23/11/2024
Artes visuales
‘Natq’: reencarnar contra la guerra
Una crónica de la conferencia performática que Lawrence Abu Hamdan ofreció en el MUAC, donde expone actualmente ‘Crímenes transfronterizos’
Hasta el 17 de marzo el Museo Universitario Arte Contemporáneo (MUAC) presenta Crímenes transfronterizos, exposición de Lawrence Abu Hamdan (Amán, 1985) que cuestiona la relación entre fronteras y sonido. El 2 de septiembre el artista jordano e investigador forense inauguró la muestra con una conferencia titulada Natq, sobre las implicaciones políticas de un testigo reencarnado.
Cuando Lawrence Abu Hamdan sube al escenario, vestido con ropa negra holgada, se apagan las luces del auditorio y se proyecta su entrevista con Bassel Abi-Chahine, un testigo reencarnado de la guerra civil que asoló Líbano entre 1975 y 1990. Durante los 15 años de este conflicto murieron más de 130 mil personas, pero todos los implicados fueron absueltos por decreto del Estado. Según Abu Hamdan bloquear los modos convencionales de testificar sobre la guerra ha producido testigos como Abi-Chahin.
−¿Cuándo naciste, Bassel? −pregunta una silueta a otra. Atrás del diálogo hay un bosque de cedros (árbol nacional del Líbano).
−Nací el 27 de marzo de 1987.
−¿Y cuándo murió Youssef Fouad al-Jowhary?
−Murió el 26 de febrero de 1984 −debido a un mortero disparado contra el Ejército de Liberación Popular en la ciudad de Aley.
−¿Cuándo naciste como Youssef Fouad al-Jowhary?
−En 1967.
Cuando la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) fue expulsada de Jordania en 1970, la milicia palestina se refugió en el Líbano. Entonces, Kamal Jumblatt, presidente del Partido Socialista Progresista (PSP), formó una alianza con la OLP para defender Chouf (región sudeste del Líbano) ante las Fuerzas Libanesas y cristianos maronitas apoyados por Israel. Mientras su hijo, Walid Jumblatt, creaba el Ejército de Liberación Popular reclutando a drusos y musulmanes chiitas.
Youssef Fouad al-Jowhary pertenecía a la comunidad drusa y apenas iba a cumplir 15 años cuando cambió su pañoleta de boy scout por un rifle.
Youssef Fouad al-Jowhary pertenecía a la comunidad drusa y apenas iba a cumplir 15 años cuando cambió su pañoleta de boy scout por un rifle. Bassel, la otra vida de Youssef, conserva reminiscencias del conflicto armado y se dedica a reconstruir la memoria del PSP. “Esta evidencia es doblemente silenciada. Primero, porque el testimonio de una persona reencarnada no tiene validez jurídica; segundo, porque los delitos cometidos durante la guerra civil fueron perdonados por la Amnistía en 1991”, explica el artista.
Reencarnación de un rostro
El reclutamiento infantil no es un tema de otra vida. Más de 93 mil niños fueron reclutados por partes en conflicto entre 2005 y 2022, según el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF). En México, la Red por los Derechos de la Infancia (Redim) calcula que al menos 30 mil niños han sido incorporados a las tropas del crimen organizado. Aunque no existe más evidencia sobre la milicia infantil del PSP, el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR/UNHCR) estima que el 1% de los infantes libaneses participó en la guerra civil.
Ahora se proyectan varias fotografías. Cuarenta niños marchan con fusiles y uniformes verde olivo; cuatro soldados, morenos y jóvenes, sonríen con rifles e iluminadas montañas al fondo; diez niños, con playeras blancas y gorros verdes, marchan sosteniendo retratos de hombres, quizá soldados. Todas las imágenes pertenecen al archivo de Abi-Chahine. Sería fácil reconocer a Youssef en esas fotografías, pero la reencarnación no recuerda cómo era su rostro durante la guerra civil. Su único retrato, blanco y negro, fue tomado ocho años antes de unirse al ejército. Buscando registros del PSP, Abi-Chahine consiguió varios carteles, incluyendo uno donde aparecen 75 rostros de militantes con su nombre completo. Sin embargo, arriba de “Youssef Fouad al-Jowhary” hay un espacio en blanco.
