16 de agosto de 2017

La Tempestad

También las artes cambian al mundo

21/11/2024

Artes visuales

La imagen especular

Sobre la obra del artista australiano Liam Young, que actualmente exhibe ‘Construir mundos’ en Ex Teresa Arte Actual, Ciudad de México

Jessica Romero | viernes, 22 de septiembre de 2023

Dos espectadores observan 'Planet City' (2021), de Liam Young. Cortesía de Fundación Telefónica

I

Como algunos teóricos han establecido y reflexionado, en la estela de Philip K. Dick o William Gibson, la ciencia ficción propone historias complejas tan llenas de vida como de muerte, tan llenas de finales como de principios. Según la expresión de J.G. Ballard, las mejores películas de ciencia ficción concretizan la idea del futuro, dan la sensación de que lo que sucede puede ser la vida del mañana. Lejos de evocar una linealidad temporal, los mitos del futuro son relatos prospectivos, se apoyan en la ciencia y la tecnología, nos enseñan a lidiar con el paisaje urbano y a pensar el hábitat de una manera muy distinta a como se pensaba en el pasado. Esto crea una atmósfera especulativa que resuena en nuestra propia realidad, una manera de transformar la experiencia y la imaginación.

II

El concepto de especulación implica una crítica de la tecnología, la economía y la ecología. Se extiende a la necesidad de reestructurar y reformular el espacio, el diseño y la arquitectura de acuerdo con lo que las tecnologías revelan y hacen posible. Ciertamente éstas nos permiten actuar en el mundo, medirlo o investigarlo, pero también marcan una especie de ruptura con la forma estereotipada en que lo imaginamos. Glosando las palabras del teórico estadounidense Benjamin Bratton podríamos decir que especular se refiere tanto a lo funcional como a lo improbable. El diseño y la arquitectura especulativos, por tanto, cuestionan diferentes aspectos de nuestra sociedad, de culturas concretas y de los espacios construidos, y a la vez proponen soluciones que no sólo plantean sino que anuncian una planetariedad viable. Esto deriva en proyectos de investigación interdisciplinar formados por arquitectos, urbanistas, filósofos, cineastas, programadores y científicos.

El estudio nómada de investigación Unknown Fields, de Liam Young (Brisbane, 1979), es un ejemplo valioso. Extiende la práctica especulativa al impacto de las nuevas tecnologías y sus implicaciones globales y locales en diferentes ciudades contemporáneas. Young imagina una arquitectura genuinamente crítica, una provocación para pensar nuestro presente. Entre los ejemplos de obras consagradas a esta dimensión podemos citar Planet City (2021) o The Great Endeavour (2023). En estas piezas audiovisuales plantea, desde diversas perspectivas y reflexiones que problematizan visiones heredadas, que la tecnología no puede sino revelar una extensión de nosotros mismos, de nuestra pluralidad y nuestro estar en el mundo.

Liam Young

Liam Young. Cortesía de Fundación Telefónica

III

Las comunidades urbanas que describe el arquitecto australiano son especiales, pues se inscriben en una nueva forma constitutiva caracterizada no por la igualdad sino por la alteridad, las contradicciones internas y el disenso. El rasgo distintivo de este nuevo tejido social es la transformación continúa y la tecnología como recurso del que se puede disponer para subvertirlo libremente. En este escenario urbano los dispositivos electrónicos generan nuevas formas de interacción y creatividad. La experimentación, por tanto, se circunscribe a la vida social cotidiana y la arquitectura actúa, más bien, como una zona de transición e intercambio inseparable de las acciones, los pensamientos y las ideas que alberga.

En ‘In the Robot Skies’ todo parece reducirse a una especie de documentación del punto de contacto entre la tecnología y la vida social; es un relato en el que se pueden encontrar herramientas antropológicas para proscribir el porvenir de la utopía o la distopía por venir. 

