16 de agosto de 2017

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21/11/2024

Diseño

Mamá Osa

El documental ‘Oso’, de Amanda Sans Pantling, explora la trayectoria de la polémica marca de joyería Tous; está disponible en Prime Video

Diana Gutiérrez Pérez | martes, 15 de diciembre de 2020

La primera alhaja que tuve era Tous y era pirata. Aunque debí deducirlo del hecho de que la compré en el tianguis sobre ruedas de por mi casa, yo ni enterada. Era el año 2001, recién llegaba a la mayoría de edad, era ingenua y la verdad es que jamás me imaginé que ese sencillo osito que pendía como colguije de la cadena plateada, que además parecía haber adquirido su forma con la técnica mágica que usaba de niña para dibujar un burro a partir de un niño que se portaba mal, yuxtaponiendo círculos de diferentes tamaños, fuera el logo distintivo de una prestigiosa marca catalana de joyería, cuyos precios oscilan entre los mil y los 50 mil pesos. Mi collar me había costado 55 pesos; años después me enteré de que México es uno de los países donde existen más falsificaciones de la marca.

Este plantígrado no tiene nombre, tampoco nariz ni boca, solo un pequeño agujero debajo de los ojos, pero qué tal todos los grupos en Facebook que lo aman o lo odian y donde se especula, en acaloradas discusiones, acerca de su género, si es macho o hembra, si está sentado o de pie. Lo que sí es un hecho es que pasó de ser un peluche hallado en Milán por la fundadora de la firma, Rosa Oriol, a su emblema absoluto, así como en algún momento también “bisutería barata en latón”, en opinión de su esposo y socio, Salvador Tous. Ah, y este 2020 cumple 35 años de edad.

Antes del osezno pareciera que nada, pero lo cierto es que existe una historia de más de siete décadas que ahora es posible conocer en el documental Oso, dirigido por Amanda Sans Pantling, disponible en Prime Video tras su proyección pública en el 68 Festival Internacional de Cine de San Sebastián, en septiembre pasado. Una propuesta diferente en tanto trasciende el mero recorrido biográfico de un negocio familiar para convertirse en un relato audiovisual, cuya tensión se teje alrededor de la posibilidad de un fracaso.

Tras veinte años de permanecer en Japón como una marca de joyería más o menos conocida, ha llegado el momento de evaluar si conviene seguir ahí o mejor cerrar las tiendas asiáticas. Sorprende que en un lugar como ese, donde la cultura kawaii, que privilegia la ternura, la inocencia y la estética naíf, los ositos de Tous tengan poco éxito entre las consumidoras. Se abre la interrogante sobre todo si consideramos que se trata de un emporio de cien años de antigüedad, con presencia en más de 54 países y unas 720 tiendas alrededor del mundo. El documental revela las diferencias culturales a partir de las joyas: mientras que las mujeres del segundo mercado más importante para ellos después del español, que es el mexicano, sienten menor predilección por las gargantillas y favorecen los collares largos, a la altura del escote, porque les gusta lucir sexys, las rusas tienen cierta obsesión con los accesorios gigantes.

Sin demeritar el papel que tuvo en sus inicios la relojería de los padres de Salvador Tous, en en el municipio barcelonés de Manresa, la llegada de Rosa Oriol revolucionó sus vidas al ser la primera diseñadora en hacer joyas a la medida de las mujeres, con base en su fisonomía. Durante el franquismo la producción estaba en manos de los hombres, que las vendían a compradores de su mismo sexo porque tenían el poder adquisitivo. Oriol se dio cuenta de eso y diseñó piezas accesibles que las interesadas podían probarse sin intermediarios. La entrada libre a sus locales fue también una novedad, pues antes las alhajas solían apreciarse de lejos, bajo vigilancia, y en compañía de guardias en guantes blancos de seguridad. Permitir el paso a todos fue un gesto de rebeldía en esos tiempos; los de su mismo oficio los veían mal.

Las polémicas han sido parte de la cotidianidad de Tous. El filme detalla algunas en las que han estado involucrados, como cuando se esparció el rumor de que eran una secta, pues en las fotografías de prensa aparecían de negro todo el tiempo, y que los ositos se usaban entre sus adeptos para transportar drogas. Luego se les vinculó con el movimiento independentista catalán y, al negarlo, con los opositores; tanto de un lado como del otro recibieron protestas y amenazas de que les dejarían de comprar. Más recientemente se les acusó de rellenar con plásticos sus metales preciosos, cuando es una técnica común para darles estabilidad. Eso sin contar que uno de los yernos fue implicado en un homicidio imprudencial, pero eso ya pertenece al ámbito del cotilleo.

En Oso las grabaciones de archivo se intercalan con escenas actuales de la familia Tous, compuesta también por Laura, Marta, Rosa y Alba, las cuatro hijas, que son ahora las dueñas de las joyas de la corona, aunque ya lo eran antes de alguna forma: “Desayunábamos pulseras, comíamos collares y cenábamos aretes”, dice una de ellas acerca del mundo que habitaron de pequeñas. Son las narradoras principales de este retablo polifónico en el que la madre, principal artífice de la firma, toma forma a partir de sus palabras, una vez que ésta ha dejado el negocio en manos de ellas. Mamá Osa aparece apenas esporádicamente en la cinta.

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