Otra decepción ocurrió cuando Bassel encontró su nombre anterior en un memorial para los soldados caídos en Aley, cerca de la carretera a Damasco. Se sintió orgulloso, aunque la fecha de defunción estaba mal escrita. Decía 1989, pero lo habían asesinado en 1984. Cuando solicitó a las autoridades locales que cambiaran ese dato, se negaron argumentando que las fechas en ese monumento eran casi todas incorrectas. Casi cuatro décadas después de su asesinato, utilizando su retrato a los seis años como modelo, la antropóloga Caroline Wilkinson hizo una reconstrucción facial de Youssef adolescente. Este rostro −frente ancha, cejas pobladas, mirada hundida, labios delgados, orejas grandes, nariz recta y mentón afilado− es un difunto, reencarnado digitalmente.
Se necesitan muchas personas para reconstruir a una sola. Ya que ningún retrato es completamente digital, la doctora Wilkinson utiliza archivos antropológicos, rasgos de personajes famosos, periódicos y libros para conservar las dimensiones humanas e identificables.
Reencarnación del espacio
Los nombres de los muertos, poema de Wadih Saadeh, traducido por María Luisa Prieto, dice: “Abrió la mano y contó con los dedos los nombres de los muertos, luego usó los dedos de la otra mano. Añadió a la lista los colores que le rodeaban, las ramas del árbol que estaba frente a su casa, las plantas del camino y las hojas del bosque”. Igual que sucede en esos versos, Bassel Abi-Chahine añadió el espacio circundante a una lista de víctimas. Su próximo libro, titulado Shot Twice, incluirá varias comparaciones entre postales bélicas y fotografías actuales en los mismos lugares.
Bajo la administración de Rafic Hariri Beirut pasó de los tradicionales zocos a enormes centros comerciales, creció la economía y retornaron al país muchos exiliados. En consecuencia, la guerra reencarnó como una competencia por el espacio.
Después de la guerra, en 1992, el empresario Rafic Hariri fue nombrado primer ministro del Líbano. Bajo su administración Beirut pasó de los tradicionales zocos a enormes centros comerciales, creció la economía y retornaron al país muchos exiliados. En consecuencia, la guerra reencarnó como una competencia por el espacio. Hace 34 años un niño lloraba entre las ruinas del Estadio Camille Chamoun, que fue reconstruido hasta 1997. Donde hubo francotiradores se construyeron departamentos, los edificios se convirtieron en torres de cristal, las camionetas camufladas fueron desplazadas por automóviles. Con el tiempo, buganvilias, cipreses y palos de rosa ganaron esta batalla.
Cuando Bassel intentaba recrear los ángulos de las viejas fotografías, notó que se redujeron banquetas, pasos peatonales y bancas públicas en la capital, priorizando al tránsito vehicular. Esta remodelación urbana dificulta registrar los cambios posguerra, porque 40 años antes el fotógrafo se había situado donde ahora pasan los autobuses. El segundo obstáculo fueron las oficinas gubernamentales y sedes partidistas, ocupadas por quienes dispararon contra sus fachadas en otro tiempo. Fotografiar estos edificios sería motivo suficiente para arrestar a Bassel y confiscar los registros.
Reencarnación de la política
El 13 de agosto de 1991 Líbano aprobó un proyecto de amnistía para todos los implicados en la guerra civil. Esta absolución benefició al general Michel Aoun, que llegó a la presidencia en 2016. “Los señores de la guerra ocultaron a las víctimas en fosas clandestinas para garantizar su silencio, utilizaron la amnistía como un recurso legal para protegerse de los sobrevivientes, pero nadie imaginó que los muertos podían volver a través de la reencarnación”, expone Abu Hamdan.
La reencarnación es una forma incómoda de testimonio, porque opera fuera de la racionalidad jurídica. No es sometida por instrumentos legales ni puede manipularse para acallar a los testigos. Su indeterminación deja sin respuesta una pregunta: “¿Qué tipo de justicia corresponde a las personas reencarnadas?”. Por ahora, el testimonio que aporta Abi-Chahine debe leerse como resultado de la impunidad. Según el artista, la “reencarnación” de los militares como clase política produjo condiciones para escuchar testimonios no convencionales. “Bassel se ha convertido en una fuente para cualquiera que busque comprender una época censurada por la historia oficial”.
