23/11/2024
Pensamiento
La depredación laboral de las plataformas
En ‘Cappitalismo. La uberización del trabajo’ (Siglo XXI) la antropóloga Natalia Radetich señala la dirección del capitalismo actual
Si le pidiéramos a cualquier persona que mencionara a la empresa pública o privada que tiene el mayor número de empleados en el mundo, probablemente mencionaría Walmart o McDonald’s. Si también le preguntáramos cuál es la empresa que ha aprovechado mejor la tecnología digital, probablemente aparezcan nombres como Google, Facebook o Tesla. El hecho de que Uber, la compañía fundada en 2009 por Garrett Camp y Travis Kalanick, no surja como primera opción evidencia la forma en la cual la aplicación se ha entretejido en nuestras vidas bajo la apariencia de una de tantas empresas que han aprovechado el llamado capitalismo de plataformas.
Sin embargo, Uber –según cálculos de algunos investigadores– es la empresa que lidera el número de empleados a nivel global con un aproximado de cuatro millones. Debería entrecomillar la palabra empleados, pues Uber no los reconoce como tales, a pesar de la creciente presión para que establezca relaciones formales con la inmensa fuerza de trabajo que llena las arcas de la empresa. Por otro lado, si bien Google, Facebook o Tesla simbolizan los nuevos caminos que abrió la tecnología gracias a Internet, Uber ha llevado esta apuesta al extremo, ya que funciona a través de un software que conecta a millones de personas en el mundo. La aplicación y su magia hacen que la mayor corporación de transporte global trabaje sin un solo auto de su propiedad.
Natalia Radetich, profesora-investigadora en el Departamento de Antropología en la UAM-Iztapalapa, describe en Cappitalismo. La uberización del trabajo los diferentes niveles en los que actúa Uber: desde la flexibilidad laboral que, en muchos sentidos, es el centro de su negocio, hasta el aprovechamiento de la precariedad de las urbes actuales, particularmente en el Sur Global. El libro de la antropóloga y filósofa es un aporte interesante al estudio del capitalismo de plataformas porque, a diferencia de títulos que se quedan en la superficie, pues no analizan las dinámicas estructurales del capitalismo actual, va más allá de la denuncia.
Uno de los primeros elementos –claves a mi parecer– que destaca la doctora Radetich es que la “fórmula Uber” (parecida a la estrategia de Netflix, entre otras empresas) implica llevar al límite varios escenarios que plantea la teoría marxista, en particular la extracción de la plusvalía y el cambio tecnológico que acelera las contradicciones del capitalismo y su relación con la mano de obra. La autora plantea algo que se ha normalizado gracias al pensamiento tecnoutopista con el que hemos sido educados: Uber es una empresa que ha externalizado sus costos de operación para obtener ganancias puras, libres de cualquier inversión en infraestructura y de capacitación para sus recursos humanos. Es una maquinaria que desecha gastos y centraliza ganancias.
Escudados en la flexibilidad y omnipresencia de su aplicación (un territorio reticente a legislaciones o restricciones gubernamentales), Uber logra el sueño de la acumulación de capital: el trabajador ya no es un empleado contratado por la empresa sino un “socio” que se vincula con Uber solamente cuando empieza y termina un viaje. Además existe un elemento clave: el chofer tiene que pagar para trabajar. Antes de que entre al mundo del autoempleo tiene que invertir en un auto y en los costos que implica manejarlo. Cualquier gasto que surja del trabajo (más de 10 o 12 horas diarias en la mayoría de los casos) es absorbido por el chofer, pues Uber sólo se encarga de la interfaz que aparece en el celular.
Uno de los aspectos más valiosos de Cappitalismo. La uberización del trabajo es la investigación de campo. A través de entrevistas personales con choferes de Uber e, incluso, con la participación en grupos de trabajadores en redes sociales, Natalia Radetich aterriza la exploración teórica y el respaldo con cifras y datos. Las historias de los choferes que aparecen en casi todos los capítulos permiten entender el nivel de explotación que hay detrás del capitalismo de plataformas. Los trabajadores entran en una dinámica negativa que se retroalimenta, pues alrededor de Uber hay una red que erosiona las vidas de los “socios” de la aplicación.
El principal ecosistema que depreda a los conductores es la deuda. A través de la depreciación y el desgaste de su auto, el trabajador sin derechos recurre a todo tipo de préstamos para seguir en el juego. La necesidad de obtener dinero líquido (aunque, como lo describe Radetich a través de los testimonios recabados, esto no ocurre de inmediato sino una vez a la semana) involucra caminar por la cuerda floja hasta que, finalmente, es parte de un entramado que lo obliga seguir al volante para intentar disminuir los intereses de tus deudas.
Hay un aspecto que se menciona poco en el llamado “mundo Uber”, y que la autora pone sobre la mesa: el aprovechamiento de la empresa de las precarias condiciones de movilidad en los países colapsados por una pésima planeación urbana. Las ciudades del Sur Global (en donde Uber obtiene la mayor parte de sus ganancias) han dejado morir el transporte público. Además, las urbes han sido planeadas para la desigualdad: los trabajadores de la aplicación –habitantes de colonias periféricas– dan servicio a las zonas de clase media o media-alta replicando, de muchas maneras, las largas y tortuosas distancias que deben recorrer los asalariados hasta sus empleos. Desigualdad rampante, inseguridad, desaparición de cualquier vínculo laboral, desgaste físico de los “socios”, son sólo algunos efectos que enlista Natalia Radetich. A esto debe sumarse la increíble opacidad con la que se conduce Uber y que ejemplifica la paradoja principal del capitalismo de vigilancia: el conductor y su cliente son monitoreados todo el tiempo, y los datos que se generan en cada viaje contribuyen, de manera gratuita, al capital de la empresa; por otro lado, ambos ignoran los algoritmos que deciden la relación que se establece entre ellos.
¿Cuál es la importancia de la “uberización del trabajo” que plantea Natalia Radetich? Uber marca la dirección en la que se mueve el capitalismo del siglo XXI. Ante la imperante necesidad de expansión y las crisis cada vez más profundas producto de una economía entregada a la especulación y la deuda, las empresas recurren a la flexibilización laboral extrema y a la automatización de los procesos para continuar con la acumulación de capital. Disfrazadas de “avances tecnológicos” que nos llevarán, por default, a la prosperidad, las nuevas maneras de explotación están frente a nosotros, ganando terreno gracias a la desigualdad y a otros factores en los que apenas reparamos. Libros como el de Radetich, que mezclan teoría con investigación de campo, son necesarios para el debate sobre el rumbo que ha tomado el medio laboral en nuestra época.