21/11/2024
Libro de la semana
Enigma para consumidores
Guillermo Núñez propone a la novela ‘Enigma para actores’, que cumple 80 años de haberse publicado, como ejemplo de las sociedades autorales que aglutinan bajo una misma pluma a distintos escritores, encargados de dar forma a proyectos narrativos
Venga el número redondo: este año la novela Enigma para actores (1938), firmada por Patrick Quentin, cumple ochenta años de haberse publicado. Aprovechemos para plantear varias preguntas, como suelen hacerlo las novelas de crimen. Ésta, en particular, forma parte de una serie de “enigmas” en las que aparecen duplas detectivescas (principalmente Peter Duluth, un veterano de guerra, alcohólico en recuperación, e Iris Pattison, su esposa), quienes se pregunta por una extraña aparición que algunos actores ven en el espejo de un teatro derruido de Nueva York; pero como es típico, los enigmas de este tipo (con su toque sobrenatural) también obligan al lector a preguntarse qué personaje morirá primero, cómo se solucionará el caso, y si Duluth –como tantos detectives literarios, amateurs o no– saldrá adelante. Pero, sobre todo, uno se cuestiona: ¿por qué estamos leyendo esto?
La novela, más bien breve, sigue reimprimiéndose año con año, llenando los anaqueles dedicados a la novela policíaca, pero no es precisamente un hito literario: a pesar de la capacidad para crear atmósferas lúgubres, formalmente no es propositiva y su estilo se apega a la convención estricta de soltar información atractiva con frases breves y declarativas (la novela está escrita en primera persona, narrada por su protagonista, Duluth). No es poca cosa, sin embargo, el arte de atar y desatar nudos: se trata de un relato entretenido, como los otros enigmas firmados por Patrick Quentin entre 1936 y 1947. Aunque no sean títulos que hayan tomado grandes riesgos literarios, culturalmente son interesantes. El hecho de que hayan aparecido en Séptimos Círculo, la colección policíaca creada por Borges y Bioy Casares para Emecé, ya los vuelve singulares: Enigma para actores fue la primera de esas novelas que apareció en la célebre colección, fue su título número diecisiete (el número veintiuno fue Enigma para tontos; el treinta y ocho, Enigma para divorciadas; el cincuenta y cincuenta y uno, Enigma para demonios y Enigma para fantoches, respectivamente; finalmente, Enigma para peregrinos, ocupó el puesto sesenta y uno; Borges y Bioy eligieron 121 de los 366 títulos publicados por la colección, que posteriormente sería dirigida por Carlos V. Frías).
Como las portadas diseñadas por José Bonomi sugerían, muchos de los títulos de Séptimo círculo estaban más interesados en problemas lógicos, en puzzles o whodunnits, en la veta de las populares novelas de Arthur Conan Doyle o Agatha Christie, pero los libros firmados por Patrick Quentin así como otras novelas aparecidas en la colección (las de James M. Cain, Ross Macdonald o James Hadley Chase), no sólo se ubicaban mejor en el género de la novela negra sino incluso del relato fantástico. Con todo, el caso de Patrick Quentin es interesante por sí mismo: los relatos firmados por ese autor, a veces también como Q. Patrick, durante más de tres décadas, siguieron de cerca la evolución del relato de crimen, pasando del puzzle o el enigma, hasta novelas más psicológicas. Se trata, además, de un caso de producción significativa (más de cuarenta libros) que avanzaba ya algunas de las ahora comunes prácticas de una industria editorial.
Por supuesto, como los lectores de novela negra o policíaca deben saber ya, Patrick Quentin y Q. Patrick fueron algunos de los nombres de pluma de distintos autores que colaboraron entre sí: Hugh Callingham Wheeler (1912-1987), Richard Wilson Webb (1901-1966), Martha Mott Kelley (1906-2005) y Mary Louise White Aswell (1902-1982). ¿No adelantaban ya esas sociedades autorales las caóticas pero productivas mesas de escritores que ahora maquilan guiones televisivos? Tal vez uno de los intereses que esconden las novelas de géneros populares es que de ellos también puede deducirse una historia oculta sobre la industria del entretenimiento contemporáneo. ¿A su vez una historia de crimen y ambición?