23/11/2024
Artes visuales
La serpiente de los días
Algunas claves para acercarse a la instalación de Carlos Amorales, que actualmente ocupa el patio del Museo Kaluz de la Ciudad de México
El patio central del Museo Kaluz es una parada obligada durante la celebración del Día de Muertos en la Ciudad de México, pues cada año lo ocupan altares memorables. Pero es también un espacio para el despliegue de arte contemporáneo. En febrero de 2019, como parte de Zona Maco, el artista sudafricano Simphiwe Nzube montó una versión renovada de The Rain Prayers, instalación de gran formato que creó en 2016 para reflexionar paralelamente sobre el espíritu carnavalesco de Ciudad del Cabo y la escasez de agua que afecta a la capital de su país.
Tres años después, una nueva pieza se despliega en el patio virreinal: La serpiente de los días, de Carlos Amorales. La comisión del Museo Kaluz ha servido al artista para reflexionar sobre la experiencia colectiva de la pandemia de covid-19. Una máscara es replicada cientos de veces, formando una serpiente de aluminio que flota sobre un mar de rostros de cerámica. La instalación transmite el largo momento de incertidumbre que hemos atravesado colectivamente, y permite un sinfín de lecturas que vinculan lo mitológico con los temores más íntimos.
Uno de los artistas mexicanos de mayor proyección internacional, Amorales (Ciudad de México, 1970) ha mostrado un interés sostenido en el motivo de la máscara. A mediados de los noventa éste se expresó con la colaboración de luchadores profesionales (Amorales vs. Amorales), pero posteriormente ha reaparecido en su Archivo líquido de forma constante. La máscara alegoriza la posibilidad de habitar un espacio intermedio entre la fantasía y la realidad, con gran vigencia en el uso que se hace de ella en las autorrepresentaciones de Internet.
En La serpiente de los días el elemento suspendido en el patio central es, además, un enorme instrumento de percusión, un metalófono que puede ser activado. Si la obra de Amorales explora lenguajes y signos, con la producción gráfica como espacio privilegiado de reflexión, en este trabajo tridimensional elabora una gramática de la repetición en el espacio, con resultados inquietantes: hay aquí algo fantasmal, de espanto.
Como contraparte de la instalación, el auditorio del museo proyecta La retórica de la máscara (2020), un video realizado a partir de eventos performativos en Zoom, la plataforma que adquirió popularidad durante la pandemia. Con máscaras de colores, y a través de los fondos virtuales de la aplicación, Carlos Amorales reflexiona una vez más sobre el enmascaramiento, específicamente en tiempos de virtualización. Este trabajo audiovisual es el complemento de la pieza de aluminio y cerámica.
Luego de su inclusión en Cien del MUAC el año pasado, Amorales regresa a los espacios expositivos de la Ciudad de México con un monstruo de cara múltiple, que puede ser visitado en el Museo Kaluz hasta el 30 de septiembre.