16 de agosto de 2017

La Tempestad

También las artes cambian al mundo

22/01/2025

Cine/TV

El regreso a la caverna

El último trabajo de Alice Rohrwacher, el cortometraje ‘An Urban Allegory’ (MUBI), reflexiona sobre nuestra relación con las imágenes

Jessica Romero | lunes, 20 de enero de 2025

Fotograma de ‘An Urban Allegory’ (2024), de Alice Rohrwacher y JR

1.

En su Cuaderno de los sesenta Jonas Mekas escribió que la cultura de la practicidad ha disminuido nuestra capacidad de visión. No obstante hay maneras de liberar el ojo de las inhibiciones de la mirada. Algunos las hemos experimentado a través del cine. Si exploramos, por ejemplo, el trabajo de Nam June Paik, Peter Kubelka o George Maciunas veremos películas que prescinden de imágenes y en donde la luz se convierte en protagonista de una experiencia visual intensa y desbordante. Stan Brakhage incluso realizó Mothlight (1962) sin usar una cámara. Y Storm de Hirsch hizo Divinations (1964) golpeando, tallando y pintando cinta de empalmar de 16mm con material quirúrgico.

Lo cierto es que el cine escapa de cualquier modalidad impuesta, busca sus propios misterios y sueños. Tiene muchos rostros, afirmó Mekas. No en vano en cada época ha existido un cine realizado por exploradores y exploradoras que experimentan con las diversas posibilidades que el medio les ofrece. Un cine cuya narración se desestructura, desconcierta y sorprende. O que deviene guiño sónico, choque cromático, incluso placentero aturdimiento sensorial. Estos autores y autoras, que van contra la normalidad y el conformismo, son las verdaderas voces de sus generaciones.

2.

Lo anterior parece ocurrir en el nuevo cine italiano. Alice Rohrwacher lo consigue, al igual que Pietro Marcello o Francesco Munzi. Situaciones, sentimientos, actitudes y problemas dan lugar a un cine abierto, que celebra la vida plenamente. De ahí nace el flujo espontáneo, la imprevisibilidad, la frescura y la vivacidad que caracterizan a sus películas. Es curioso que Rohrwacher, una cineasta que ha redefinido la frontera entre documental y ficción, entre realidad y mito, dance en la superposición de dimensiones poéticas cargadas, a la vez, de política. Su obra se compone de fábulas que apelan a la imaginación como vinculo primordial con el espectador. Tiene la capacidad de narrar a través de sonidos y paisajes invisibles que exploran la complejidad de lo real. La textura de sus cintas, su grano en 16mm y Super 16, nos hace participes de un modo que despierta asombro y permite entrever una belleza desconocida.

Alice Rohrwacher

Fotograma de An Urban Allegory (2024), de Alice Rohrwacher y JR

3.

An Urban Allegory (Allégorie citadine, 2024) es parte de un proyecto multidisciplinario realizado por Alice Rohrwacher junto al fotógrafo francés JR. El primer acto de Retour à la Caverne consistió en una instalación que se presentó durante el otoño de 2023 en el exterior de la Ópera de París, mientras el edificio era restaurado. En la fachada del Palais Garnier se mostraba la fotografía de una gran cueva que se abría a un paisaje lleno de rocas y luz, animando a los asistentes a regresar a la alegoría de la caverna de Platón, un lugar que conduce al conocimiento, o salir de ella para acceder a la comprensión del mundo a través de la experiencia de los sentidos.

La noche del 23 de noviembre el Act I se convirtió en Act II. Durante el espectáculo la fachada del Palais se desvaneció, introduciendo a los asistentes dentro de la caverna, que se convirtió en el lugar que salvaguarda a los residentes de los peligros del mundo. Además de esta escenografía, Retour à la Caverne consistió también en la pieza original compuesta por el músico Thomas Bangalter (del dúo Daft Punk) para el proyecto de arte-danza Chiroptera y la coreografía de Damien Jalet ejecutada por 153 bailarines.

Podría decirse que An Urban Allegory (Alegoría urbana) es la tercera parte de esta puesta en escena. También podría afirmar, sin temor a equivocarme, que este cortometraje disuelve los límites del arte que llamamos cine hasta convertirlo en un misterio sin fronteras. En los tres actos hay luz, movimiento y una imagen filmada, pero no es posible definirlos o apreciarlos de la misma manera. Esa actitud es el motor de este tríptico que, desde diferentes puntos de vista, penetra en el núcleo de una realidad siempre cambiante.

