11/12/2024
Artes visuales
Por una cultura antropófaga
Las muestras ‘Reinventar América’ (Museo Franz Mayer) y ‘Tupi or not tupi’, de Dr. Lakra (Kurimanzutto), atestiguan un cambio de perspectiva
No es casual que, a casi cien años de su publicación, el Manifiesto antropófago de Oswald de Andrade evidencie su renovada vigencia entre los latinoamericanos ocupados en pensar la cultura. Sus ondas expansivas se originan en Brasil y alcanzan lo mismo la antropología que las artes del continente, atravesadas ambas por el impulso emancipatorio. Se trata, para ponerlo en palabras de Eduardo Viveiros de Castro, de un arma de combate “contra la sujeción cultural de América Latina a los paradigmas europeos y cristianos”. La antropofagia oswaldiana puede asociarse (es un trabajo pendiente) al barroco conceptualizado por Bolívar Echeverría para la América hispánica. De este lado del mundo nuestro tiempo es, ya, barrocaníbal, canibarroco… hay que acuñar el término.
Lo cierto es que nuestra dieta está conformada también de europeos, pero ellos no han sido precisamente frugales en su ingesta de americanos. Un pasaje del Manifiesto antropófago lo dice con todas sus letras: “Sin nosotros Europa ni siquiera tendría su pobre declaración de los derechos humanos”. Y más adelante: “Ya teníamos comunismo. Ya teníamos lengua surrealista. La edad de oro”. Quien ha leído al menos el segundo capítulo de El amanecer de todo (2021) encontrará que David Graeber y David Wrengrow asienten, no se sabe si con conocimiento del texto de Oswald de Andrade: “Muchos de los pensadores más influyentes de la Ilustración, de hecho, atribuyeron algunas de sus ideas al respecto [la libertad, la igualdad o la racionalidad y la religión revelada] a fuentes nativas americanas, pese a lo cual, y de un modo predecible, los historiadores de las ideas de la actualidad insisten en que no puede ser así”.
El origen de la negativa a reconocer la influencia del pensamiento amerindio en el devenir de la historia es ilustrado de forma notable en Reinventar América: construir, borrar, repetir, exposición organizada por el Getty Research Institute y el Museo Franz Mayer de la Ciudad de México, que puede visitarse hasta el 9 de febrero. Se trata, ni más ni menos, del imaginario creado por los colonizadores europeos a través de ilustraciones, pinturas y grabados entre los siglos XVI y XIX. Idurre Alonso, la curadora, explica que “la muestra sostiene la premisa de que América es una creación europea. Como evidencia de esto, la exposición examina el modo en que conquistadores, cronistas, viajeros y artistas representaron y describieron los recursos naturales y a la población del continente, a menudo dando forma a ideas ficticias”.
Una América inventada –exuberante, femenina, profana, caníbal– para su mejor explotación: tierras sin dueño y salvajismo que disuelven la cristiana culpa luego de expoliar y matar. Pero el título habla de reinvención, y en ese ejercicio típicamente antropófago intervienen Denilson Baniwa y el Colectivo Cherani. Además de presentar diversos videos performáticos, el artista brasileño (amazónico, para más señas) interviene las representaciones europeas con un sentido de la ironía que desemboca en una resignificación plena de las imágenes. Los artistas mexicanos, por su parte, presentan piezas pictóricas y escultóricas que dialogan con los objetos mostrados, a través de un sentido de autonomía estética que desafía la idea de que la creación americana contemporánea es una mera deriva de tendencias europeas. Reinventar América es explícita en sus mecanismos, fascinante en sus contenidos y crítica en sus postulados. Al final del recorrido leemos en un muro que la exposición “busca cuestionar y reconfigurar las narrativas tradicionales que la historia plasmó en nuestros acervos, para presentar e invitar a los visitantes a formar parte de este diálogo, reflexión y (re)construcción constante de las interpretaciones históricas”.
Esa meditación anima también la exposición más reciente de Dr. Lakra en la galería Kurimanzutto. Tupi or not tupi (hasta el 11 de enero) es explícita desde el título en su voluntad antropófaga. Pintura, escultura, cerámica y un mural de gran escala componen la propuesta del artista, que ha hecho del tatuaje un espacio de deglución cultural e histórico. Varios tótems nos reciben en el patio de la galería, pero la iconografía no se limita a los pueblos haida o tlingit sino que incorpora figuras de la cultura popular contemporánea. Es una inflexión auténticamente barroca en el trabajo de Lakra, en tanto desjerarquiza sus múltiples referentes para construir un lenguaje donde la reminiscencia convive con la invención. Como remate, unas cabezas debidamente tatuadas nos hacen pensar en sabrosos pozoles y moles preparados con proteínas de origen occidental.
Dr. Lakra hace suyas las Corrientes del Pacífico (1939) de Miguel Covarrubias en la pieza central de Tupi or not tupi, un mapa mural de cuatro metros de lado que sigue las rutas de la cultura del tatuaje de Asia a América, pasando por Oceanía. “Sólo me interesa lo que no es mío. Ley del hombre. Ley del antropófago”. Y ley del artista, podría agregarse al Manifiesto oswaldiano luego de ver los nuevos trabajos de Dr. Lakra, que además de presentar sus primeros óleos archimboldianos muestra su faceta etnográfica en un documental sobre el tatuaje japonés proyectado en el contexto de su exhibición. Las rutas de este proyecto no pasan por Europa, pero recorren extensos archipiélagos del Pacífico que cuentan otras historias y exhiben otras formas. Acaso son las que necesitamos oír y conocer, pues de lo otro ya hemos comido bastante. Tupi, or not tupi, that is the question.