03/12/2024
Pensamiento
La vuelta del futuro
En la primera entrega de ‘Fricciones’, su nueva columna quincenal, Nicolás Cabral se ocupa de la antología ‘En una orilla brumosa’
Escribió Franco Berardi Bifo: “la imaginación no funda nada, sólo puede revelar horizontes de posibilidad”. El nuevo proyecto de Verónica Gerber Bicecci, la antología En una orilla brumosa, parece compartir esa convicción. El volumen publicado por Gris Tormenta propone Cinco rutas para repensar los futuros de las artes visuales y la literatura y conjunta algunos textos previamente existentes con otros, la mayor parte, escritos para la ocasión. Una de las virtudes del compendio es su capacidad de abrir un espacio para el pensamiento, es decir, son más significativas las preguntas que abre que los caminos que traza.
El futuro está de vuelta. O, al menos, hay abundantes signos de que la imaginación sobre el porvenir está reactivándose, luego de décadas de pesadillas catastrofistas. Es cuando menos paradójico que este fenómeno coincida con un momento mayoritariamente conservador en las poéticas literarias y visuales (los ámbitos de los que se ocupa En una orilla brumosa, como no podía ser de otro modo en Gerber). El libro trata de escapar de ese impasse a través de textos que se inscriben, si bien no en todos los casos, en el llamado ensayo especulativo, que la artista define como “una forma de sopesar (dejarse infiltrar por fragmentos del mundo) y diagnosticar (infiltrarse en las cavidades del mundo) con herramientas verbales y visuales que, a su vez, se dirigen al pasado o al futuro para reescribir el presente”. Resulta llamativa, por ello mismo, la ausencia de Borges en el prólogo de la antología, sobre todo si consideramos su evidente influencia en Stanisław Lem, de quien se incluye uno de los prólogos a libros inexistentes que reunió en Magnitud imaginaria.
Verónica Gerber Bicecci plantea cinco caminos para los futuros de las artes visuales y la literatura: obras “autónomas e inteligibles”, “no humanas”, “migrantes”, “antónimas” y “desenterradas”. Se trata, necesariamente, de acercamientos conceptuales, donde se avizoran procedimientos e ideas antes que estéticas específicas. Es un acierto pues, como plantea uno de los mejores trabajos del volumen, del poeta peruano Mario Montalbetti, el arte “quiere provocar efectos de significado no totalmente domesticables”, a diferencia del Estado, que busca “fijar de una buena vez las ataduras entre significantes y significados”. El diferendo, la apertura del signo, es la clave para imaginar las obras del futuro.
Pese a las perspectivas desastrosas (es decir, sin astro guía) que nos ofrece la incesante expansión del capital, En una orilla brumosa no incurre en el fatalismo. Encuentro uno de sus campos más fértiles en la discusión que abre la lectura de los textos de Juan Cárdenas y Ursula K. Le Guin, incluidos en el apartado “Desenterradas”. La “Teoría del escombro” del escritor colombiano, uno de los trabajos más originales del volumen, retoma la distinción de Gastón Gordillo entre ruina y escombro, donde la primera está atada a la nostalgia, mientras el segundo está lanzado al futuro. La autora estadounidense –cada día más central–, sin embargo, plantea “Hacer mundos” precisamente desde la ruina: “Para encontrar un mundo, tal vez tienes que haber perdido uno”. En ese dilema, en esa costa nublada, nos encontramos.