4.

En Sobre la fotografía Susan Sontag afirma que la fotografía se ha convertido en un modo de certificar la experiencia, en un medio para experimentar algo, para dar una apariencia de participación. Hoy los teléfonos celulares han transformado la manera en que caminamos por la calle y nos relacionamos con lo próximo y lo lejano. Gracias a las tecnologías de reproducción y posteriormente a la simulación digital las imágenes han invadido el espacio urbano. Con la multiplicación de las prótesis audiovisuales se impone una relación de voyeurismo que uniforma la significación de los eventos singulares, transformando la manera en la que percibimos y proyectamos nuestro entorno.

Como afirma Franco Berardi Bifo, el arte puede ser un indicador que detecta los cambios que ocurren en la esfera de la sensibilidad humana. El panorama artístico del nuevo siglo parece estar repleto de imaginarios distópicos y una conciencia que señala la aceptación y la resignación de la inevitable vida precaria. No obstante la experiencia estética también tiene que ver con un cambio en la manera en que percibimos y semiotizamos el mundo. Precisamente An Urban Allegory exhibe formas de acción y aventura que pueden ser recreadas en la vida cotidiana y crear nuevos mitos que reconfiguran las expectativas y las experiencias. En este cortometraje Rohrwacher se adentra en los pliegues de la sociedad contemporánea para describir la manera en que la tecnología digital repercute en la vida cotidiana. La globalización de las imágenes se desarrolla en paralelo a la económica, rediseñando artificialmente todos los rastros de la vida tradicional y delineando la visión urbana en pantallas de diversos tamaños.

5.

En su alegoría de la caverna Platón se preguntó: ¿qué pasaría si los prisioneros fueran liberados de sus cadenas y escaparan de la cueva? Alice Rohrwacher intenta responder a esta pregunta, pero la complejidad de la interrogante puede interpretarse de muchas maneras. El cortometraje comienza con Jay (Naïm El Kaldaoui) y su madre (Lyna Khoudri) recorriendo las calles de París. Van retrasados, por lo que apuran el paso para llegar a tiempo a una importante audición. En el movimiento cotidiano de la ciudad vemos a personas mirando constantemente las pantallas de sus teléfonos. La aceleración y la automatización no sólo reconfiguran la percepción del otro y del propio cuerpo, sino que también afectan los gestos, las posturas y la proxémica social.

Cuando finalmente llegan al teatro el casting ha finalizado y el registro de bailarinas ha concluido. Éste es el punto de partida de An Urban Allegory, donde la ciudad es protagonista de la historia. En el exterior del edificio una pared donde se prohíbe pegar publicidad se convierte de pronto en una puerta a otra dimensión. Frente al ojo domesticado, el ojo indócil de Jay participa en lo que ve, y no solo ve sino que toca, escucha y permanece despierto a lo que sucede. Todo está dispuesto para pensar relaciones, del grafiti a la imagen filmada, de la danza a la música. Repentinamente la pantalla se transforma en un collage en movimiento, puro destello, fragmentos de esto y aquello. Es una sensación cercana a la coreografía.

Pero lo que produce la experiencia estética es el flujo y el juego de los distintos cuerpos que desbordan los límites del encuadre, danzando, bailando, confundiéndose epidérmicamente con la materia fílmica. Cada fotograma se yergue como piel gozosa, cuando el celuloide deviene superficie sensible en la que se proyecta el deseo y se liberan los cuerpos. La parte cinematográfica se suma, así, a los actos I y II de Retour à la Caverne, y dan al mito una mayor intensidad. Es un evento que abre un nuevo panorama, en el que somos capaces de ver lo que antes no veíamos.

6.

El cine de Alice Rohrwacher celebra la belleza y el misterio del mundo. Su cine no es más verdadero que la realidad, sino tan verdadero como la ficción. Es una meditación visual acerca del poder de las imágenes, que ciertamente pueden ser ilusiones pero también convertirse en instrumentos de lucha y liberación del pensamiento. Hace tiempo Mekas se preguntaba si nuestro ojo estaba muriendo, o si simplemente habíamos olvidado cómo mirar. Si hoy la imaginación parece saturada es porque ya no es capaz de establecer relaciones singulares. No se trata solo de ver, uno debe mantenerse abierto, escuchar atentamente y no hacer concesiones.

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