16 de agosto de 2017

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En búsqueda de una identidad

Una charla con la directora Anaïs Huerta, directora de ‘David. El regreso a la tierra’, un documental sobre un joven negro en Francia que explora una historia personal y colectiva de desarraigo.

Carlos Rodríguez | jueves, 23 de noviembre de 2017

La migración y los desplazamientos humanos, temas de relevancia en el presente, han sido abordados por el cine contemporáneo. La directora Anaïs Huerta toca tangencialmente esta problemática a través de otro fenómeno: el de las personas que han crecido en un lugar distinto al que nacieron. Las implicaciones políticas y sociales de los flujos migratorios son múltiples. Con el documental David. El regreso a la tierra, Huerta cuenta la historia de un hombre desarraigado, criado en Francia y nacido en Haití. La realizadora platicó con La Tempestad sobre su película, que se estrena estos días en el Festival Zanate del estado de Colima, que se aboca al cine documental.

Imagen tomada de ‘El país’

Con David. El regreso a la tierra planteas varias preocupaciones del presente: la migración, la herencia del colonialismo y, en suma, una historia de violencia y olvido que es universal. En el marco de estos problemas, ¿en qué consiste tu abordaje como documentalista?

La historia de David, que se desplaza de Francia a Haití con el objetivo de buscar su origen, es una oportunidad para hablar de algunos tabúes de Francia y en general de cualquier sociedad. Lo que está de telón de fondo en la película es el colonialismo, los eventos de la Segunda Guerra Mundial y el Holocausto. Se trata de hechos que no se han digerido y que, por lo mismo, se tienden a negar en Europa. Estos problemas se heredan. Al ahondar en la historia de David, un chico negro que fue adoptado por una familia francesa a la edad de un año, se entiende el vacío que, de forma inconsciente, quiso colmar la mujer que lo acogió y que, de alguna manera, le legó al propio David. La película sigue una búsqueda muy personal, pero se amplía para reflexionar sobre lo que hemos heredado de la historia familiar y colectiva.

Vives entre Francia y México, ¿a qué responde tu interés por estos problemas?

Viene de haber crecido entre varias culturas: mi padre es español, mi madre es francesa, nací en Canadá y vivo en México desde hace doce años. Es un revoltijo de influencias en el que heredé una parte del desarraigo de mi padre. Creo que cualquiera que sea producto de varias culturas tiene muchos cuestionamientos sobre el origen. Todos mis amigos, con los que crecí en los suburbios de París, teníamos una rabia de no ser vistos ni escuchados por la sociedad.

Desafortunadamente no vamos en buen camino para entender la diversidad ni en México ni en Francia.

¿Cómo diste con la historia de David, un hombre que está en los márgenes: no es francés, aunque creció en Francia, pero tampoco se siente del todo haitiano?

Yo crecí en los suburbios parisinos. David es un amigo de la pubertad, nos conocimos cuando teníamos catorce años. Esta película fue inicialmente una vía para tratar temas e inquietudes que siempre me preocuparon, sobre todo de adolescente, de problemas de nuestra generación, con una mezcla étnica muy fuerte, que nunca fue parte de la cultura oficial, que fue negada. Aunque crecí con gente de todos lados basta con ver las películas francesas para constatar que la mayoría de los filmes no plasman esa diversidad de orígenes. Eso revela que hay una gran parte de la población que se siente excluida. Aquí en México, en el fondo, pasa lo mismo.

¿Qué tan importante es tanto a nivel individual como colectivo saber quiénes somos y de dónde venimos? No se trata de estar orgullosos de ello, pero sí de vivirlo de manera natural, sin negarlo. Es una problemática contemporánea muy importante. Desafortunadamente no vamos en buen camino para entender la diversidad ni en México ni en Francia. La película surgió de muchas conversaciones con él sobre la identidad y de su deseo de regresar a Haití, de su malestar como un joven negro que siempre fue cuestionado, incluso por otros chicos negros, porque sus padres no son africanos. Él volteaba a ver a éstos, cuyas pieles son blancas, pero no obtenía respuestas sobre su origen, que se encuentra en Haití. Esas pláticas de adolescentes se volvieron preguntas más elaboradas, intelectuales. Le propuse hacer una película juntos para que contara su experiencia de regresar a Haití. Lo interesante es que ya no vivía en Francia, lo cual me dio cierta distancia y, también, la oportunidad de reencontrarnos.

El año pasado Emmanuel Carrère hizo una crónica sobre la situación de Calais, ciudad al norte de Francia, en la que habla de las posturas en contra y a favor de los migrantes, también del enojo que sienten algunos franceses de no escuchar francés en las calles. La problemática se agrava con los incesantes flujos migratorios.

Soy optimista porque ya estamos bastante mezclados. Francia siempre ha sido así debido a su situación geográfica, en medio del continente. Toma mucho tiempo que la cultura oficial refleje esta diversidad. Hay una realizadora francesa, Amandine Gay, que también fue adoptada, que hizo una película que es una especie de mosaico de mujeres negras de clase media llamada Ouvrir la voix (2017). Nadie quiso producir el filme, tampoco distribuirlo porque dichas mujeres no corresponden al prejuicio de las sirvientas o de las chicas de los barrios violentos de los suburbios. Gay gestionó sola su película. La gente abarrotó las salas en todos los lugares de Francia donde se ha proyectado. Es una lección: hay un público para estas películas.

Trailer DAVID. EL REGRESO A LA TIERRA from Amaina on Vimeo.

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