A partir de hoy la Cineteca Nacional exhibe Ayer maravilla fui, el segundo largometraje de Gabriel Mariño. Como ocurrió con Un mundo secreto (2012), este filme fue realizado bajo condiciones de producción muy específicas que resultaron en una trabajo esforzado que se permitió algunos riesgos. Como explicó Mariño en entrevista: “En ambas el presupuesto ha sido muy limitado pero ejecutado de manera congruente con el modelo de producción que implementamos. Para dar una idea, las dos costaron alrededor de un tercio de lo que costaría una película mexicana estándar y ambas se fondearon de manera independiente (no contaron con presupuesto federal para su filmación). Las condiciones de rodaje siempre han sido atípicas pero muy gozosas: lo podrían parecer restricciones, privaciones o limitantes las hemos convertido en riquezas y propuestas creativas. Así que las restricciones han jugado a nuestro favor. El proceso de desarrollo de Ayer maravilla fui fue rápido y quizá por una razón de urgencia había un espíritu de libertad y de riesgo muy palpable, nunca he tenido miedo a los riesgos, creo que ahí residen siempre hallazgos y sorpresas felices”.
La cinta, filmada en blanco y negro, parte de una premisa que bien podría encajar en la ciencia ficción o el cine fantástico: un “ente usurpador de cuerpos”, como lo ha llamado Mariño, intercambia cuerpos a lo largo de su existencia, pero manteniendo la misma personalidad (que tiene las pasiones de cualquier humano). El resultado, sin embargo, es una película más preocupada por un mundo intimista que, con todo, intenta balancear sus elementos fantásticos: es algo que también se refleja en la propuesta formal de presentarse en blanco y negro, una decisión que lo mismo evoca un mundo onírico o melancólico, que el mundo fáctico y documental al que algunos medios nos tienen acostumbrados. Destaca aquí también el lugar que ocupa la Ciudad de México en la cinta, un personaje más, retratado con soltura por la cinematografía de Iván Hernández.
La cinta de Mariño tiene algunos puntos en común, estratégicos, con cintas tan disímiles como La región salvaje (2016) de Amat Escalante, que abiertamente recupera elementos de género combinándolos con ansiedades dramáticas y sexuales. «El cine mexicano ha llegado a un punto donde las preocupaciones temáticas, estéticas y de género, han variado. Noto que comienza un proceso de maduración en ese sentido: la fantasía no es sinónimo de género. Más que un interés en tópicos de género (salvo algunos casos muy evidentes) los acercamientos a elementos fantásticos son maneras de adentrarse un poco más profundo y de manera más directa en la condición humana. Por lo menos es así en mi caso, el elemento fantástico es una oportunidad para plantear un escenario irreal y así generar cuestionamientos directos sobre el amor, la soledad, el hastío, los recuerdos, el cuerpo humano y la ciudad”. En efecto, Ayer maravilla fui plantea una pregunta crucial sobre la condición humana y sus afectos tan vinculados a la corporeidad. La cinta se exhibirá del 19 al 24 de julio en la Cineteca.