21/11/2024
Artes visuales
¿Qué es el arte queer mexicano?
Un conjunto de exposiciones en la Ciudad de México da muestra de la diversidad estética y política del arte de temática LGBTQ+
Con grandes exposiciones en instituciones importantes, hoy la Ciudad de México está llena de arte LGBTQ+. Las personas queer ya no piden sobras: se dan un festín. Esta proliferación permite un mayor discernimiento de los distintos estilos de arte sexodisidente. Mientras el Museo de Arte Moderno exhibe Imaginaciones radicales –una selección de su acervo–, el Centro de la Imagen presenta Positivo negativo –fotografías relacionadas con la crisis del VIH/sida de los años ochenta y noventa.
Imaginaciones radicales. Una lectura disidente de la Colección MAM es una invitación amistosa a que los espectadores conozcan artistas queer mexicanos. Dispuesta alrededor del atrio central del museo, la exhibición recorre la historia del arte de México desde esta perspectiva, del tristemente célebre Baile de los 41 a las luchas contemporáneas. Y enuncia una política de inclusión liberal, con las personas LGBTQ+ como miembros de pleno derecho del pueblo mexicano y la comunidad humana.
Compuesto predominantemente por retratos –la curaduría es de Lucía Peñalosa, Katnira Bello, Carlos Segoviano y Brenda J. Caro Cocotle–, Imaginaciones radicales presenta a los visitantes del museo caras amables de personas LGBTQ+, como el Autorretrato con Concha (2017), de Juanjo Sáinz. Textos educativos enseñan términos como “identidad sexual” y “orientación de género”. Muchas de las obras se apropian de tropos familiares del nacionalismo mexicano, como las imágenes de la serie Cantos xenobinarixs (2022), de Lechedevirgen Trimegisto. Me sorprendió, sin embargo, que incluyera pocas obras de arte activista sobre el VIH/sida. Afortunadamente el Centro de la Imagen ofrece otra perspectiva.
Curada por César González-Aguirre, Positivo negativo. Adherencias culturales en la lucha contra el sida en México, 1978-2022 plantea una política más enfocada, más militante. La exposición se centra en un problema específico: la lucha contra el VIH. El tema es en verdad urgente, pues México cuenta con la tasa de mortalidad por sida más alta en los últimos 20 años.
Fotos como Signo de interrogación (1994), de Yolanda Andrade, así como carteles de conciertos de rock de Movimiento Abrazo, revelan la historia olvidada de un furioso anarquismo queer que no buscó una cortés tolerancia, sino que atacó ferozmente la insensibilidad de la sociedad frente al sida. Otras imágenes, como ¡Oh, santa bandera! (1996), de Nahum B. Zenil, se burlan abiertamente del Estado con una sensibilidad camp. La sala dedicada al “Erotismo informado” exhibe piezas que muestran cómo la pornografía y la promiscuidad son prácticas políticas de apoyo mutuo y solidaridad.
Hay en la Ciudad de México otras exposiciones LBGTQ+. Por ejemplo My Famous Age de Ñoño Nogales, en el Centro Cultural Xavier Villaurrutia. La Casa de la Primera Imprenta de América, por su parte, presenta Voces disidentes. Ficciones, corporalidades y visualidades, una selección de arte trans y no binario. Me encantó esta última exhibición, especialmente por su énfasis en el arte de los cómics, por ejemplo Las mugres travestis (2022-2023) de La Sebas, con un uso evocador del lápiz, el cartón y el vacío.
De forma conjunta, estas exhibiciones ejemplifican cómo el arte queer mexicano le está diciendo al mundo que, dentro del movimiento LGBTQ+, el arte y la política no operan con binarismos sino en espectros. En una forma queer no existen dicotomías fáciles entre liberal y radical, positivo y negativo, la lucha por la aceptación y la lucha contra el VIH/sida.