16 de agosto de 2017

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11/12/2024

Literatura

Libro de serpientes

En la novela ‘Según venga el juego’ Joan Didion anticipó, espejeándose en una actriz, la mirada crítica de los setenta estadounidenses

Iván Ortega | viernes, 31 de mayo de 2024

Joan Didion y su Corvette, 1971. Fotografía: Julian Wasser

Existe una variante del meme de los dos lobos (que utiliza la fórmula “Dentro de ti viven dos lobos…”, seguida de actitudes o posiciones contrapuestas) en el que aparecen una fotografía de Joan Didion y otra de Eve Babitz. El texto dice “Dentro de ti hay dos personas, una acérrima crítica del hedonismo y una chica hedonista”. Ambas autoras, fallecidas a finales de 2021 con pocos días de diferencia, funcionan como caras opuestas de un mismo fenómeno: la contracultura de los años sesenta y su integración en la vida cotidiana de las décadas que siguieron.

Babitz fue una participante entusiasta de los cambios culturales de su época: amiga de Jim Morrison y Francis Ford Coppola, ahijada de Stravinski, ilustradora de álbumes de bandas de rock. Es la mujer que juega desnuda al ajedrez con Marcel Duchamp, en la famosa foto de Julian Wasser. Algunos textos autobiográficos donde habla sobre estos y otros eventos de su vida (la afición a las clases de baile, la admiración por Linda Ronstadt, la afición por la comida mexicana, etc.) pueden encontrarse en El otro Hollywood (1974) y en I Used to Be Charming (2019).

Por su parte, Didion, autora más conocida en lengua española que Babitz, fue siempre un testigo escéptico de los grandes cambios de su época. Su rechazo de diversos movimientos contraculturales es palpable en “Slouching Towards Bethlehem” o “The White Album”, ensayos-crónicas centrales de los libros a los que dan nombre. Un pasaje de este último texto, donde la autora narra los eventos de una fallida sesión de grabación de los Doors, contrasta con la visión de Babitz sobre la banda. Quizás estos contrastes contribuyeron a que la amistad entre ambas se debilitara. Lili Anolik ha dedicado diversos trabajos a esta amistad/rivalidad, y a finales de este año Scribner publicará Didion & Babitz, volumen en el que narra a detalle la relación entre ellas.

El juego

Existe una edición estadounidense de Según venga el juego (1970; Literatura Random House) que utiliza la fotografía de Babitz y Duchamp en la portada. Una decisión cuestionable, ya que alude más a la relación Babitz-Didion que al contenido del libro. Nada en la novela sugiere algo parecido a un juego de ajedrez, que depende principalmente de las habilidades de cada jugador. Es una narración sobre juegos de azar o, sería mejor decir, la vida como juego de azar, una enorme partida de póker en la que los personajes desarrollan estrategias para jugar mejor la mano que les ha dado la vida.

Maria, la protagonista, recuerda dos lecciones importantes de su padre, un hombre que perdió una mina y ganó un pueblo en medio de la nada: 1) la vida misma es una partida de mierda y 2) debajo de casi cada piedra encontrarás una serpiente (Quintana Roo Dunne, la hija adoptiva de Joan Didion y John Dunne, llamaba a Según venga el juego “el libro de serpientes de mamá”, en referencia a la portada de la primera edición). Aunque la propia Maria no se dedica a ningún juego en específico, constantemente se encuentra haciendo apuestas contra sí misma, intentando jugar sus cartas contra personajes más despiadados que ella. Personajes poderosos que parecen tener mucha mayor agencia sobre el destino de Maria que ella misma.

Veinte años después Paul Auster escribiría una continuación espiritual de esta novela, La música del azar. La vida como una mano de mierda con la que nos vemos obligados a jugar. Didion parece unirse a Eugene Thacker: decir que éste es el mejor de los mundos posibles no es, como parece a primera vista, una proposición optimista, sino más bien una pesimista: el universo no tiene nada mejor que ofrecernos.

El cine y la nada

Las estrellas no brillan sobre nosotros,

sólo estamos en el camino que recorre su luz.

David Berman

Según venga el juego es, también, una novela sobre Hollywood, las falsedades del glamour, la vida miserable de las estrellas y los diversos intereses y egos que hacen o destruyen películas y carreras. Es una novela formalmente arisca, inescrutable. Comienza con tres monólogos cortos: uno de la protagonista, Maria; otro de Carter, su pareja; y uno de Helene, la viuda de BZ, cuya vida fue afectada severamente por un suceso que no se revela hasta la última página y en el que está implicada Maria, en quien ahora sólo puede pensar con odio y resentimiento.