In the Robot Skies (2018) se inscribe en este contexto. La película dirigida por Liam Young y escrita por Tim Maughan es la primera realizada íntegramente con drones autónomos, programados para imitar las reglas cinematográficas. El enfoque de investigación se desplaza al análisis de las posibilidades técnicas del dron: su devenir programático o su deconstrucción sistémica. Si por un lado los dispositivos tecnológicos no logran disimular los inauditos niveles de coacción, vigilancia y exclusión que los acompañan, por otro los aparatos contribuyen a la emancipación, es decir, a la condición verdaderamente radical y transformadora de la tecnología que descubre nuevas temporalidades y espacialidades. Según la fórmula de Jean-Louis Déotte, los aparatos generan la poeticidad de una época. Pero el arte tiene la capacidad de subvertir los dispositivos y convertirlos en aparatos de acceso, interacción y creatividad. Situado en Londres, este filme describe un futuro próximo en donde los drones son considerados objetos técnicos de una infraestructura urbana que genera otras formas de socialización y cultura. En In the Robot Skies todo parece reducirse a una especie de documentación del punto de contacto entre la tecnología y la vida social; es un relato en el que se pueden encontrar herramientas antropológicas para proscribir el porvenir de la utopía o la distopía por venir. De la misma manera que la radio permitió establecer contacto entre personas desconocidas y distantes, el dron integra radicalmente la ciudad en otras narrativas culturales de momentos, lugares y tiempos heterogéneos.

IV

La compleja obra de Young da cuenta de múltiples conexiones y derivaciones. Sus prácticas culturales y espaciales no sólo están impregnadas del imaginario de la ciencia ficción posmoderna, sino también de proyectos utópicos en torno a las urbes del futuro (Nueva Babilonia de Constant o Plug-in City del colectivo Archigram). Su acercamiento a la arquitectura propicia una síntesis entre ésta y una gran diversidad de medios expresivos (maquetas, dibujos, mapas, filmes y proyecciones), así como una intensa actividad teórica en forma de textos y entrevistas. El eje fundamental de sus proyectos es la visualización de ciudades, entornos y aparatos a partir de la investigación social y el progreso tecnológico. Si bien la idea más elemental de la arquitectura es la de crear un espacio para la vida social, ésta nunca es simple o estática sino una constante labor de deconstrucción.

El proyecto New City (2019) es un ejemplo de lo anterior. Conformada por una serie de videos animados de corta duración, esta obra describe ciudades del futuro que han dejado atrás la estructura rígida de los espacios fijos y funcionales dando paso a otro tipo de relaciones. La ciudad del futuro se define fundamentalmente no por lo que es sino por lo que puede llegar a ser y prever. Así, a través de la extensión de lo real en lo imaginado, Young propone un urbanismo especular para un mundo en el que es urgente plantear nuevas orientaciones culturales, medioambientales, políticas y económicas. Oscilando entre lo documental y lo visionario, New City se perfila una cultura radicalmente distinta que requiere una arquitectura radicalmente distinta. El diseño artificial de estas nuevas ciudades forma parte de una estrategia urbana tecnológica que ofrece paisajes habitados por máquinas, o un orbe flotante en el océano Pacifico que vive al margen de cualquier ley. Pero las experiencias de composición muestran también el interés de abrir los proyectos a la participación interdisciplinar. Además de los autores de ciencia ficción Jeff Noon, Pat Cadigan y Tim Maughan, Liam Young colabora aquí con el grupo de música electrónica Coldcut y el productor musical Forest Swords. New City ofrece una composición de lo que pudieran ser las ciudades. No sólo se trata de arquitectura y urbanismo, sino de una cuestión política que nos permite sopesar nuestra condición actual.

V

Muchas de las formas que el trabajo de Young despliega tienen que ver con una estética futurista en consonancia con los clásicos de la ciencia ficción posmoderna. Piénsese, por ejemplo, en filmes como Mad Max (1979) o Blade Runner (1982), donde la imagen del nómada atraviesa la ciudad en forma del vagabundo, el chatarrero, el viajante o el ropavejero. Pero este espacio trazado por la deriva, el extravío o el extrañamiento no es el espacio tradicional de las calles o los edificios sino una zona liminar que genera paisajes laberínticos de desconcierto y desorientación. Desde este punto de vista los relatos de ciencia ficción tienen que ver con el espacio, específicamente con su reinvención. El espacio tiene que ser transformado y no sólo la arquitectura o el urbanismo. Esta transformación se presenta como una síntesis entre tecnología y arquitectura que rompe con los modelos tradicionales. Son imágenes especulares que dan lugar a un mundo completamente nuevo imaginado y creado a partir de los aparatos técnicos. Es la imagen sintética de las interconexiones de puntos y planos. 

