22/11/2024
Redaccion
Hombres y ratas
«Un hombre que vivía entre basura y tenía a 70 ratas como mascotas fue rescatado por bomberos de Aguascalientes», explica una nota de Proceso del 26 de julio. Los roedores fueron domesticados, e incluso tenían nombre. Por ejemplo Spirit, la rata que siempre lo acompañaba.
Para los lectores de Samuel Beckett, la imagen parece salida de una novela como Watt (1953), escrita al sur de Francia durante la ocupación nazi. Este pasaje, en la traducción de Andrés Bosch para la edición de Lumen, es especialmente ilustrativo:
«…nuestros mejores amigos eran las ratas que vivían junto al arroyo. Eran largas y negras. Las obsequiábamos con exquisitos bocados, tales como porciones de corteza de queso, cartílagos de cordero, y también les dábamos huevecillos de pájaro, y ranas, y pajarillos recién nacidos. Agradecidas de estas atenciones, las ratas acudían en masa a nosotros, tan pronto como nos veían llegar, dando claras muestras de confianza y afecto, y se subían por nuestros pantalones, y se colgaban de nuestros pechos. Y, entonces, nos sentábamos entre ellas, y les dábamos de comer, con nuestras propias manos, ya una rana gordezuela, ya un tordo de nido. O bien, atrapando con rápido ademán un ratón rollizo que descansara en nuestro seno, soñoliento tras haber comido en abundancia, lo dábamos a comer a su madre, a su padre, a su hermano o a su hermana, o a otro pariente menos afortunado.
En estas ocasiones, Watt y yo conveníamos, tras un breve intercambio de consideraciones, en que nos acercábamos a Dios».
Es difícil determinar si el pepenador hidrocálido se acercaba a Dios luego de alimentar a las ratas, pero el final de su historia es desolador: «Cuando el hombre volvió a su domicilio preguntó por sus ratas, pero éstas ya habían sido exterminadas por el equipo de bomberos».