Después de estos monólogos aparece una sucesión de capítulos tan cortos como gélidos, un verdadero triunfo minimalista que nos muestra escenas de la vida de Maria y contrapone diversos momentos: las drogas, el aborto clandestino, los primeros pasos en el cine, los juegos de poder contra Carter y contra prácticamente todos los hombres con los que se relaciona sexoafectivamente, las decepciones con la vida de actriz, los primeros choques con su agente. La novela traza sutilmente el camino que sigue el deterioro mental de su protagonista.

Maria comparte algunos rasgos biográficos con Joan Didion (una estancia en Nueva York al comenzar la vida adulta y una posterior mudanza a California, una hija con problemas de salud mental), y la propia autora alguna vez declaró: “no quería ser escritora, quería ser actriz. En aquel entonces no me daba cuenta de que era la misma pulsión. Se trata de hacer creer. Es una representación. La única diferencia está en que un escritor lo puede hacer a solas”. Podríamos pensar en esta novela como la vida virtual de Didion, una reflexión sobre las posibles ramificaciones del camino no tomado donde explora, no sin cierta crueldad, aspectos que le repugnaban de la cultura liberal californiana de los sesenta y de la vida en Hollywood. En la declaración de Didion se halla el problema principal de la vida de Maria: es una persona que busca la soledad y cierto olvido, pero la carrera que eligió demanda un público, trabajar colectivamente.

En Según venga el juego es posible, al igual que en los artículos más famosos de Joan Didion, entrever cierto moralismo desencantado, a pesar de que la autora procura mantener un tono neutro y libre de juicios directos. Tiene una mejor estrategia: es una maestra del uso de detalles sórdidos. Uno de los momentos más deprimentes de “Slouching Towards Bethlehem”, una escena repleta de hippies drogados y sucios, resalta la presencia de una niña de cinco años, que también parece estar bajo los efectos del LSD (esta escena encuentra un eco discreto en Según venga el juego, cuando se nos habla del “cerebro invadido por un químico aberrante” de Kate, la hija de Maria, institucionalizada desde una corta edad).

Pavor a los setenta

En La banda que escribía torcido. Una historia del nuevo periodismo (2005; Libros del K.O.) Marc Weingarten comienza el capítulo dedicado a Didion contraponiéndola a Tom Wolfe: “no todos los escritores que informaban acerca del movimiento juvenil estaban fascinados por los cambios que ocurrían en California y hubo en especial una escritora que siempre mantendría un distanciamiento escéptico, por no decir un pavor existencial… Didion lo vio con claridad en San Francisco, con la revolución contracultural en pleno auge. Allí donde otros preferían ver una nueva comunidad de jóvenes alzándose como margaritas que brotaban de las grietas de la acera, Didion vio un pueblo de niños perdidos”. La escritora anticipó la revisión severa de los sesentas que emprenderían novelistas como T.C. Boyle en Drop City, novela satírica sobre los problemas de la vida comunal, o Thomas Pynchon en Vineland y Vicio propio.

Según venga el juego es una novela repleta de momentos sórdidos; en ella se muestra un profundo asco por la existencia. Ninguno de los personajes parece ser feliz o siquiera estar buscando algún tipo de felicidad sino más bien perjudicar a otros y, de paso, perjudicarse a sí mismos. Maria y Carter intentan restablecer su relación múltiples veces pero todo termina siempre en violencia. Cuando Maria se embaraza de otro hombre, Carter amenaza con usar todo su poder para quitarle la custodia de Kate si decide tener al bebé, a pesar de que nunca vemos que realmente se preocupe por su hija. Maria se entrega a affaires con hombres que la ven como un objeto. Incluso ella misma llega a percibirse como objeto. Otros personajes piensan que, como actriz, es decir, como trabajadora del cine, ella es también un producto de consumo o un producto sexual (una de sus escenas más famosas como actriz consiste en su personaje siendo abusada sexualmente por una pandilla de motociclistas).

Los escándalos que rodean la vida de Maria no desencajarían con pasajes de un volumen de Hollywood Babylon. El cruel golpe de gracia de Joan Didion consiste en negarle cualquier posibilidad de redención a su personaje. Maria es maltratada, abusada, engañada, estafada, humillada, y eso no evita que ella, entregada al azar y las malas estrategias, tome la peor decisión, la más cómoda y egoísta, cuando le corresponde sólo a ella actuar: no logra evitar, por ensimismamiento y desidia, el suicidio de su mejor amigo. Finalmente comprendemos el rencor de Helene, cuyo esposo, BZ, fallece por una sobredosis de calmantes tomado de la mano de Maria en la cama de un cuarto de motel.

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