23/11/2024
Artes visuales
Conocer el mundo con la boca
Organizada por la Colección FEMSA, el Museo Casa Diego Rivera de Guanajuato cobija una muestra donde dialogan comida, cuerpo y cultura
Inaugurada durante el Festival Internacional Cervantino el pasado 13 de octubre, la décima exposición con la que la Colección FEMSA participa en el evento es un recordatorio de las capacidades del arte para convertirse paralelamente en laboratorio imaginativo y campo de pensamiento. Se trata de “una forma heterodoxa de conocimiento”, ha escrito Graciela Speranza. Conocer el mundo con la boca, sin que te piquen las espinas piensa los vínculos entre los alimentos, el cuerpo y la cultura en una muestra diversa y ambiciosa en el Museo Casa Diego Rivera de la ciudad de Guanajuato.
La exhibición colectiva pone a dialogar obras de la colección con piezas de diversos artistas, sin importar la amplitud de trayectorias y con apertura a todo tipo de prácticas. “En la cena de desmontaje de Hacer mundos, la exposición anterior de la colección, platicamos sobre la comida, el arraigo, la identidad, la memoria… Cuando vi que todxs en la mesa tenían algo que hablar sobre este tema pensé: Es por aquí. Yo traía la idea del fuego, me impresionó mucho leer que cocinar con fuego fue fundamental para el desarrollo de nuestra especie, que cambió nuestra fisionomía: nuestro cerebro creció, el intestino se alargó”, explica Beto Díaz Suárez, coordinador de Curaduría e Innovación de la Colección FEMSA.
Para desarrollar la propuesta de Conocer el mundo con la boca, sin que te piquen las espinas, Díaz Suárez invitó como cocuradora a Dea López, que desde Oaxaca, con el proyecto Co.merr, ha propiciado el diálogo entre prácticas artísticas y culinarias: “Esta exposición tiene que ver con entender que el mundo no tiene solamente sabores dulces o agradables, en el mundo hay cosas amargas, que escaldan la legua, y hay espinas. De esa forma logramos generar el diálogo con la colección, con trabajos de artistas consolidados, y creadores emergentes que se están haciendo nuevas preguntas”.
41 obras conforman la muestra, 13 de ellas pertenecientes a la Colección FEMSA, como El maizal (Milpa seca) (1955), de Gerardo Murillo “Dr. Atl”, que compone un ambiente al situarse en medio de Inflorescencia – módulo de desgrane (era común) (2022), instalación de la peruana Ximena Garrido-Lecca. La reflexión se extiende en Polinización cruzada (2012), video del colectivo mexicano BIOS Ex machinA sobre el maíz transgénico. Artistas como Remedios Varo, Francis Alÿs, Miriam Medrez, Antonio Henrique Amaral, Ana Mercedes Hoyos, Thomas Glassford, Aristeo Jiménez, Magdalena Fernández, Jan Hendrix, Manuel Álvarez Bravo o Gabriela Estrada están también representados.
Resulta evidente, al recorrer la exposición, el discurso sobre la dimensión social de la comida. “La comida, el mundo, nosotrxs nos nutrimos a partir de los intercambios”, comenta Beto Díaz Suárez. “En algún proyecto que trabajamos con personas en situación de movilidad, cuando les preguntábamos qué es lo que dejaban en su tránsito por México, casi todxs decían que palabras y comida. En el ensayo If It Does Well Here, It Belongs Here, René Redzepi habla de cómo cuando empezó Noma quería que todo fuera endémico, y pronto se dio cuenta que muchas de las cosas que consideraban ‘de ahí’ en realidad llegaron producto de las migraciones”.
En Margarita (2021), de Yessica Díaz, un cascarón de lima contiene una historia, la de su abuela, que pelaba y comía esa fruta como antídoto a la náusea que le producía el olor a gasolina en los viajes en auto. En el otro extremo, Mauricio Gattás reconstruye una cocina regiomontana de los años cincuenta en Mil novecientos cincuenta y cuatro (2005). “El balance fue complejo, buscamos sobre todo generar preguntas, conversaciones, abrir espacios”, plantea Dea López respecto a los múltiples diálogos establecidos entre piezas de distintas latitudes y tiempos, uno de los aspectos más interesantes de la exposición.
Conocer el mundo con la boca, sin que te piquen las espinas es una experiencia singular, que pone en juego los sentidos e invoca el gusto con la presencia de lo orgánico (y la posibilidad, incluso, de comer galletas). La memoria y lo político entran también en el recorrido, pues lo doméstico es puesto en tensión con lo territorial. El público podrá visitarla en el Museo Casa Diego Rivera de Guanajuato hasta el 18 de febrero de 2024.