Cuando me fui de Rosario a vivir a Buenos Aires a fines de los noventa, porque irse a vivir a otra ciudad es toda una película, tenía tres discos en mi soundtrack personal: Algo vuela, el disco que yo estaba haciendo por ese entonces, iniciando mi etapa solista luego de varios años junto a Mortadela Rancia; Abre, de Fito Páez, con el que comencé a formar parte de su banda; y Bocanada, de Gustavo Cerati, que sonaba de fondo en ese remolino de acontecimientos.
Fito siempre tuvo una mirada de sociólogo pop. Y siempre tuvo gestos inclusivos. Así, en esa época y en conciertos sucesivos, uniendo puntas de un mismo lazo, hizo subir a su escenario a Mortadela Rancia para tocar “Estela” y a Cerati para tocar “Puente”. Uno de los momentos musicales más hermosos que he vivido.
A pedido de mis amigos de La Tempestad, hago foco en el tercer nudo de ese lazo, en el humo melancólico y tecno de la gran Bocanada de Cerati, que cumple veinte años. Para Gustavo, Bocanada fue su “primer disco solista”. Amor amarillo, tal vez por su manufactura casera, no representaba del todo para él ese lugar en su discografía.
En Bocanada quiso recuperar cierta dulzura, cierto confort musical, que en Soda Stereo no había desarrollado del todo. Quería un disco que fuese simple de apreciar. Con letras espirituales en torno al fluir y al estar. Quería plasmar un estado de liviandad al llegar a sus cuarenta años.
El arte gráfico del disco nos invita a relajarnos, en contraluz, entre el humo liviano y fugaz sobre texturas suaves y acogedoras. Glamour nocturno para escuchar. Lejos de aquel masoquismo ficcional que decía haber utilizado otrora como motor para sus letras, lejos de la figura del artista torturado que quiere salir y librarse de algo. Aquí el placer fue esencial; de allí la gran bocanada.
Las diferencias entre este álbum y el proyecto Soda Stereo son claras: el uso de la tecnología digital en el proceso creativo. La computadora como instrumento musical. El proceso de collage en la composición a partir del uso del sampler. La insistencia en las novenas, el mood melancólico.
El paso de la rítmica rock al funk. La apertura poética en los textos. La mixtura ecléctica de sonoridades y estilos. La electrónica como personaje principal. (Fito Páez realiza una mutación estética similar hacia el sonido electrónico en su disco Ciudad de pobres corazones, de 1987, de la mano de Tweety González y su maquinaria.)
Amor audio
No hay muchos ejemplos entre los músicos populares argentinos de su generación que dedicaran tanta pasión a la producción y le dieran tanta importancia a la experimentación, a la tímbrica, a las sonoridades, a la instrumentación, a la decisión en los materiales, al proceso mismo de grabación y mezcla; en otras palabras: al amor por el audio. Pues si acaso existen ejemplos entre aquellos cantantes que saben rodearse de profesionales y logran un refinado producto, no son artesanos en la concepción general del proyecto.
Gustavo Cerati era un escultor: esculpía el audio de sus canciones, secundado por su invaluable equipo de labor: técnicos y músicos. Pasó la mayor parte de su vida esforzándose en merecer su propio talento, creando un estilo. Amante de las guitarras y los delays, atento a las nuevas tecnologías aplicadas a la musicalidad del audio.
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Ambient poética
Cerati siempre remarcó su dificultad para escribir letras. Esto es muy interesante, porque todos sabemos que las letras de sus canciones tienen momentos sublimes y poéticos, que no son obvios ni naturales en el pop. Se trata de extraños aforismos que supo encontrar y distribuir en cada una de sus canciones para darles vuelo.
“Siento que voy a arruinarlo”, me dijo Gustavo cuando estaba por escribir las letras de su último disco. Pero aquello que se nos aparece como dificultad, en realidad nos motiva a superarnos y nos mantiene alerta y atentos para no ceder, para no caer en la comodidad y el conformismo de la repetición vacía. Es destacable esta cualidad en Gustavo: un artista de semejante nivel que menciona con orgullo sus limitaciones porque sabe que su obra no padece de ellas, sino que gracias al esfuerzo, al trabajo y la búsqueda constante, más bien se caracteriza por haberlas superado.
Nota al pie: la “verdad” en el sentido de relato verídico, no es algo que haya inspirado a Gustavo para escribir letras sino, por el contrario, lo inspiraba la mentira, lo falso, la magia, el misterio, las máscaras, los efectos, el humo. Y esa era su visión del arte: la potencia de lo falso.
