21/11/2024
Artes visuales
40 años, 40 voces
Daniel Garza Usabiaga, curador independiente, continúa esta serie de perfiles, concebida como un mosaico que aspira a expresar la diversidad sexual-creativa mexicana, a cuatro décadas de la primera Marcha del Orgullo LGBT +
A cuatro décadas de la primera Marcha del Orgullo LGBT +, presentamos esta reunión de testimonios, realizada en colaboración con Anal Magazine. Esta serie, que inició en La Tempestad 135 (junio de 2018), ofrece un mosaico que aspira a expresar la diversidad sexual-creativa mexicana. El conjunto de textos, que consta de cuarenta voces, agrupa no sólo a artistas y diseñadores, sino también gestores culturales, curadores, editores y personas del mundo de las ideas. La serie continúa con Daniel Garza Usabiaga, curador independiente.
¿Cómo fue tu incursión en el mundo del arte?
Fue un proceso natural, azaroso, porque cuando empecé a estudiar no había programas en México sobre curaduría; existía la idea de lo que era un curador pero no había profesionalización académica. Me fui a hacer una maestría fuera de México y entonces sí, entré más en contacto con ese tipo de discusiones, aunque realmente no eran específicas de la curaduría sino de museología, conservación, exhibición y articulación de exposiciones de todo tipo. Hice dos posgrados, entre uno y otro hice mis primeros proyectos, que no tenían tanto que ver con el arte sino con la historia y la arqueología. Trabajaba en el INAH diseñando y haciendo dioramas. Me enfoqué al arte luego del segundo posgrado.
¿Crees que tu mirada creativa está influida por tu sexualidad?
No como un primer impulso, pero sí en cómo veo o pienso las cosas ya en la práctica, en la manera en la que me gusta situar mi trabajo. No creo que haya sido una condición o algo que la haya determinado, pero mi sexualidad sí ha influido en la manera de ejercer mi labor. Por ejemplo, en mi trabajo de investigación histórica trato de rescatar o revisar momentos o personajes que por una u otra razón han sido olvidados o borrados de la historia; estos personajes no necesariamente tienen que ver con una cuestión relativa a la sexualidad, pero considero que esos procesos de oclusión suceden en relación a movimientos sexuales. También tengo muchos intereses marginales que embonan muy bien con una situación periférica de gente que ejerce una sexualidad distinta a las normas.
¿Crees que el arte y el diseño tienen una relación especial con los movimientos sociales?
No sé si el arte influye en los movimientos colectivos, pero sí pueden afectar en la toma de conciencia individual o en expandir la percepción de la realidad, plantear otros escenarios posibles a los que vivimos; lo individual puede repercutir en formaciones más grandes o colectividades. La historia del arte y la crítica de arte en México está construida desde un punto de vista heteropatriarcal; se puede ver con los muralistas y la idea de los tres grandes hombres, que hacían arte casi al mismo tiempo que demagogia; eso continúa hasta nuestros días; sin embargo, han existido figuras que al margen de esta estructura también han criticado a esos personajes y esa forma de hacer historia; ello se puede ver en el muralismo con los contemporáneos, que fueron atacados por su sexualidad. Es muy atractivo ejercer esos puntos de vista contrarios a lo que dictan las instituciones, que en este país están dirigidas desde la demagogia y lo patriarcal.
¿Tienes alguna relación con la comunidad LGBT+ mexicana?
No la tengo de una manera organizada, me involucro de otras maneras, he tratado de establecer un vínculo a través de ciertos proyectos, estableciendo relaciones a través de afinidades.
¿Qué futuros ves en el mundo del arte y la cultura?
Me cuesta trabajo predecir. Creo que hay una inercia muy fuerte en términos económicos, producto de la ideología del capitalismo; ante este escenario pienso que lo más apropiado es la generación de proyectos culturales que se manifiesten en contra de esa ideología, de las tendencias que marcan la cultura de capital bajo la que vivimos. Considero interesantes ciertas características en obras que demandan atención, sobre todo en un momento histórico donde todo se consume de manera muy inmediata; esta atención se puede manifestar de muchas maneras: desde algo material que aluda a lo táctil, hasta motivar a reflexiones más grandes que te hagan detenerte en algo y pensar un poco más que sólo la dinámica de scrollear imágenes.
¿Qué futuro auguras para la comunidad LGBT+?
Cada vez hay más información y el acceso a la misma es muy importante. He visto cambios sustanciales en las últimas dos décadas; al vivir mi adolescencia en los noventa me di cuenta que me tocó una situación benévola con respecto a los cincuenta o los sesenta. Hay un cambio de actitud hacia la diferencia en general, no solamente de gente con otras sexualidades sino con otros puntos de vista, otros orígenes. Creo que el futuro va por buen camino, pero todo puede cambiar en un abrir y cerrar de ojos; todos deben estar atentos para que la situación no se revierta; la gente joven puede dar por sentado que las cosas son así y no van a cambiar, pero la historia te enseña de mil maneras y con mil ejemplos que todo se puede echar para atrás de manera muy sencilla; por ello debe haber una conciencia y se debe estar alerta de los aletazos conservadores que se dan en la vida cotidiana y en la cultura, que pueden afectar a todos, independientemente de su sexualidad.
Algunas recomendaciones para los jóvenes.
El Museo Anahuacalli tiene una extrañeza y una forma que lo hacen interesante arquitectónicamente, sobre todo porque en el momento en el que se construyó iba en contra de lo que se hacía; es una arquitectura que propone una experiencia personal y que trata de contener un simbolismo dentro del espacio, se presta para una experiencia muy distinta a la que se tiene, por ejemplo, en el Museo de Antropología; ésto tiene que ver con los materiales con los que se construyó, el nivel de luz, las proporciones y con la colección que guarda.