21/11/2024
Artes visuales
Desintoxicar la narrativa de la coca
Una exposición en la sede neoyorquina de la ONU plantea la revisión del estatuto de la hoja de coca; la crónica de A.R. Melgoza
A unos pasos del salón donde se reúnen líderes mundiales y representantes de los 193 países miembros de las Naciones Unidas se presenta una exhibición artística en torno a la hoja de coca. Las misiones permanentes de Colombia y de Bolivia ante la ONU, en Nueva York, acompañan la exposición Coca, palabra-mundo –o, en inglés, CocaWor(l)ds–, curada por el colectivo Liana.
La iniciativa forma parte de los esfuerzos conjuntos de los gobiernos de Colombia y de Bolivia para “desintoxicar la narrativa en torno a la planta de coca”, dice el presentador la noche del lunes 4 de noviembre. ¿Cómo se puede desintoxicar una narrativa?
La narrativa
El camino hasta la exposición en Naciones Unidas comenzó con un puesto de yerbas en el barrio de SoHo. El colectivo Liana, que tiene como objetivo expandir la comprensión de la sabiduría de las plantas para promover un diálogo entre especies a través de la investigación y la práctica artística, montó en la galería Canal Projects una instalación que podía transportar a los visitantes a cualquier mercado de yerbas de América Latina.
El movimiento de la coca busca resaltar los valores que la planta ha tenido históricamente para los pueblos originarios, pero también quiere resignificar lo que la coca ha sido para la comunidad internacional.
Era mitad eso, un puesto de yerbas, y mitad un boticario antiguo, más relacionado con la medicina occidental. “Parecía una tienda, pero también una biblioteca porque había muchos libros”, explica Giselly Mejía, diseñadora de prácticas sociales, investigadora, estratega y artista visual nacida en Colombia y radicada en Nueva York. Era una experiencia interactiva, la gente podía tomar los libros (que hablaban de las plantas medicinales del centro, sur y norte de América), oler las plantas y hasta tomar un té que diariamente se preparaba para los visitantes.
Una de las protagonistas, por supuesto, era la hoja de coca. De la mano de la artista Tatiana Arocha organizaron talleres donde se hacían impresiones con la hoja y se usaban distintos pigmentos vegetales. Además llevaron a cabo la proyección de una serie de documentales en torno a la coca. La respuesta fue abrumadoramente positiva, el interés de las personas por el uso de las plantas medicinales, y en especial por el patrimonio cultural en torno a la hoja de coca, ha ganado momento.
El movimiento de la coca busca resaltar los valores que la planta ha tenido históricamente para los pueblos originarios, pero también quiere resignificar lo que la coca ha sido para la comunidad internacional desde que en 1961 la planta fue clasificada como narcótico, equiparándola a sustancias como la heroína y el fentanilo.
En aras de una resignificación mística, política, medicinal y nutricional, el colectivo de investigación curatorial Liana, compuesto por Angélica Cuevas-Guarnizo, Juan Pablo Caicedo Torres y Giselly Mejía, realizó en 2023 la exposición Las Yerbas Apothecary. Y pronto fueron invitadas a montar una nueva exhibición en Taller Boricua, un histórico espacio de resistencia de la comunidad puertorriqueña y latina en Nueva York.
En aras de una resignificación mística, política, medicinal y nutricional, el colectivo de investigación curatorial Liana realizó en 2023 la exposición ‘Las Yerbas Apothecary’.
Aunque pequeña, la exposición del trabajo de los artistas Edinson Quiñones, Anyi Ballesteros y el colectivo NOMÁSMETÁFORAS siguió atrayendo la atención del público. El proceso pedagógico de la planta, y las intervenciones que los artistas han construido con y a través de ella, llamaron la atención de dos visitantes especiales: la representante permanente de Colombia ante las Naciones Unidas, Leonor Zalabata Torres, y el director del Programa Global de Políticas de Drogas de la Open Society Foundations.
Tanto la representación colombiana como la Open Society han abogado por la desclasificación de los usos tradicionales de la hoja de coca, y en 2024 la Organización Mundial de la Salud (OMS), a iniciativa de la representación permanente de Bolivia, y más tarde de Colombia, solicitó a expertos en las áreas de farmacología, toxicología, uso terapéutico/tradicional y epidemiología la realización de una revisión crítica de la hoja de coca.
