Querétaro, Qro.– El Museo de la Ciudad de Querétaro, sede principal del CutOut Fest, albergó en sus espacios varias piezas de realidad virtual. Chameleon, que se montó en la galería que recibe a los visitantes, propone explorar a la gente de la Ciudad de México. Unos visores conectados a una computadora hacen visible cuatro bustos apoyados en sus respectivos pedestales. La propuesta de Chameleon VR, una empresa de realidad virtual fundada en Asia, consiste en que el participante meta su cabeza en la de los personajes: a través de este movimiento se pueden ver imágenes en 360° y escuchar sonidos de lugares como una casa o un bosque. Otra pieza relevante que se expuso en el recinto queretano, llamada Intus 360° Animation Room, invita a utilizar unos lentes que muestran un menú de historias a elegir. Una de ellas consiste en acompañar a una familia de migrantes turcos varados en una playa. La animación de Intus, una empresa dedicada al desarrollo interactivo, sorprende en términos formales: es posible estar en medio de la escena que se desarrolla, acercarse a los personajes, estar de frente a sus rostros desconsolados, tristes; caminar a través del lugar e incluso ser parte de sus recuerdos en altamar, donde son retenidos por agentes de migración que los alumbran en la oscuridad, cegándolos (el participante puede experimentar el efecto). Unas sombras, a lo lejos, dotan a la pieza, que comparte intereses narrativos con Carne y arena (2017), de Alejandro G. Iñárritu, de mayor inquietud.
Las obras del canadiense Adam Chamandy, expuestas en la galería Libertad, que se encuentra cruzando el Jardín Guerrero, juegan con el juicio del espectador. Parecen surgir del fenómeno glitch, ya que simulan errores de impresión en el que abundan los pixeles, aunque se trata de una reflexión sobre el origen matérico de las imágenes, que él construye punto por punto con ayuda de un aerógrafo. Una proyección en la galería, en la que se ve la silueta de un hombre cincelando, remata su investigación sobre la fantasmagoría de las imágenes y el material del que están hechas. El trabajo de Leonardo Díaz, que acompaña al de Chamandy, está inspirado en los paisajes mentales que las sociedades contemporáneas han construido. En sus obras se aprecia la influencia del arte urbano (ya que Díaz comenzó como artista de grafiti) en lienzos clásicos en los que cuestiona el tema del retrato en el arte. Las imágenes del creador, por otro lado, aluden a seres que son híbridos, que surgen de una combinación de rasgos humanos y otros propiamente tecnológicos.
El festival también dio la oportunidad de conocer más de cerca el trabajo de los artistas. Bajo esa premisa se creó la sesión llamada “Lost Highway”, en la que los creadores proyectaron referencias de su trabajo y compartieron sus vivencias como creadores digitales. El neerlandés Faiyaz Jafri, que explora los arquetipos jungianos en el mundo contemporáneo, mostró escenas de películas que son referentes de sus filmes: La noche (1961), de Michelangelo Antonioni; y Bajo la piel (2013), de Jonathan Glazer. Jafri habló de su experiencia cuando le diagnosticaron una extraña enfermedad que le paralizó varias partes del cuerpo y le hizo ver doble. Esta condición lo llevó a explorar la idea de estar en proceso de convertirse en otra persona, de ahí el interés por estos filmes y por La metamorfosis (1915), de Franz Kafka. El artista logró plasmar todas estas inquietudes en trabajos como Miller Fisher (2016), cuya proyección en el evento sirvió como síntesis de su acercamiento a la animación digital. Por otro lado, el británico Andy Baker habló de la influencia que ejerció en su trabajo la animación de diversas caricaturas de los años noventa y la música. El arte de Baker, cargado de humor negro y colores brillantes, fue bien recibido por el público asistente, que lo ovacionó por su estilo desenfadado.
Miller Fisher – Trailer from Faiyaz Jafri on Vimeo.
TOXIC MEGA FADE – Random Acts from Andy Baker on Vimeo.
La novena edición del CutOutFest se caracterizó por mostrar el trabajo de varios artistas a partir de una óptica más gestual, con pequeñas obras de gran potencial interpretativo, con un significado y una intencionalidad que recorre diversos soportes y que culmina en la preocupación constante de lo que produce la digitalidad y la estética en las emociones del ser humano.