21/11/2024
Artes visuales
Escuchar las voces: 15 Bienal FEMSA
Con sedes en Guanajuato y León, el evento artístico despliega una reflexión colectiva sobre los vínculos entre cuerpo y territorio
Pensar la dimensión poética del arte: tal es el punto de partida de la edición 15 de la Bienal FEMSA. El nombre elegido en esta ocasión, La voz de la montaña, es adecuado en ese sentido, pues abre los significados en lugar de cerrarlos. Plantea un enigma que cada espectador habrá de resolver. Un elemento natural tan concreto como alegórico, cuyas asociaciones permiten explorar los caminos diversos del arte contemporáneo. Así, los conceptos-eje que guían la propuesta posibilitan acercamientos al trabajo de creadores de distintas generaciones y procedencias: la corporalidad, la identidad, el territorio y el paisaje.
“Para definir las líneas curatoriales de la Bienal partimos primero de su condición itinerante, pues cada edición ocurre en una sede distinta”, explica Mariana Munguía Matute, directora artística de la 15 Bienal FEMSA. “En Guanajuato nos encontramos con que sus ciudades tienen una fuerte autonomía identitaria: la capital política y en un sentido cultural no es la más grande sino León, la capital económica. El estado es como una constelación de ciudades que históricamente han conectado el centro y el norte del país. Así, trabajamos con la idea de que la Bienal no debía ser sobre Guanajuato ni necesariamente para Guanajuato sino con Guanajuato”. El equipo curatorial formado por Pamela Desjardins y Christian Gómez, con la colaboración de Isis Yépez, curadora local, y Eugenia Braniff, curadora asociada, buscó formas de poner a dialogar las propuestas de artistas de diversas partes de México con las escenas locales, las sedes y, más ampliamente, las dinámicas culturales del Bajío.
Lo cierto es que los espacios expositivos de León y Guanajuato albergan hasta el 25 de agosto trabajos de gran variedad formal y temática, si bien orientadas por la tensión entre los cuerpos y el territorio. Inaugurada el 23 de mayo, los primeros días de la Bienal tuvieron como protagonista al encuentro editorial Pie de Monte, en el Museo de Arte e Historia de Guanajuato (MAHG) leonés. Al programa lo completan otros tres núcleos –Comisiones (29 proyectos), Relieves (talleres, charlas, presentaciones, conferencias) y Desplazamientos (ciclo itinerante de obras audiovisuales)– a los que conviene prestar atención.
Paisaje e historia
Las sedes de la 15 Bienal FEMSA son diversas, y van de museos tradicionales y galerías independientes a plazas públicas e incluso fachadas de edificios. En Guanajuato las piezas habitan lo mismo el Museo del Pueblo que las catacumbas del Mesón de San Antonio; en León se las puede ver en el citado MAHG pero también en el espacio autogestionado Torre Andrade o en la Antigua Plaza de Gallos. Para hablar de su experiencia, conversamos con cuatro de los artistas convocados.
Las sedes de la 15 Bienal FEMSA son diversas, y van de museos tradicionales y galerías independientes a plazas públicas e incluso fachadas de edificios. En Guanajuato las piezas habitan lo mismo el Museo del Pueblo que las catacumbas del Mesón de San Antonio.
Al inicio del proceso de la Bienal los creadores fueron invitados a un viaje a Guanajuato y León para conocer los espacios. “Fue bastante importante porque a partir de ahí comencé a investigar y a leer más acerca del estado y su historia, del papel que tuvo en la construcción del país como una sola nación”, comenta la oaxaqueña Ana Hernández, una de las pocas artistas con presencia en ambas ciudades. La escultura Xquipi (Ombligo), presentada en la Alhóndiga de Granaditas, funciona como prólogo a la instalación Redasilú (Vendrá la memoria), que se despliega en la Galería Jesús Gallardo del centro de León. 68 bules de calabaza, sostenidos por cuerdas de henequén e intervenidos con obsidiana, oro, cera, caracoles, grafito, pigmentos, cobre y barro, materiales de la tierra. Una pista sonora en zapoteco amplía la experiencia sensorial: “En México existen 68 lenguas originarias, once familias lingüísticas y más de 500 variantes. Si comenzáramos a valorar este gran privilegio podríamos construir un mejor lugar, a partir de la diversidad y no de la unificación”.
Tania Ximena presenta en el MAHG un ambicioso proyecto audiovisual: la videoinstalación en dos canales La marcha del liquen. Aquí se pone de manifiesto, con imágenes imponentes, la interrelación entre territorios lejanos. De un lado, el deshielo de la Antártida y su reverdecimiento, vistos desde la isla Rey Jorge (o 25 de Mayo); del otro, el pueblo tabasqueño de El Bosque, cuyas costas han sido erosionadas por el aumento del nivel de las aguas. La artista-cineasta hidalguense conversó con los curadores sobre distintos proyectos en los que estaba trabajando; la elección de la pieza –aún en desarrollo– tuvo que ver con la memoria de las inundaciones en León, que reconfiguraron sus espacios. De trazo elíptico, la sala del museo donde se proyecta La marcha del liquen “me permitió jugar con la temporalidad de los videos. Cuando uno termina se enciende el otro, detrás, lo que obliga a moverse de sitio, a voltear, hay una relación con el cuerpo. Hay un cambio de escala, de la figura humana en la parte de Tabasco a los muros de hielo de la Antártida, sus crujidos, la mezcla de miedo, emoción y tristeza que sentí al estar ahí”.
