16 de agosto de 2017

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21/11/2024

Literatura

El lenguaje de las barricadas

Tres textos de uno de los grandes poetas británicos contemporáneos, Sean Bonney (1969-2019), en traducción de Hugo García Manríquez

Sean Bonney | martes, 23 de marzo de 2021

Sean Bonney retratado por HD Seibt

Sean Bonney fue, en palabras de William Rowe, “uno de los mejores poetas británicos de nuestro tiempo”. Nacido en 1969, falleció en Berlín a fines de 2019. De ánimo radical en lo político y lo estético, su poesía puede entenderse como una respuesta inventiva a la violencia fascista surgida en el Reino Unido a partir del gobierno de Thatcher. El poeta mexicano Hugo García Manríquez preparó y tradujo una antología que, con el nombre El lenguaje de las barricadas, aparecerá en breve en el sello Matadero. Presentamos tres textos procedentes de ese libro.

 

Para qué sirve el gas lacrimógeno

Los policías, como no son ni humanos ni animales, no sueñan. No lo necesitan, tienen gas lacrimógeno. No esperen que justifique eso. Es decir, sabes tan bien como yo que los policías tienen acceso al contenido de todos nuestros sueños. Y quizá también sabes que buena parte del gas lacrimógeno del planeta es suministrada por Westminster Group. Su presidente no ejecutivo, sea lo que eso sea, es un miembro de la casa de, ejem, Charles Windsor. Él quizá cree que el gas lacrimógeno está relacionado de alguna manera con la Nube del Desconocimiento y, en cierto sentido, tiene razón. Logras una comprensión muy real de la naturaleza de las cosas, visibles e invisibles, cuando tienes el sistema sensorial secuestrado y vuelto en contra tuya por una fuerte dosis de gas lacrimógeno. Es el anti-Rimbaud. La absoluta regulación y administración de todos los sentidos. En serio, inténtalo. La próxima vez que las cosas se pongan calientes, sal a la calle y lánzate al centro de la nube más grande de gas lacrimógeno que puedas encontrar. Explosión. Visión. Gusto. Olfato. Todos los demás. Todo se convirtió en confusión, pérdida de certeza geográfica y, lo más importante, dolor. No te asustes. En el centro de ese dolor hay un pequeño y silencioso punto de absoluto Desconocimiento. Es ese Desconocimiento lo que la policía, y por extensión Charles Windsor, llaman conocimiento. Lo quieren. Tienen bisturíes en caso necesario, pero el gas lacrimógeno es más limpio. No está claro para qué lo quieren, pero cualquier epiléptico, vidente o drogadicto podría decirte qué es. Está ahí en Blake. Dios mío, está ahí en las notas en la portada de Metal Machine Music. ¿Qué significa? A quién le importa. No responde ninguna pregunta. ¿Qué quiere Charles Windsor de nosotros? La policía no nos dirá lo que no sabe y lo que cree que sabemos.

Carta sobre la armonía y la crisis

Gracias por tu lista de objeciones. Acepto la mayoría: mi vocabulario, mis referencias son casi todas cosas que he traído del pasado. Películas viejas, música vieja. Viejos disturbios, claro. Todo abstracciones. Es exactamente lo mismo que ir al supermercado. La radio en la tienda, las revistas, los DVD, todos registran una especie de relación obsesiva con el pasado reciente de la cultura, atravesada por destellos de austeridad e imperio. Ya sabes cuál es mi posición al respecto, pero de todas formas me gustan bastante los supermercados. Voy todos los días, de hecho, rara vez voy a otro lugar. Es como un mapa del futuro de Londres, ajustado para admitir una historia colectiva levemente censurada, donde fuerzas amigables y antagónicas se confrontan unas a otras con una fuerza que disminuye rápidamente. Astrología, básicamente. O, al menos, algún tipo de observación de los astros. Una extraña constelación de información, hechos y metáfora impresos sobre el trazado urbano de la tienda. Es un sustituto del calendario, básicamente, un sistema de armonía construido para mantenernos a todos intactos en cierto sentido. Un tipo de estabilidad corporativa. Por eso ahí dentro sólo se escuchan ciertas canciones. Simply Red, por ejemplo. Ya tenemos una historia en común, de hecho. Pero mejor ni me preguntes. En fin, el otro día iba caminando por ahí preguntándome qué sería si pusieran “The Gallis Pole”, de Leadbeally, en sus radios. O sea, obviamente nada pasaría. Pero no sé, imaginemos. Estaría chistoso con el estribillo “me trajiste la plata, me trajiste el oro”, una y otra vez, dando vueltas. La horca y los espectros y los anillos de flores. Es una gran canción, el rasgueo de la guitarra suena como una telaraña. Es como una trampa. Dios mío, sería horrible. No podríamos escapar, estaríamos atrapados adentro, y toda la luz y el sonido en el lugar serían reducidos a un espectro de frecuencia predominantemente de nivel cero de energía: la unidad forzada de bandas y aumentos de frecuencia apenas audibles. Productos, sí, bienes. Todas las canciones populares conocidas se verían parpadear y arder como lejanas torres petroleras en algún desierto imaginado, la velocidad de fase de toda la cultura como una secuencia estática de anillos, pianos, piedras preciosas y prisiones. El programa workfare*: la explosión que ilumina el abismo. Tempo, temperatura, tempestad. Contratos temporales. Sin pago. Etc. Cada canción, incluida la de Leadbelly, reafirma eso. Pero, y esto es igualmente importante, la circulación de esas canciones todavía contiene la posibilidad de interrupciones. Estuve siguiendo las huelgas en Walmart con gran interés, por ejemplo. Imagino que tú también. Lo digo porque no eres ningún idiota. En fin, parte de lo que esas huelgas comunicaban era, básicamente, esto: la estructura del supermercado es mantenida en su lugar, pero de pronto la geometría astrológica elemental del lugar se revela como simplista, fanática y rectilínea, rellena de cuerpos humanos lastimados que preferirían no morir. Repugnantes, absurdos, monstruos absolutos. El punto es cuando todo eso ya no es una metáfora. Como, por ejemplo, el tiempo se contrae durante la lucha, ¿sabías eso? La expansión que la hora corporativa requiere para desangrarnos hasta el escorbuto, vuelve, chicotea como una especie de alineamiento medieval planetario. Una aritmética siniestra que sugiere que de no salir victoriosas, las huelgas simplemente tomarán su lugar entre los anaqueles de DVD. Uno rayado, que no se puede ni tocar, pero ahí está. ¿Ves lo que quiero decir? Sustrae los vórtices de la conciencia del supermercado y queda un paisaje frío y amargo. Petróleo frío, hielo de hidrógeno. Los círculos celestiales como un borde musical, todos los vocabularios reducidos a una sinfonía de desprendimientos. La verdad profunda no tiene imagen. Cuando entiendes eso, entiendes que todo está en juego. Todo lo demás es locura y sufrimiento a manos de la chota.

14 de octubre, 2012

* Programa de asistencia social en el que se tiene que hacer trabajo no remunerado para recibir el subsidio.

 

Diciembre 2010. una alta malla metálica. el contenido excede la frase.

leve desplazamiento en la geometría / leve interrupción
en el flujo de sus / carmesí & guillotinado
príncipes bacterianos / desplazamiento / remaches de la historia

ok. ellos tienen un alfabeto más estúpido. secciones para ser tañidas y arrebatadas.

contradicciones tácitas en sus huellas, un universo vacío de imágenes.
un octubre que no imaginamos poseer. símbolos externos dentro de nuestro cielo

volvamos a nuestros estudios. negación de la negación. levantaremos a los muertos.

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