La Tempestad

A propósito de la muestra El esplendor geométrico, de Carlos Amorales, en la galería Kurimanzutto, La Tempestad platicó con el artista sobre algunos puntos que dirigen su trabajo y del discurso de su nueva exposición.

 

Sobre su acercamiento con el archivo

Son búsquedas relacionadas con el lenguaje, no tanto el textual sino el visual; los posibles significados que tiene lo visual. El archivo es la estructuración de una serie de imágenes que eventualmente fueron creando un lenguaje artístico: el mío. Lo que hice fue experimentar con el archivo, ya sea compartiéndolo, usándolo en una plataforma más pop, como sucedió con el proyecto Nuevos ricos, generando animaciones. Ahora, poco a poco, lo que he hecho es ir de lo visual a lo lingüístico; o mezclando ambas cosas. El trabajo de los últimos cinco años se ha enfocado en el signo tipográfico y el signo visual. Ahí ya empieza a entrar la palabra, y me ha llevado más a la escritura, aunque no en el sentido literario. Me refiero a hacer guiones para cine, etc.

 

Sobre la naturaleza del signo en su obra

Cada vez que se vuelven públicas las imágenes, aunque sean crípticas, no dejan de generar significantes. Me parece interesante cómo funciona ese proceso. Tenemos el referente del muralismo, donde la lectura del signo es muy directa, en la que leemos e interpretamos lo que se nos dice. Me parece productivo trabajar para encontrar espacios de no-significancia. Si bien lo popular está incluido en mi obra, se encuentra de una forma irónica, de una forma chueca. El muralismo intenta ser muy claro, el fin es hablar de ciertos valores. Yo juego con lo opaco, con lo ambiguo. Creo que eso es una cosa importante en el arte, en el momento en el que estamos, donde hay tanta publicidad, desde estatal hasta privada. Tenemos alrededor muchísimos significantes, como en Internet. Todo el tiempo se nos está enviando un mensaje. De alguna forma todo tiende a hacernos entender algo. Y yo siento que el arte se puede deslindar de eso. El espacio que se vuelve interesante es ése: no es el que te dice qué pensar sino justamente el que te abre las posibilidades de interpretación. Yo, personalmente, siento que eso es lo que distingue al arte.

 

Sobre El esplendor geométrico

La muestra se compone de tres estados. Uno es un manifiesto que se mandó como invitación y es un texto sobre las vanguardias y el anarquismo, un texto que está entre lo político y lo artístico. Ese texto se presentó en la inauguración como performance, con Phillipe Eustachon, que es el actor con el que trabajo desde hace varios años. Entrando a la sala lo que puede verse son estas «pinturas», «collage pictórico», «collage de gran formato»…. Son cuadros donde introduzco color —por primera vez de una forma total— y abstracciones. Están hechos a partir de recortes. El tercer estado es una película narrativa, de ficción, que está hecha en un espacio construido alrededor de esas formas planas de colores con las que se generaron las pinturas, y son exploradas más allá de lo pictórico: como los objetos que utilizan los personajes o el espacio en el que se mueven. Toda la película está hecha como en una ampliación de la tabla que uso para cortar los papeles. Lo que quise hacer en esta exposición, tras 15 años de desarrollar un lenguaje que se puede llamar Archivo líquido o Nuevos ricos, es llegar a un punto cero, por decirlo de alguna manera; olvidarme, no sé si momentáneamente o para siempre, de los recursos que ya venía utilizando en mi trabajo, y empezar con un gesto mucho más simplificado que es básicamente recortar papel y hacer formas, combinarlas. Claro, en el momento en el que empecé a elaborar estos collages, se empezaron a articular una serie de procederes con los que yo venía trabajando. Las formas me aproximaron al texto, del texto pasé a la concepción de una historia para la película.

 

El esplendor geométrico podrá verse hasta el 14 de marzo.