Bailes con calaveras
En la Alhóndiga de Granaditas, el Museo Regional de Guanajuato, el capitalino Néstor Jiménez presenta una instalación compuesta por el óleo sobre puerta de tambor La muerte arquera y la alegría de vivir y Totentanz, un juguete de gran escala construido en triplay con la colaboración de su hermano, Edgardo Jiménez. La propuesta dialoga con una de las obras de la pinacoteca del Templo de la Compañía en la capital guanajuatense: “Decidí hacer una versión respetando sus características formales más esenciales: que está creada sobre una puerta, que tanto para el autor como para mí representa una metáfora sobre el umbral de la vida y la muerte, y que está pintada por los dos lados para presentar esta dualidad del tiempo terrenal y el tiempo eterno”. La pieza, con su idea de la danza macabra, fue concebida en un momento de duelo del artista, por la pérdida de su padre, pero posee diversas implicaciones: “Al estudiar cierta línea histórica del Totentanz y cruzarla con la investigación sobre las artesanías, en las que hay un sinfín de representaciones de la parca, até cabos y surgieron decisiones como la pintura roja de la sala para referirme al color del tepetate, presente en La muerte arquera”.
24 piezas conforman la propuesta de Felipe Baeza dentro de la exposición colectiva que cobija el Museo de Arte e Historia de Guanajuato. La mayor parte de ellas componen la serie de collages Adiós a Calibán, un conjunto de cuerpos híbridos entre erótica cuir y escultura prehispánica que transmiten la idea de liminaridad característica de la obra del artista originario de Celaya y afincado en Nueva York. “Tuve conversaciones fructíferas con el equipo curatorial sobre las ideas que yo quería presentar y que tenían sentido para esta exposición. Las conexiones fueron intuitivas, ya que desde hace tiempo he estado pensando en conceptos como formas rebeldes (Unruly Forms), el escape, el intermedio, el espacio para las posibilidades que hacen que valga la pena vivir”. Las poderosas pinturas de Baeza tienen su expresión más reciente en Sentir un entonces y un allí, reinterpretación del Monstruo de la Tierra o Portal del Inframundo olmeca: “Hace referencia a una cueva o montaña como espacio de transformación y posibilidades infinitas, en una conexión inconsciente con el título de la Bienal, La voz de la montaña”.
“Hace referencia a una cueva o montaña como espacio de transformación y posibilidades infinitas, en una conexión inconsciente con el título de la Bienal, ‘La voz de la montaña’”: Felipe Baeza.
Otros artistas comisionados son Daniel Aguilar, Arrogante Albino, Javier Barrios, Francisca Benítez, Isa Carrillo, Galia Eibenschutz, Miguel Fernández de Castro, Nina Fiocco, Ana Gallardo, Daniel Godínez Nivón, Karla Kaplun, Magali Lara, Tahanny Lee Betancourt, Lorena Mal, Josué Mejía, Taniel Morales, Cosa Rapozo, Jaime Ruiz Martínez, Miriam Salado, Ana Paula Santana, Alan Sierra, Sofía Táboas, Tuxamee, Lucía Vidales y Salvador Xharicata, con trabajos de instalación, pintura y escultura, así como performances de muy diversas implicaciones simbólicas.
Otras montañas, más voces
A la amplia oferta expositiva en museos y galerías se suman las distintas etapas del programa Desplazamientos, curado por Eduardo Thomas, con obras que recurren lo mismo a técnicas de animación y etnografía experimental que a la arqueología de los medios y el cine expandido. Si en las fechas inaugurales pudo apreciarse el emocionante performance cinematográfico Nanacatepec, a cargo de Azucena Losana y Elena Pardo, durante el desarrollo de la 15 Bienal FEMSA podrá verse un conjunto de trabajos que difuminan los límites entre el cine y las artes visuales, como la Trilogía de la propiedad privada de Nicolás Pereda.
“La Bienal FEMSA es la única bienal curada de México, que no tiene formato de concurso, y esta es la tercera edición itinerante. Guanajuato es un estado con una escena artística amplia y compleja; para nosotros ha sido importante establecer conexiones con artistas de otras regiones. Presentarse en distintas ciudades y sedes permite la creación de nuevos públicos. Públicos que, por ejemplo, se encuentran con propuestas de arte contemporáneo en un espacio como la Alhóndiga de Granaditas. Pensamos la Bienal como un programa antes que como una exposición”, plantea Mariana Munguía Matute.
“Guanajuato es un estado con una escena artística amplia y compleja; para nosotros ha sido importante establecer conexiones con artistas de otras regiones. Presentarse en distintas ciudades y sedes permite la creación de nuevos públicos”: Mariana Munguía Matute.
“El trabajo de los artistas no es para un grupo específico, es para que todo el mundo vea una parte de sí mismo en esos objetos, para acceder a experiencias y personas que de otra forma no conoceríamos”, comenta Felipe Baeza sobre su participación en la 15 Bienal FEMSA. Tania Ximena lo pone en perspectiva: “Es importante en tanto crea un panorama a partir de los intereses de una parte de la escena artística mexicana. Abre un espacio para que no sólo el Estado, sino también las grandes empresas, dediquen una parte de sus recursos a posibilitar otro tipo de expresiones”. Abunda Néstor Jiménez: “Aunque no están representadas todas las tendencias de lo que se hace en el país, la Bienal es una buena muestra de lo que ocurre. El formato curatorial, abandonado el certamen, es muy benéfico para los artistas, pues permite todo tipo de intercambios y la creación de piezas fuera de las lógicas habituales”. Ana Hernández concluye: “Cada edición de la Bienal es interesante, y en su actual formato permite una serie de encuentros e intercambio de conocimientos, tanto entre los artistas como con el público en general”.