Siempre interesado en la mascarada, Jaime Humberto Hermosillo creó filmes que desmontan las aspiraciones de sus personajes, reflejo de la clase media mexicana. No es aventurado decir que el creador, renovador del cine mexicano, pertenece a la estirpe de Douglas Sirk y George Cukor, cineastas que cuestionaron el mundo de las apariencias. En Tlatelolco transcurre una de sus obras maestras: Naufragio (1978), inspirada en el cuento “Mañana”, de Joseph Conrad. En esta atenta revisión de la burocracia, donde Ana Ofelia Murguía interpreta a una secretaria que espera obsesivamente al hijo que un día se marchó, la promesa de la modernidad se desploma de forma metafórica. Cuando la felicidad toca la puerta, es decir, cuando el hijo vuelve, la madre ya no está ahí.
Ganador de varios premios Ariel, entre ellos el de mejor película a La pasión según Berenice (1976), Hermosillo, que nació en Aguascalientes, fue experto en retratar la sexualidad. Ahí están La tarea (1991), en la que María Rojo, su colaboradora favorita, esconde una cámara para filmar su actividad sexual, y, en una obra que alcanza cotas poéticas, Amor libre (1979), cinta sobre dos amigas que trabajan como vendedoras en la Zona Rosa, que enfrenta ideas discordantes sobre el amor y ensaya respuestas a lo que ahora se denomina poliamor. Hermosillo no sólo filmó en la Ciudad de México, una de sus mejores películas sucede en Guadalajara. En la tierra de las buenas costumbres se desarrolla Doña Herlinda y su hijo (1985), otro filme adelantado (en el que Guadalupe del Toro, madre de Guillermo del Toro, hace de una matriarca tapatía) sobre una pareja gay que, para poder sobrevivir, se adapta al encubrimiento sin renunciar a su amor.
Cineasta de la ironía, Hermosillo dejó una obra amplia por revisar y descubrir. Desde filmes que son ejercicios formales discutibles como Intimidades en un cuarto de baño (1991) hasta rarezas como Encuentro inesperado (1993), un filme necesario en la filmografía de un cineasta como él: la reunión entre una diva (que encarna Lucha Villa) y su doméstica (de nuevo María Rojo), donde la mentira vuelve a ser el riel sobre el que se desplaza la historia, que envuelve el conflicto de clase, el fetichismo sexual que reviste la fama y las relaciones entre mujeres. Un cineasta mayor en el cine mexicano.