23/11/2024
Artes escénicas
Mariana Arteaga: reforestar el cuerpo
Una entrevista con la coreógrafa mexicana, que presentará los resultados de su taller de experiencias corporales en Connecting the Dots
Entre agosto y noviembre Mariana Arteaga impartió un taller para la escucha, la exploración y el reencuentro con el cuerpo propio: Pequeñas danzas para reforestar el mundo. En el contexto de Connecting the Dots, Tercer Foro Internacional sobre Creatividad, Arte y Cultura Digital, la coreógrafa mexicana facilitó un espacio de reflexión sobre los cuidados, cuya carga recae principalmente en las mujeres, para preguntar: y a ellas ¿quién las cuida?
La idea de este taller de experiencias corporales surgió durante los primeros meses de la pandemia, en el confinamiento. Más de cuarenta mujeres de entre 21 y 60 años participaron de este ejercicio de reforestación personal en seis sesiones virtuales y una caminata con audio. Se formó un colectivo a través de experiencias de baile, narraciones orales, prácticas escultóricas y sensuales, con el objetivo de que las participantes exploraran formas de reconexión con el cuerpo.
Parte de lo desarrollado en las Pequeñas danzas… será socializado del 2 al 5 de diciembre de 2021 como parte de las actividades públicas de Connecting the Dots.
La analogía del mundo y el cuerpo a través de la idea de la reforestación nos ubica en los terrenos de los cuidados ante la emergencia o la contingencia. ¿Cómo cuidarnos en esos ámbitos?
Primero, colectivizando la conversación sobre qué entendemos por cuidado en el entorno y en nuestro propio cuerpo. Me parece esencial revelarlo desde sus distintas aristas. Cuidarse es un acto amoroso, pero también puede preceder a la desconfianza en el mundo, al miedo o incluso a expectativas sobre la idea de “amor propio” que nos han vendido (cuerpo fitness, diversos tipos de couching, etc.). Cuidar a otrxs es un acto de amor, pero también puede ser desgastante; lxs cuidadores nos agotamos, nos invisibilizamos, nos anulamos.
En países como México los cuidados recaen sobre todo en las mujeres, en la familia nuclear y en el ámbito social se da por sentado que es nuestra responsabilidad. Es una de tantas formas de opresión interiorizadas. Por otro lado, seguimos con una visión antropocéntrica del mundo que habitamos; urge abandonar esa perspectiva, que nos ha traído adonde estamos, pandemia incluida.
Complejizando esta conversación podemos actualizarnos, reorganizarnos, acompañarnos… ensayar. A mi manera de ver, esto requiere de una acción colectiva. Cuando hablo de colectividad pienso en el círculo más cercano de personas, no en grandilocuencias. En Pequeñas danzas para reforestar el mundo abordamos desde el cuerpo la idea de la reforestación: situarse, reconectar con la propia potencia, disposición para aceptarse, para reconocer que no nos aceptamos, para conversar, pensarnos desde otras perspectivas, etc.
Tu experimentación artística habla constantemente del cuerpo-archivo. ¿Podrías ampliar esta idea?
Puedo decir que mi cuerpo habla de mí y de mi historia, pero a la vez mi cuerpo contiene la historia de una colectividad. Creo que en mis procesos artísticos suscito la revelación de la memoria de un cuerpo colectivo a partir de la memoria de un cuerpo individual. Ambas coexisten, son igual de importantes. Lo veo como un desdoblamiento que la mayoría de las veces no puedo explicar racionalmente. Sólo sé que nuestrxs cuerpxs saben que nos estamos contando sobre lo que hemos sido, y sobre las pulsiones de lo que quizá podríamos ser. En mis procesos artísticos experimento con el archivo, pero sobre todo intento democratizar su visibilización.
El cuerpo es geografía, territorio, emoción material. ¿Cómo logras entretejer los autocuidados corporal y emocional?
No pienso el autocuidado corporal como algo separado de la emoción o de la salud mental, por ejemplo. El llanto es corporal, el enojo también. Quizá creemos equivocadamente que lloramos sólo con los ojos. Llora el cuerpo completo. Lo digo de forma simplista, quizá, pero al experimentar la respiración, el tacto, la visión periférica, el movimiento, etc. hacemos contacto con lo emocional. De ahí también surgen procesos de cuidado.
La nueva edición de Connecting the Dots tiene a la danza como eje. ¿Qué impacto ha tenido en tu trabajo la realización de este taller y la colaboración con el foro?
A través del baile, de la danza, me he podido relacionar mejor con el mundo. Es parte constitutiva de quien soy y de mi hacer. Creo en su potencia social, en su capacidad sanadora. Más que el impacto en mi trabajo artístico, me interesaba pensar una forma de transitar amablemente por esta pandemia, que ha sido dura para todxs, hacia el lugar aún incierto de reincorporación a la vida que conocíamos, que evidentemente no será igual (espero que no). Me sigue inspirando encontrarme con otras personas.
Por razones diversas tuvimos que definir a Pequeñas danzas… como un taller, pero en realidad es una serie de experiencias corporales a partir de las cuales se pueden abrir conversaciones y procesos. Connecting the Dots tiene la intención de visibilizar temas como cuerpo y periferia o cuerpo y trabajo. Está en sintonía con lo que he venido trabajando. Por ello pudimos hacer sinergia con el foro, la relación ha sido fluida y abierta, cosa que agradezco.
¿Cuáles son tus próximos proyectos?
En estos momentos no hay nada concreto, pero uno de mis deseos es hacer Pequeñas danzas para reforestar el mundo de forma presencial. Tiene la potencia de convertirse en una pieza. En 2022 espero encontrarme con otrxs, imaginar juntxs, gozarnos y reírnos. Reírnos mucho.