16 de agosto de 2017

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Literatura

Kiko Amat: ironías ultras

Una entrevista con el escritor español Kiko Amat, a propósito de ‘Revancha’ (Anagrama), novela sobre ultras neonazis del Barcelona FC

Javier Ibarra | jueves, 18 de marzo de 2021

Kiko Amat retratado por Cèsar Nuñez (@ohlalacesar). Cortesía de Anagrama

Leer a Kiko Amat es adentrarse en un mundo poco conocido. Gracias a libros como El día que me vaya no se lo diré a nadie (2003), Cosas que hacen BUM (2007) o Rompepistas (2009) hay quienes se acercaron más de lleno a la literatura, por referencias y personajes que terminaban siendo arquetipos de ellos mismos: outsiders viviendo en las periferias, que en algún momento formaron parte de una subcultura.

Desde entonces Amat ha sido el rebelde más pop de la literatura española. También ha dado voz a movimientos sociomusicales como el skinhead y mod, que vivió antes de convertirse en el escritor que conocemos. Así ha construido su mundo, con base en recuerdos adolescentes, música que te hace bailar o llorar, un humor muy de la escuela de Kurt Vonnegut, además de sentimientos y emociones que hacen entrañables a sus personajes.

Su novela más reciente se titula Revancha y fue publicada por Anagrama. En sus páginas hay mucha violencia, a cargo de una facción criminal llamada los Lokos que, además de ser neonazis que podrían emborracharse escuchando a Screwdriver, la infame banda de RAC (Rock Against Communism), son ultras del equipo de futbol Barcelona.

De la contracultura al nacionalismo

Para narrar la historia de un grupo así, Kiko Amat, como hizo en Antes del huracán (2018), se desprendió del yo, comprimió su escritura y no se metió por completo en la temática subcultural, sino en la involución de la movida skinhead hacia el nacionalismo. Revancha, con los Lokos ondeando la bandera del equipo liderado por Messi, se dedican a extorsionar, dar palizas a bandas enemigas y mover droga.

Revancha tiene un ritmo más hardcore que Rompepistas”, explica Amat. “Aunque vuelve a un mundo subcultural transformado en un rollo de maleantes, la diferencia entre este libro y el otro es que antes no me atreví a pintar a los verdaderos malos, pero ahora sí quise hacerlo”.

Para los lectores ajenos a este tipo de facciones ligadas al futbol –no todas tienen una ideología nacionalista, hay que aclarar– pareciera ser ficción pura. No obstante, los protagonistas y el entorno social de este libro existen, sólo que han estado ocultos. “Cosas como las que ocurren en Revancha se ignoran por razones sociales, políticas, de clase y hasta porque carecemos de instinto por las buenas historias. Está claro que un entorno de pandilla y cosa grotesca pide a gritos ser ficcionado; por eso funcionan tan bien las novelas carcelarias o bélicas. De hecho tuve que ir con cautela, quitando cosas que vi y cosas que se me ocurrían, para que al final no pareciera una película de los Avengers”.

Kiko Amat

Kiko Amat retratado por Cèsar Nuñez (@ohlalacesar). Cortesía de Anagrama

Prensa y hooliganismo

Ese balance hace que Revancha no sea vista como una tesis sociológica o un estudio fenomenológico de las subculturas. “Las historias que cuento vienen de un mundo esperpéntico, pero mi intención es que todos entiendan este tipo de temas”. La novela tal vez ayude a comprender por qué este tipo de grupos marginales, que se refugian en el futbol, actúan de forma tan impetuosa. Amat incluso compara las viejas historias de los ultras politizados y violentos de Barcelona con la aparición de Jack el Destripador en el siglo XIX, que se hizo famoso porque al mismo tiempo salió a la luz la prensa amarillista.

“Con el rollo del hooliganismo en los ochenta sucedió lo mismo, el interés de la prensa fue algo exagerado”, comenta el autor. “Por eso las pandillas y sus personajes cobraron relevancia. Eso sucede con los pánicos morales y la histeria social de cara a un fenómeno. En España todos nos acordamos de esos personajes porque eran semicelebridades, eran parte del folclor, eran nuestro monstruo de adolescencia mientras ellos estaban fascinados por aparecer en la prensa”.

Así, a través de protagonistas de Revancha como Amador y el Cid, par de boneheads (skinheads nacionalistas) que involucionaron al estilo ultra, uno puede comprender cómo se desenvuelven cofradías tan torcidas como los Lokos, la burbuja en la que habitan. “El Cid viene de clase media alta y antes era redskin (skinhead de izquierda), sólo que se va al otro extremo porque tiene una carga de fascinación por algo que nunca ha visto; es algo que pasa muy comúnmente en estas pandillas”, explica Amat. “Por eso, al ser un hijo de papi, tiene un potencial más torcido que Amador, que sí viene de un entorno delincuencial”.

Sangre y honor

La finalidad de esta historia no es culpar a la sociedad por lo que acontece en las calles. Aun así, el personaje más llamativo de Revancha definitivamente es Amador, un matón que destruye el mundo que anhela mientras escucha canciones de Alanis Morissette, Cyndi Lauper o Madonna y oculta su homosexualidad a los Lokos. Tiene un parecido con Nicky Crane, neonazi inglés que en los ochenta perteneció a Blood & Honor, la organización de orgullo blanco y nacionalista más conocida a nivel mundial.

“Amador sí está un poco inspirado en Nicky Crane. Quien haya leído sobre él sabe que hubo personalidades del rollo neonazi inglés que vivían en secreto su orientación sexual. Crane hasta tenía veleidades artísticas. Por ridículo que parezca, hacía los panfletos de Blood & Honor. Tal vez no quería ser un matón descerebrado, pero la vida le llevó a eso porque le lavaron la cabeza, lo toquetearon de niño o alguna cosa así. Sin embargo, no pudieron arruinar toda su parte sexual y su parte artística, aunque la haya manifestado con cosas condenables como hacer caricaturas antisemitas”, cuenta Amat.

Ultras del Barcelona

Otros libros sobre el tema, como Entre los vándalos (1992) de Bill Buford o Diario de un skin (2003) de Antonio Salas, cumplen con un trabajo periodístico al 100%. No es el caso de Revancha: autodidacta, Kiko Amat siempre ha trabajado en las antípodas del periodismo. Por ello no trata de explicar el fenómeno, sino de ficcionar cosas que vio y entendió en su juventud, el perfil de los maleantes y las leyendas que oyó sobre esos grupos.

“No conocía nada de sus vidas, pero me fascinaban como a otra gente”, explica. “Cuando aparecían en un periódico eran la caricatura de un neonazi, pero no te explicaban su bagaje. Por lo tanto, todo lo demás que se informaba era rellenado con mitología”.

Revancha es la novela más cruda, áspera y hasta morbosa de Kiko Amat (Sant Boi de Llobregat, 1971). Podría ser adaptada por un cineasta como Guy Ritchie, pero con un soundtrack que incluyera “Ironic” de Alanis Morissette, cantada con emoción por un ultra del Barcelona.

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