21/11/2024
Literatura
Habitar: cinco reflexiones
En conjunto con Profética, seleccionamos cinco ensayos para, desde el confinamiento, pensar los espacios que habitamos
El confinamiento arrastra nuestra atención a lo inmediato, lo cotidiano, lo que nos rodea. ¿Será momento de pensar de nuevo la manera en que habitamos? En conjunto con Profética, seleccionamos cinco libros que permiten reflexionar sobre los lugares en los que vivimos.
La invención de lo cotidiano, de Michel de Certeau, et.al.
Excéntrico del pensamiento francés del siglo XX, el jesuita De Certeau condujo esta investigación sobre los modos de vivir del hombre ordinario (o sin atributos, para decirlo con Musil). En esta obra (1980), publicada en español por la Universidad Iberoamericana, se pondera la belleza de las acciones domésticas.
Construir y habitar, de Richard Sennett
En el cierre de la trilogía Homo faber (publicada íntegramente en Anagrama), aparecido en 2018, el sociólogo estadounidense repasa la historia de los asentamientos urbanos para preguntarte qué tipo de ciudad es la más adecuada para vivir, y si la arquitectura puede hacer algo para reducir las desigualdades.
Habitar, de Juhani Pallasmaa
El crítico finlandés ha elaborado una productiva fenomenología de la arquitectura, y en esta reunión de ensayos de distinta procedencia se ocupa de pensar las relaciones entre los espacios y el modo en que los hacemos propios. Publicado por Gustavo Gili en 2016, se ocupa de lo material tanto como de lo psicológico.
Un habitar más fuerte que la metrópoli, de Consejo Nocturno
Este colectivo anónimo, de procedencia mexicana, plantea una idea radical del habitar: como sustracción de espacios a la metrópoli, es decir, a la lógica capitalista. Pepitas de Calabaza editó en 2018 este ensayo que apuesta a la politización de la experiencia urbana, para desde ahí apostar a la “generación de mundos”.
El modo atemporal de construir, de Christopher Alexander
Un auténtico libro de culto, escrito por un arquitecto-matemático que se propuso entender los elementos que hacen habitable un edificio, al estudiar ciertas constantes históricas a las que llamó “lenguaje de patrones”. Con este texto de 1979 (reeditado por Pepitas de Calabaza), pensó el austriaco, la gente podría construir sus viviendas sin necesidad de arquitectos.