16 de agosto de 2017

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BECA ADIDAS BORDER

Christian Mendoza | lunes, 20 de abril de 2015

El pasado jueves se inauguró en el Museo del Chopo la muestra de los beneficiarios de la cuarta edición de la Beca Adidas Border. Los trabajos abordan distintas disciplinas y plantean distintos discursos. Carla Lamoyi, con En homenaje a lo que perdura, a lo que no se volverá a repetir, expuso maquetas de estructuras monumentales y los planos de las mismas para hablar sobre el componente ideológico de la escultura pública y las relaciones de ésta con la historia y la política. Alejandro Chellet, con Actualiza el arte. Domo interactivo, móvil y ecológico extendió las posibilidades de la instalación hacia las funcionalidades ecológicas que pueden tener los objetos. Montserrat Caballero, con el proyecto Moda y política, diseñó prendas con alusiones a distintos periodos de la historia de México, como la conquista española o la firma del Tratado de Libre Comercio.

 

Además del contenido político, la otra constante de los trabajos fueron los procesos de producción colaborativos. A diferencia de la edición anterior, en la que artistas como Víctor Manilla y Reynel Ortiz fueron los únicos firmantes de las obras, esta ocasión pudieron leerse en las fichas informativas nombres de otros involucrados. ¿Se tratan de personas que contribuyeron con habilidades manuales específicas a la formación de la obra, o de una colaboración autoral de un grupo? Biblioteca Universal de Life es una de las piezas incluídas en la muestra cuyos responsables son María Sosa Ruiz, Jorge Scobell y Noé Martínez. Desde los parámetros teóricos de los estudios latinoamericanos, los artistas abordaron el colonialismo a partir de la publicación de una enciclopedia universal a cargo de la revista Life. La Tempestad charló con ellos sobre el proceso que siguieron para construir la pieza.

 

«Empezamos a trabajar con historiografía, contrastando la versión Occidental vertida en los tomos de la enciclopedia Life con pensamiento crítico latinoamericano», dijo María Sosa. «Entre los tres escribimos el proyecto, compramos los materiales, investigamos», comentó Sosa, a lo que Scobell agregó: «Se repartían tareas. Hubo reuniones, y desde el trabajo teórico como el manual, todo se hizo en equipo. Todo se trabajaba en consenso, en proceso colaborativo». Martínez explicó que para construir la pieza pusieron en marcha una suerte de seminario. «Compartimos lecturas, y tuvimos reuniones semanales en nuestro temario, y a partir de ahí generamos e investigamos referencias. Para mí era como un mapeo del contexto en donde se discutían las ideas que queríamos abordar, el contexto académico latinoamericano de teoría crítica. Una vez que tuvimos esa base, entramos a otro momento en el que empezamos a pensar cómo podíamos producir», dijo. Sobre la relación que puede establecerse entre la teoría y el arte, Sosa opina que ambas disciplinas no están del todo alejadas. «La teoría puede activar muchas posibilidades para el arte, y el arte puede ser un terreno de discusión para la teoría. Con la teoría tienes una forma de conocimiento más rígida, exploras investigación más metodológica, pero puedes poner en marcha esos criterios con una mayor libertad en el arte que los teóricos no pueden permitirse». Por su lado, Noé comentó que el interés para Biblioteca Universal de Life era abrir las posibilidades de los formatos. «Podría quedar corta la manera en la que nos aproximábamos a un fenómeno, pero creo que las disciplinas ya están desbordadas. En los programas académicos se empieza a ver sociología del cine, o psicoanálisis a partir del arte de determinada época. Así como la teoría, las posibilidades del arte empiezan a ensancharse. Es ambiguo determinar dónde empieza una y donde termina otra».

 

Los tres se involucraron en la misma medida en la pieza. ¿Qué piensan de la idea del autor? «Me conflictúa mucho que en la ficha pusieran como protagonista mi nombre. Ese hecho contradice en gran parte el proyecto. No estamos tan de acuerdo en esa enunciación del artista como gran portador de una verdad. El artista puede invitar a pensar las cosas de una manera distinta, no tanto a dirigirlas», dijo Sosa. «Es enriquecedor trabajar en colectivo. Cada quien aporta su visión, su pensamiento, sus preocupaciones», puntualizó. «Tiene que ver mucho con el contexto en el que producimos. La generación con la que compartimos trabajo somos artistas sin estudio físico –un lugar donde pintar–, sin asistentes, etcétera. Mucha formas de estar produciendo es a partir de cruzar discursos, hacerlo entre varias personas. Se empieza a hacer un préstamo de varias cosas, como el tiempo y el esfuerzo. El contexto en el que producimos arte e ideas tiene que ver con afinidades y afectividades. No es posible para nosotros hacer veinte pinturas diarias en un estudio, o mandando a hacer cortes. Queremos producir con los recursos que tenemos, los materiales más baratos y las estructuras más simples. En el sentido de lo colectivo, empiezas a producir en base a consenso, a estar discutiendo ideas. Eso requiere más tiempo en el debate que en la producción de materiales. No se cambia la lógica individual pintando, sino colaborando y conversando», concluyó Martínez.

 

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