21/11/2024
Artes escénicas
40 años, 40 voces
Lorena Wolffer, artista del performance y activista cultural, continúa esta serie de perfiles, concebida como un mosaico que aspira a expresar la diversidad sexual-creativa mexicana, a cuatro décadas de la primera Marcha del Orgullo LGBT +
A cuatro décadas de la primera Marcha del Orgullo LGBT +, presentamos esta reunión de testimonios, realizada en colaboración con Anal Magazine. Esta serie, que inició en La Tempestad 135 (junio de 2018), ofrece un mosaico que aspira a expresar la diversidad sexual-creativa mexicana. El conjunto de textos, que consta de cuarenta voces, agrupa no sólo a artistas y diseñadores, sino también gestores culturales, curadores, editores y personas del mundo de las ideas. En esta segunda entrega Lorena Wolffer (1971), artista del performance y activista cultural, ahonda en su práctica.
¿Cómo inició tu proceso creativo?
Crecí en una familia de intelectuales, mi madre es escritora y mi padre/padrastro es arquitecto y artista. Crecí oyendo Bach y dibujando los domingos. Siempre supe que quería hacer algo visual, lo tuve siempre muy claro. Eventualmente hice performance, que fue el medio con el que inicié. No me interesaba el objeto artístico y su mercantilización, sino la posibilidad de trabajar en el presente en un diálogo permanente con el público.
¿Crees que tu orientación sexual influye en tu mirada como artista?
Mis preferencias sexuales definen en buena medida el trabajo que hago. Durante muchísimo tiempo me definí como bisexual y de un tiempo largo para acá más bien me identifico como alguien queer que se adhiere a cuestionamientos en torno a la sexualidad y al género.
No sé si creo en nociones de que pertenecer a una adscripción sexogenérica genere mayor o menor sensibilidad. No me atrevería a afirmar algo parecido. Lo que me ocupa y preocupa es encontrar espacios de visibilidad que no sólo incluya a las diversidades sexogenéricas.
¿Cuál crees es la relación entre el arte y los movimientos sociales? ¿Tienes alguna relación con la comunidad LGBT?
Mi trabajo lo defino como una práctica que se genera a partir del encuentro entre el arte y el activismo, entre otras cosas. Forma parte de luchas feministas, queer y disidentes. He trabajado con muchas comunidades, dependiendo del proyecto. No pertenezco a una colectiva específica, me interesa irme moviendo de territorio y trabajar con la gente que requiera cada proyecto.
¿Hacia dónde crees que se dirige el arte?
El arte y sus estrategias pueden ser muy poderosos a la hora de mostrar ciertas realidades, pero también en proponer alternativas a esas realidades o posibles soluciones a ciertas problemáticas. Ningún otro lenguaje puede hacerlo realmente. El uso del cuerpo, aterrizar una serie de ideas en él, en la experiencia propia y subjetiva, puede ser muy poderoso. Vivo en la creencia de que el arte abre mundos, produce mundos y muestra eso que puede no verse de otra forma.
¿Cómo ves el futuro para la comunidad de la diversidad sexual mexicana?
En México vivimos un momento muy peculiar. En la Ciudad de México tenemos algunas luchas ganadas, pero todo es muy frágil. Hay gran cantidad de imágenes en la ciudad diciendo volvamos y anulemos todo eso que se ha conquistado. Es brutal. La respuesta en los estados a lo que la Ciudad de México ha producido es aterrador. El alcance que tienen las acciones basadas en anular, discriminar y violentarnos es alucinante. Las luchas ganadas están ahí y hay que seguir luchando para que se mantengan, no son permanentes.
Finalmente, para nuestros lectores más jóvenes, ¿qué les recomiendas leer, escuchar, conocer?
Leer a Judith Butler y a Sayak Valencia.