Nacida en Moscú, medio costarricense y medio chilena, en 1992 Ishtar Yasin interpretó a Frida Kahlo en Noche cadabra (1992), un montaje escénico escrito por ella misma que revisaba la idea de las brujas en clave feminista. Después del golpe militar en 1973 en Chile, su familia se estableció en Costa Rica, donde atendió el Conservatorio de Castella; en 1985 se trasladó a la capital rusa para asistir a la Escuela Estatal de Cine de Moscú. “Gracias a Noche cadabra conocí a Martha Zamora, autora de El pincel de la angustia (1987), la biografía de la pintora, que me invitó a México a presentar la obra en el Hotel Camino Real, que se construyó en lo que fue el Hospital Inglés, donde Kahlo conoció a Judith Ferreto, la enfermera costarricense que se encargó de ella entre 1949 y 1954, el año de su muerte”, dice Yasin, que hoy presenta Dos Fridas (2018), película en la que retrata el vínculo entre ambas mujeres, en la Cineteca Nacional.
La vida de Ferreto generó interés en la directora: un accidente le provocó a la enfermera fracturas similares a las de Kahlo, que en 1925 viajaba en un autobús que colisionó contra un tranvía. Yasin abunda en la historia: “en la madurez de su vida, Judith comenzó a vestirse como Frida, a maquillarse como ella, a pintarse el entrecejo. Su sobrina Li Sáenz, que colaboró en el guion del filme, fue testigo de esta incorporación del personaje de Kahlo”. La película, sin embargo, no se ciñe a la realidad; se trata de una pieza que la directora define como una espiral que remite a imágenes de sueño y pesadilla donde la actriz portuguesa María de Medeiros (protagonista de Pulp Fiction, de Quentin Tarantino) interpreta admirablemente a Ferreto; Yasin, por otro lado, encarna a Kahlo. “El filme lo vemos a través de los ojos de la enfermera, cuya presencia es una especie de altar de muertos que aprehende el deseo de sentir la fuerza interior de Frida”.
La realización de Dos Fridas, proyecto que se fraguó a lo largo de ocho años, obligó a la realizadora a mudarse a México para llevar a cabo una investigación (se entrevistó con personas que conocieron la relación entre Ferreto y Kahlo, que habitaron en la Casa Azul de Coyoacán) y buscar las fuentes creativas de la artista: el arte popular, la mitología indígena. Antes del rodaje, Yasin se acercó a Mara Cristina Teresa Romeo y su hija Mara de Anda (hija y nieta, respectivamente, de Isolda Pinedo, hija de Cristina Kahlo, hermana de Frida), quienes le cedieron de forma gratuita los derechos del nombre de la pintora. “Es verdad que la imagen de Frida se convirtió en algo complaciente y atractivo, sin embargo hay que diferenciar entre la comercialización masiva y la inspiración que despierta como artista y como mujer”, considera la costarricense sobre la fridomanía.
“El filme lo vemos a través de los ojos de la enfermera de Frida, cuya presencia es una especie de altar de muertos que aprehende el deseo de sentir la fuerza interior de la artista”, dice la directora
Dos Fridas, que debutó en el Festival de Tallin, en Escocia, a finales del año pasado, es una historia que proyecta el deseo a través del dolor, aspecto que Yasin considera un elemento clave de la propagación de Frida Kahlo como ícono, cuya impronta en un primer momento fue retomada por las mujeres artesanas de Chicago, los inmigrantes y las feministas. La presentación del filme, programada hoy a las 19:30 en la sala 2 de la Cineteca Nacional, contará con la presencia de Ishtar Yasin y María de Medeiros. La película (que hace unos días se pudo ver en la célebre Casa Azul) obtuvo dos premios en el Festival Internacional de Gibara, en Cuba: mejor dirección y mejor fotografía. En los próximos meses se podrá ver en encuentros fílmicos en Guatemala, Brasil, Finlandia e Irak.
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