16 de agosto de 2017

La Tempestad

También las artes cambian al mundo

14/03/2025

Artes visuales

El arte cristiano y el caso Fabián Cháirez

Detrás de la polémica sobre ‘La venida del Señor’ se oculta una añeja tradición erótica ignorada por quienes acuden a jueces para censurar

A.W. Strouse | jueves, 13 de marzo de 2025

Fabián Cháirez, ‘Agnus Dei’ (2023)

En 2019 su retrato de Emiliano Zapata (La Revolución), exhibido en el Museo del Palacio de Bellas Artes en la colectiva Zapata después de Zapata, provocó indignación nacional. En 2025 su exposición en la Academia de San Carlos FAD UNAM, La venida del Señor, es motivo de protestas y de una demanda. La muestra fue cerrada por decisión de un juez, pero otro negó la suspensión. Algunos católicos afirman que las obras de Fabián Cháirez son ofensivas porque ha pintado retratos de religiosos consagrados erotizados, pero desde el punto de vista histórico el escándalo es un fraude. Es un falso conflicto que surge de la ignorancia del arte cristiano. 

Debe tomarse en cuenta que el catolicismo es una fe del cuerpo, en toda su vergüenza y gloria. La sensualidad gráfica –y hasta el homoerotismo– es integral al mensaje de los Evangelios y de la tradición del arte cristiano. Caravaggio representó a Cristo invitando a Santo Tomás a introducir el dedo índice en la herida de su abdomen. Es el testimonio de un misterio –un orificio abierto– donde el amor divino se hace carne y sangre en el claroscuro del pecado y la salvación. Caravaggio es representativo de un arte que muestra de forma flagrante cómo los santos anhelaban penetrar al Señor.

Como Tomás, otros santos fueron bastante morbosos en su amor a Dios. En el arte medieval San Bernardo es representado a menudo tomando leche de la Virgen. Los gays han elegido a San Sebastián como icono sencillamente porque los artistas han mostrado su martirio como homoerótico. Es decir, el cristianismo se aferra a Dios como ser apasionadamente amoroso y aún sexual. Santa Catalina de Siena, por ejemplo, afirmó que en su boda con el Señor usó el prepucio de Cristo como anillo.

Caravaggio, La incredulidad de Santo Tomás (1602)

Uno de mis libros1, de hecho, se centra en la importancia del Santo Prepucio en la teología cristiana: fue la única parte del cuerpo de Cristo que permaneció en la tierra después de la Ascensión. Varias iglesias europeas afirmaban tener la reliquia, que fue un objeto de intensa veneración. Algunos de los fieles eran aún más extremistas, como la mística Agnes Blannbekin: creía que había comido el Santo Prepucio como hostia. El historiador de arte Leo Steinberg ha mostrado que en la Edad Media era común representar al Niño Jesús con María sosteniendo sus testículos, y al Cristo adulto con una gran erección. Era una forma de devoción que llamaba la atención sobre los impulsos sexuales de Cristo.

El historiador de arte Leo Steinberg ha mostrado que en la Edad Media era común representar al Niño Jesús con María sosteniendo sus testículos, y al Cristo adulto con una gran erección.

No se lo digas a tu tía panista o se desmayará: en la Edad Media muchos católicos imaginaron la herida en la costilla de Cristo como una vulva. Se creía que el Señor –como una persona no binaria o trans– había dado a luz a la Santa Iglesia por esta hendidura vaginal. Según la historiadora Caroline Walker Bynum, por siglos los cristianos llamaban a Cristo su Madre, cuyos pechos se llenaban con la leche de la salvación.

En el siglo XIX empezó a surgir globalmente (en Europa, Estados Unidos y México) la identidad gay moderna. A medida que los fifís y los dandis formaban las primeras subculturas gay, solían estilizarlas con la sensualidad de la Iglesia (especialmente en la literatura decadente de Baudelaire, Pater o Verlaine). Cuando Oscar Wilde fue a prisión por sodomía, rogó a sus carceleros que le permitieran leer a San Agustín; en su carta de la cárcel escribió elocuentemente sobre su deseo de convertirse en monje medieval. 

Barna da Siena, El matrimonio místico de Santa Catalina (c. 1340)

Me parece que Fabián Cháirez es parte de esta tradición, pero que se está aburriendo de ella. Tal vez no debería decirlo, pero –a riesgo de sonar como reina perra o, peor aún, como un gringo– creo que está listo para madurar como artista, para pasar a nuevos temas y hacer nuevos experimentos. En su exposición en San Carlos muestra dos cuadros de 2017. Normalmente están colgados en el bar gay La Puri, son muy conocidos en el ambiente: extravagantes, exuberantes, brillantes, pintados con maestría y cuidado. Más recientes, los otros cuadros de La venida del Señor parecen un tanto mecánicos, como surgidos del hastío de cumplir con lo que el público (y el mercado) le pide. Tal vez habría que ir más allá de viejo juego de épater le bourgeois.

En los ochenta, con el inicio de la crisis del VIH/sida, los artistas gays usaron la iconografía cristiana para identificar su sufrimiento con la Piedad o la Crucifixión. Este activismo dio un cariz urgente y espiritual a las apropiaciones del arte cristiano.

En los ochenta, con el inicio de la crisis del VIH/sida, los artistas gays usaron la iconografía cristiana para identificar su sufrimiento con la Piedad o la Crucifixión (como El santo señor del SIDArio del Taller Documentación Visual). Este activismo dio un cariz urgente y espiritual a las apropiaciones del arte cristiano. Andy Warhol es un ejemplo curioso. Era extremadamente gay y extremadamente religioso. Ardiente católico, asistía a misa todas las mañanas. Como ha escrito Jessica Beck, Warhol se diferencia de otros artistas homosexuales porque no citó la clásica iconografía del santo martirizado o del Cristo muerto. 

En su última gran serie de pinturas (The Last Supper, 198687) Andy Warhol jugó con La última cena de Da Vinci. Unió la religión y el amor gay en el contexto del sida, celebrando al Cristo viviente entre sus apóstoles, en el milagro eucarístico. Warhol expresó así la esperanza de que sus amigos pudieran trascender el dolor de este mundo y unirse a la fe que convertiría a todas las personas en un solo Cuerpo. Tal vez llegó a esa idea luego de una vida de experimentación estética y varios escándalos, además de muchas mañanas de lectura y oración. Nuestro querido Cháirez es joven, está lleno de potencial. Merece el estímulo de una crítica bien informada, no ser derribado por difamaciones ignorantes.

Andy Warhol, de la serie The Last Supper (1986-1987). Fotografía: Daniel Hsu

  1. Form and Foreskin: Medieval Narratives of Circumcision, Fordham University Press, 2021. []

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