Vistas de la Ciudad de México durante la cuarentena
La fotógrafa María José Alós continúa la serie de la urbe durante la pandemia de COVID-19
María José Alós | jueves, 7 de mayo de 2020
El confinamiento en el que estamos por la pandemia de COVID-19 comienza a llamar a nuestra amiga la nostalgia. Todo luce diferente desprovisto de gente; la luz hace de las suyas; el sonido de las aves invade el espacio. Un poco de tranquilidad. Otra poética.
Estas fotos las hice ayer en una caminata breve en mi barrio, Santa Catarina, Coyoacán. Los pies que las acompañan son fragmentos de La invención de Morel, novela escrita en 1940 por el argentino Adolfo Bioy Casares.
Pasé un rato, inmóvil, agachado, en postura incómoda, espiando entre las cortinas de seda que hay debajo del altar principal, con la atención dirigida hacia los ruidos interpuestos por la tormenta, mirando las montañas de los hormigueros, oscuras, los caminos movedizos de las hormigas, pálidas y grandes, las baldosas removidas…
Atento a las gotas en la pared y en el techo, al agua estremecida en las canaletas, a la lluvia en la vereda cercana, a los truenos, a los confusos ruidos del temporal, de los árboles, del mar en la playa, de las inmediatas vigas, queriendo aislar los pasos o la voz de alguien que estuviera avanzando hacia mi refugio, evitar otra aparición inesperada…
Entre los ruidos, empecé a oír fragmentos de una melodía concisa, muy remota…
Dejé de oírla y pensé que había sido como esas figuras que, según Leonardo, aparecen cuando miramos un rato las manchas de humedad.
Volvió la música y yo estuve con los ojos nublados, complacido por su armonía, convulso antes de aterrorizarme del todo.
Después de un rato fui a la ventana. El agua, blanca en el vidrio, sin brillo, profundamente oscura en el aire, apenas dejaba ver…