23/11/2024
Literatura
Julián Ayesta: la unidad más profunda
A 25 años de la muerte del escritor español Julián Ayesta, este texto vuelve a una gran obra poco conocida: ‘Helena o el mar del verano’
La Universidad Nacional Autónoma de México publicó en 2006, en su colección Relato Licenciado Vidriera, la novela del escritor y diplomático Julián Ayesta Prendes, Helena o el mar del verano; se realizó una tirada de mil ejemplares. La esclarecedora introducción estuvo a cargo del escritor Adrián Curiel Rivera, quien señaló entonces que esta “novela corta o relato largo Helena… testimonia el innegable talento de su creador y pone en entredicho la consabida perorata de que en la España de posguerra –después del tremendismo y antes de Luis Martín-Santos– todo era realismo social”.
Julián Ayesta, nacido en Gijón en 1919 y fallecido en Somió en 1996, diplomático de carrera con destino en distintos países, ha permanecido en la penumbra a pesar de la calidad de su obra. Perteneció a la primera generación de estudiantes universitarios tras la Guerra Civil española. Fue estudiante de Filosofía y Letras en Madrid, y compaginó sus estudios con los de Derecho en la Universidad de Oviedo.
En el Madrid de la posguerra entró en contacto con las tertulias literarias y asistió a una de las más destacadas, que se celebraba en el Café Gijón, dentro del grupo de la llamada Juventud Creadora. Ésta era “dirigida” por el poeta ovetense José García Nieto y hacía de “presidente honorario” Gerardo Diego. Precisamente el poeta del Grupo del 27 (como gustaba llamarlo él mismo) aparece en uno de los últimos relatos de Ayesta, el titulado “Somió entonces…”: “era la gran estación de los conciertos y venía Gerardo Diego con pasitos menudos y rápidos a tocar ‘Sor Monique’ de Couperin, sonriéndose como un fraile al terminar el comentario: ‘¿Rubia? ¿Morena? Ahora lo veremos’. Y se metía en el piano como un conejo a dejar que la gente adivinara que el tono mayor corresponde a las rubias y el menor a las morenas”.
De esas reuniones en el Gijón saldría la revista Garcilaso y su continuadora, Acanto, en las que Julián Ayesta era uno de los narradores más destacados. Precisamente en Acanto publicó el relato “Almuerzo en el jardín”, que años más tarde formaría parte de Helena o el mar del verano.
Durante los años cuarenta siguió publicando prosa en las principales revistas de posguerra: Destino, Finisterre o la Revista Hispanoamericana. En seguida los textos de Ayesta llamaron la atención de Vicente Aleixandre. El poeta sevillano lo recomendó a José Luis Cano, en ese momento director de la revista Ínsula.
Helena o el mar del verano apareció en 1952 en la Colección Ínsula, de la revista del mismo nombre, en la que también publicaban a Luis Cernuda, Blas de Otero o Pedro Salinas. En una de las primeras críticas de la novela, el también escritor asturiano José María Jove señalaba que “pocos libros se han escrito con tanta sinceridad, con tanta sangre, con tanta nostalgia. Y, al mismo tiempo, con tanto atino en el paisaje, y en esos niños que piensan cosas terribles o corren desalados detrás de una muchacha por entre un bosque de eucaliptus”.
El propio Ayesta se refiere a su novela como “un relato cordial de un primer amor y de un relato hecho con un deliberado propósito de exaltación de lo eternamente válido y noble y hermoso de la vida. Es una reacción mediterránea frente al seudo existencialismo angustiado que inventa una ‘vida’ mucho más alejada de la vida humana real que la que invento yo en Helena”.
Lo extraordinario de Helena o el mar del verano es su coherencia interna, a pesar de estar formada por siete relatos escritos de forma independiente. Como señala Julián Ayesta, “he tardado diez años en escribir este libro. En realidad nunca lo concebí como una unidad, pero como esta unidad la llevaba yo dentro […]. Incluso me hace pensar que la unidad de este libro es mucho más profunda de lo que parece, porque vive de veras dentro de mí”.
Hoy la novela forma parte del catálogo de la editorial barcelonesa Acantilado, que la reeditó recientemente.