Tomando en cuenta los resultados de este estudio la OMS podría recomendar los cambios necesarios para la desclasificación de la coca como un narcótico bajo los tratados de control de drogas de la ONU. Es probable que una votación de la Comisión de Estupefacientes de la ONU (Commission on Narcotic Drugs, CND) respecto a la hoja de coca ocurra en 2025.
La exhibición
Coca, palabra-mundo integra los trabajos de siete artistas colombianos y una artista boliviana que constituyen ocho registros de los significados y usos de la hoja de coca, todos ellos alejados de la estrecha visión que se ha tenido de ella como un narcótico. “Son ocho universos distintos desde donde pensar la planta”, dice Angélica Cuevas-Guarnizo, antropóloga, investigadora interdisciplinaria y periodista especializada en derechos humanos establecida en Brooklyn.
Un verde neón brilla en la sala de exhibición. En letras mayúsculas se lee el que podría ser el título de un manifiesto: MOVEMENT OF THE LIBERATION OF THE COCA PLANT. Es la pieza de Wilson Díaz que desde el lenguaje y la cultura populares trae la planta al contexto urbano.
En contraposición a la metrópoli están los trabajos de Aimema Úai, artista de la etnia muruy muina, para quienes la hoja de coca es el elemento principal del mambe, un polvo que sus líderes utilizan para concentrarse y tener las conversaciones políticas que conlleva la toma de decisiones más importantes de su comunidad. Una de las piezas de Úai es la representación de una maloka, viviendas comunitarias donde, entre otras cosas, las personas mayores se reúnen para discutir y manejar los asuntos de la comunidad. “Es el Amazonas hablándole a Naciones Unidas”, dice Cuevas-Guarnizo.
A un costado del neón de Díaz hay una sala de té victoriana con unos estampados particulares: una serpiente rodeada de hojas del bosque tropical. Estamos en medio de un paisaje selvático y somos invitados a tomar té de coca. Es la instalación de Tatiana Arocha que nos traslada al Amazonas y nos coloca frente a una sala para beber y conversar “sobre la necesidad de desestigmatizar la planta”.
En otra pieza se lee la frase “Trabajo poner corazón” en el idiona del pueblo nasa. Se trata de un reconocimiento de los campesinos conocidos como raspachines, las personas encargadas de recolectar la hoja de coca en época de cosecha, quienes han constituido el eslabón más vulnerable y muchas veces más estigmatizado por la criminalización de la planta.
Un par de figuras aladas con largas tiras negras constituyen la pieza del colectivo NOMÁSMETÁFORAS. Se trata de una escultura que los artistas Clara Melniczuk y Julian Dupont han construido e incorporan en sus performances. La pieza se titula Soñando en cóndores y está compuesta con materiales como hoja de coca y otras plantas de poder.
El arte lleva la delantera en la conversación para desestigmatizar la hoja de coca, y de forma activa artistas, curadores y activistas del continente buscan desintoxicar la narrativa que por más de 60 años no ha hecho más que criminalizar, confundir y extender el legado colonial.
Un manifiesto en lengua nasa escrito con polvo de coca explica el lugar en el mundo que ocupa el artista Edinson Quiñones. Una segunda pieza suya consiste en una bandera con la hoja de coca, recortada la silueta de una paloma. En un espacio donde las banderas ocupan un lugar privilegiado, ésta reclama un lugar para la planta: “¿Qué tal si en Naciones Unidas instalamos una bandera para hablar del presente y del futuro de la coca?”, se pregunta Angélica Cuevas-Guarnizo.
Estas son algunas de las piezas que se presentan en Coca, palabra-mundo y que se trasladaron de la sede de la ONU a las oficinas centrales de la Open Society Foundations en Nueva York, donde serán exhibidas hasta enero de 2025. El arte lleva la delantera en la conversación para desestigmatizar la hoja de coca, y de forma activa artistas, curadores y activistas del continente buscan desintoxicar la narrativa que por más de 60 años no ha hecho más que criminalizar, confundir y extender el legado colonial.
Liana realizará tours guiados por la exhibición y ofrecerá una programación de eventos próxima a anunciarse. Para consultar la agenda y escribir al colectivo está su cuenta de Instagram.