Es Where the City Can’t See (2019) Young especula desde el urbanismo y la tecnología sobre aspectos de la ocupación, la circulación y las relaciones en el espacio. Ésta es la primera película grabada íntegramente con LiDAR (Light Detection and Ranging), un dispositivo que permite establecer la distancia desde un emisor láser a un objeto o superficie utilizando un haz láser pulsado. La información que cada retorno almacena permite obtener posiciones georreferenciadas en el espacio, modelos digitales del terreno y planeamientos urbanos de alta precisión. Ambientada en la zona económica de la ciudad de Detroit, la película narra la historia de un grupo de trabajadores de una fábrica de automóviles que por la noche buscan lugares irreconocibles para la tecnología. Vistiendo ropa de camuflaje y máscaras tribales impiden el reconocimiento facial y corporal del escáner LiDAR, volviéndose seres invisibles que habitan lugares desconocidos e inestables en toda su extensión. Es como si la ciudad fuera presentada desde el punto de vista tecnológico, revelando una condición inhumana tan poderosa que desafía toda posible desarticulación.

Where the City Can’t See piensa las maneras posibles de romper, deshacer, difuminar y subvertir estas líneas de control trazadas por la conectividad tecnológica. El cuestionamiento político y social de la ciudad y su habitabilidad sólo es posible si se subvierte el uso de los dispositivos de control y vigilancia. Lo anterior lleva a plantear diferentes preguntas. ¿En qué medida estos nuevos dispositivos técnicos exigen ajustes en la manera en que funcionan los sistemas sociales? ¿Lo cultural es susceptible de programarse mediante estos nuevos dispositivos? ¿Cuáles podrían ser las condiciones de estos ajustes? Y, más importante, ¿hasta qué punto los sistemas técnicos de control pueden presuponer un funcionamiento estable? Estas preguntas sobre la técnica son también preguntas de índole política.

La relación entre técnica y sociedad que introduce Liam Young es capital respecto a la especificidad de las nuevas tecnologías, e implica una interdependencia económica, política, cultural y social. 

La relación entre técnica y sociedad que introduce Liam Young es capital respecto a la especificidad de las nuevas tecnologías, e implica una interdependencia económica, política, cultural y social. Pues, como destaca Vilém Flusser, los aparatos tienen como propósito crear, preservar y transmitir información. Pero el desafío, dice, es volver los aparatos contra su propio programa. El nuevo gesto político busca invertir las funciones del dispositivo. Se trata de un gesto desprogramador. Así, en Where the City Can’t See la cuestión principal es poner en relación un acto radical, incluso revolucionario; un acto que mina necesariamente al diseño y al propio diseñador. A medio camino entre el punto y el plano, estas imágenes LiDAR describen un nuevo urbanismo, ofrecen un retrato de la sociedad entendida como un sistema de datos. Una visión que profundiza la sensación actual de un mundo horizontal de redes digitales que conectan a la población global con nuevos modos de vida social.

VI

La fuerza de los relatos de ciencia ficción es crear mundos autónomos. Los mundos de Liam Young muestran una estructura abierta que deja a consideración del espectador las conclusiones que se puedan desprender de ellas. De cierta manera plantean que, quizá, sólo a través de las transformaciones en la sensibilidad estética sea posible un cambio radical en el futuro. Es un catalizador para el cambio social, y también para un cambio imaginativo. El aprovechamiento de la tecnología, puesta al servicio de una nueva percepción y una nueva conciencia, adquiere así una connotación creativa para componer una política, una economía, una ecología, una arquitectura y un urbanismo que construyan mundos en los que sea posible vivir de manera diferente.

Liam Young. Construir mundos se exhibe en Ex Teresa Arte Actual hasta el 15 de octubre. La exposición fue albergada originalmente por el Espacio Fundación Telefónica de Madrid

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