Reencarnar: cambiar de camisa, vocalizar y escuchar
Lawrence Abu Hamdan se define como private ear (oído privado). Un guiño a las películas de detectives, pero utilizando deducción auditiva para resolver los crímenes. Su trabajo está enfocado en las posibilidades del sonido como evidencia, lo que se denomina “acústica forense”. Ha colaborado como asesor auditivo con Amnistía Internacional, Naciones Unidas y Defense for Children International, donde escucha a personas que escucharon: migrantes mexicanos, prisioneros en Siria o testigos de la explosión en Beirut.
“Creo que mis proyectos son menos obras de arte que intentos de producir las condiciones para escuchar de otro modo”, comentó Abu Hamdan durante un diálogo con Eyal Weizman, fundador de Forensic Architecture.
“Creo que mis proyectos son menos obras de arte que intentos de producir las condiciones para escuchar de otro modo”, comentó durante un diálogo con Eyal Weizman, fundador de Forensic Architecture, editado por el MUAC. Aparentemente Natq no tiene relación con la evidencia auditiva. Sin embargo, el título esconde un sonido político más complejo. La conferencia inicia con un recuerdo familiar de Abu Hamdan. Era una “típica cena estadounidense” para una familia libanesa de ascendencia judía. Sentados frente a frente, los parientes incómodos apresuraban el bocado. En el comedor una grotesca gelatina se tambaleaba entre platillos con sabor a refrigeración. Para romper el silencio, una tía indiscreta comentó con tranquilidad: “Lawrence, ¿sabías que tu primo Bassel hace natq?”.
Natq es un término árabe para referirse a la capacidad física de hablar, pero la mujer no insinuaba que Bassel podía vocalizar, ella se refería al otro sentido de esa misma palabra; es decir, a una habilidad para comunicar mediante la reencarnación. En español xenoglosia es el término más similar a natq, porque describe el fenómeno de comunicarse en un lenguaje que no fue aprendido, sino adquirido inexplicablemente. Hay casos registrados de pacientes que despiertan de un coma hablando chino mandarín o deportistas que después de una lesión desconocen su lengua materna. También hay estudios científicos que rechazan la veracidad de estos acontecimientos.
Si es imposible hablar desde otra vida, ¿cómo puede explicarse la reacción que tuvo el padre de Youssef al encontrarse con Bassel? ¿Por qué exclamó “Te estaba esperando” cuando no lo había visto antes? ¿Por qué la hermana de Youssef declaró que su hermano tenía reminiscencias de una vida pasada? En árabe el término preciso para designar una reencarnación deriva de la palabra qamiis (camiseta). Así que reencarnar significa “cambiar de camiseta”. No obstante, la tía de Lawrence −quien acepta esta reencarnación según la religión drusa− no escogió esa palabra porque cree que todas las personas cambiamos alma, pero sólo aquellas con un trauma pueden “comunicar” la transición.
Bassel reconoció que tuvo una muerte trágica cuando tenía apenas cinco años. Esta revelación ocurrió después de visitar el Memorial para los Veteranos de Vietnam, en Washington. Durante aquella época, debido a la guerra civil, su familia se había refugiado en Canadá y ocasionalmente viajaban a Estados Unidos. Desde que el niño Abi-Chahine observó a Los Tres Soldados de bronce, en National Mall, comenzó a dibujar esas efigies obsesivamente. Primero flotando en una hoja blanca; luego, entre campos verdes; más adelante dejó de retratar a los militares y dibujó solo tumbas, muchas tumbas, estilo Arlington. Hasta que un día escribió su propio nombre sobre una lápida. Junto al mármol hecho a lápiz ondeaba la bandera de un país que el chico aún no conocía, pero podía recordar.
“Para entender la lengua de los orígenes hay que leer lo escrito en paredes reales”, dice el poeta sirio Yusuf Al Jal (traducido por Joumana Haddad). No se refiere a fronteras abstractas, habla de “paredes reales”, como las lápidas en Arlington o el memorial en Aley. Muros sólidos como los que interroga Lawrence Abu Hamdan en la exposición Crímenes transfronterizos.
Al salir del auditorio me pregunto si un muro de Facebook podría leerse como una pared, si Bassel Abi-Chahine aparece en ese “libro de caras”, si alguien habrá creado para Youssef un perfil conmemorativo. Persigo esa curiosidad. Y con alegría descubro que Bassel, es decir Youssef, posa con lentes oscuros en una discoteca, haciendo la señal de amor y paz.