a producir una instantánea que permita rastrear algunos rasgos salientes del arte de los últimos tiempos; nuestra selección consta de 12 artistas que están cambiando las formas expresivas y reorientando la discusión.
Verónica Gerber Bicecci delimitó su campo de acción, pero sobre todo su lugar de enunciación, desde su primer libro, la colección de ensayos Mudanza (2010). Al hacer de una condición física –la ambliopía o síndrome del “ojo flojo”– el detonante de una poética –se define como “una artista visual que escribe”–, comenzó a delinear una obra caracterizada por la tensión entre lo visual y lo literario. Esa mirada de doble foco ensancha la concepción de la escritura y la coloca en un espacio particular: “Creo que sólo en los límites, destruyendo lo que hemos dado por sentado, poniendo al límite la normalidad del lenguaje, es que podremos pensarnos y comunicarnos de otros modos”.
Luego de Conjunto vacío (2015), la novela que la confirmó como una de las voces más originales de la narrativa mexicana contemporánea, Gerber Bicecci (Ciudad de México, 1981) se concentró en diversos proyectos expositivos hasta que este año reapareció en el formato libro con tres volúmenes que llevan aún más lejos su apuesta: Palabras migrantes (Impronta), otro día… (poemas sintéticos) (Almadía) y La compañía (Almadía). Los textos se han reducido al mínimo y lo visual, tanto como lo procesual, adquiere protagonismo sin privar a estas escrituras de su condición literaria. A los libros, sin embargo, los define algo previo, experiencias que le dan forma: tanto Palabras migrantes como La compañía fueron instalaciones antes que libros; la primera surgió, además, de experiencias docentes en preparatorias de los Estados Unidos. “Cada libro tiene una especificidad como objeto, como artefacto. Nunca es igual la instalación que su traducción al libro o viceversa. Pero, al mismo tiempo, todo parte de un continuo que interviene de distintos modos los espacios del lector-espectador”.
“Me gustaría encontrar una especie de pensamiento planetario del lenguaje, un modo de verlo-leerlo en condiciones que pongan a la sintaxis en un estado de excepción y ver si somos capaces de pensar otra cosa. Es imposible, pero me parece importante intentarlo”, dice la artista.
Si la autora era conocida por su prosa sobria y contenida, otro día… (poemas sintéticos) significa su debut en el verso, si bien de un modo muy específico: la reescritura de unos poemas sobre la naturaleza de José Juan Tablada, publicados hace un siglo. Los haikús, sin embargo, están compuestos con palabras y frases de notas periodísticas que hablan de animales y lugares, y que dispuestas por Gerber Bicecci componen un paisaje de la catástrofe ambiental: “El bosque es la / extensión monocroma / de las empresas”. Los textos dialogan con imágenes compuestas a partir de las fotografías contenidas en los discos de oro que las sondas Voyager trasladan desde su lanzamiento en 1977, ¿la última prueba de la existencia de vida en la Tierra? La misma ansiedad ecológica se percibe en La compañía –reescritura de “El huésped” de Amparo Dávila–, suerte de fotonovela que, al contar la historia del poblado minero de Nuevo Mercurio, Zacatecas, convierte al extractivismo en un relato de terror.
Palabras migrantes podría pasar como el más discreto de estos libros, y sin embargo es el de mayor potencia política. La crónica de un taller en preparatorias de Jackson Hole, Wyoming, cuya finalidad es pensar conceptos a través de emojis, se convierte lentamente en una emotiva reflexión sobre la migración, la traducción y el uso de las palabras. La edición bilingüe de Impronta convierte a la traductora al inglés, Christina MacSweeney (responsable de la versión anglosajona de Conjunto vacío), en una comentarista, y al libro en un diálogo. No es un interés aislado, como muestra la participación de Gerber Bicecci en el comité de programación de la última edición de la Feria Internacional del Libro de Oaxaca, un evento de marcado perfil feminista que se organizó alrededor del lema “Reinventar la vida”. “Me gustaría encontrar una especie de pensamiento planetario del lenguaje, un modo de verlo-leerlo en condiciones que pongan a la sintaxis en un estado de excepción y ver si somos capaces de pensar otra cosa. Es imposible, pero me parece importante intentarlo”, dice la artista.