Estos son algunos de los “aforismos” que aparecen, tema a tema, en Bocanada:
1) Al ánimo de brillar / la luz se adelantó
2) La verdad que más engaña saber / recuerdo el mar / soñé estar aquí / y no recuerdo despertar
3) Cuando no hay más que decirnos / me hago uno con el humo / serpenteando la razón
4) Hoy te busqué / en la rima que duerme / con todas las palabras / Desordené átomos tuyos para hacerte aparecer
5) Hervidero de palabras / sólo escucha tu alma / fluir sin un fin / más que fluir sin un fin
6) Tengo todo por no querer más nada
7) Desde que partió su verbo vive en mi carne / Cuento verdades como mentiras / La inútil perfección de buscar el silencio
8) Qué otra cosa es un árbol más que libertad
9) Hoy el oro está en mi piel / Te creé como un gran inventor
10) Por senderos que se bifurcan / en mundos paralelos / Todo esta pasando aquí y ahora
11) Lo que querías no tiene fin
La novena de Cerati
Hay una singularidad muy notoria en la composición melódica de este disco, que seguramente se dio por arrastre, por contagio, por simbiosis entre una canción y otra, durante el proceso de grabación y composición, y quizá por alguna influencia musical de Gustavo en aquellos días. Se trata de un elemento musical, rico en consecuencias sensoriales: todas las melodías de Bocanada hacen uso y abuso del intervalo de novena. Este intervalo musical, esta sonoridad distintiva, produce a la vez un efecto melancólico y profundo. Este álbum podría utilizarse como ejemplo didáctico en la aplicación de este intervalo y sus consecuencias dentro de la composición pop.
La balsa tecno
Bocanada fue un disco pensado y creado desde el sampler (el MPC3000). Un instrumento digital que permite copiar fragmentos de audio para repetirlo de manera fractal, modificando su pitch (o frecuencia), entre otras cualidades. Implica básicamente tomar fragmentos musicales de otros discos o grabaciones para un uso propio y diferente.
Este método de trabajo marcó el modo de Cerati desde esta producción hasta Fuerza natural (disco que merece un comentario extra pero complementario: Fuerza natural fue innovadoramente compuesto por Cerati sólo con un pequeño controlador MIDI y una computadora, sin utilizar instrumentos musicales tradicionales, aunque luego, durante la grabación, hayan sido las guitarras acústicas las que definieron el color de la obra. Se percibe el desafío: alcanzar fuerzas que usualmente se consiguen con la electricidad de las guitarras rockeras, a través de instrumentos acústicos y de arreglos minuciosamente diagramados con ese fin. Aparecen, también, acordes y alteraciones armónicas no implementadas en el resto de su obra, así como gestos de la canción folclórica, dejando entrever su admiración y su orgullo por formar parte de la línea compositiva clásica argentina: Spinetta, García, Nebbia, etc.)
En Bocanada también fue muy utilizado el procesador Mutronics Mutator, una máquina para modificar audios ya grabados, con envolventes, filtros y oscilaciones de baja frecuencia, típicos de un sintetizador. Aunque en la producción de las canciones percibimos guitarras acústicas que parecieran ser las que llevan el tema o desde donde se compuso la pieza, esto sucede sólo en algunos pocos casos, como “Puente”. El resto del material se construyó jugando con pedazos sueltos, reordenándolos y modificándolos hasta dar con nuevas formas sobre las cuales, sí, poder armar melodías y textos. La deconstrucción como filosofía musical.
(Elvis Presley, Eumir Deodato, Focus, John Barry, Gary Glitter, Porter Ricks, Thomas Dolby, Los Jaivas, XTC, Mark Snow, Electric Light Orchestra o The Spencer Davis Group son algunas bandas o solistas sampleados y deconstruidos.)
Hay dos temas instrumentales, “Balsa” y “Aquí & ahora (y después)”, que muestran por dónde venía su búsqueda antes de meterse de lleno en el proceso de Bocanada, a través de sus proyectos electrónicos paralelos, que terminaron confluyendo en un mismo río Babel.
Bocanada se fue componiendo durante su propio proceso de grabación (cuando normalmente son procesos que difieren en espacio-tiempo) y es por eso que, como cuenta Gustavo, la consola de sonido, que usualmente entra en acción a la hora del registro de lo ya compuesto, funcionó aquí como un instrumento más. “Un ecualizador es un instrumento”, decía.
La figura de Clive Goddard fue fundamental para la factura del audio. La mezcla realizada en Londres, y ese toque inglés en el sonido de mezcla final, es clave para la consistencia y la perdurabilidad del disco. Flavio Etcheto, Leo García, Martín Carrizo y Fernando Nalé también fueron protagonistas fundamentales del proceso, aportando juventud, frescura, ideas y técnica, inspiración y afecto, alrededor del autor.
Cerati logró el desafío de comenzar su etapa solista con un material que no sólo estuviese a su altura sino que pudiese servir de puente para algo superior. “Lograré un buen feedback”, decía, “si soy consecuente con lo que hago y si mis discos coinciden con mis sentimientos”.