03/12/2024
Diseño
40 años, 40 voces
Mario Ballesteros, director de Archivo, espacio dedicado a exponer el diseño, continúa esta serie de perfiles, concebida como un mosaico que aspira a expresar la diversidad sexual-creativa mexicana, a cuatro décadas de la primera Marcha del Orgullo LGBT +
A cuatro décadas de la primera Marcha del Orgullo LGBT +, presentamos esta reunión de testimonios, realizada en colaboración con Anal Magazine. Esta serie, que inició en La Tempestad 135 (junio de 2018), ofrece un mosaico que aspira a expresar la diversidad sexual-creativa mexicana. El conjunto de textos, que consta de cuarenta voces, agrupa no sólo a artistas y diseñadores, sino también gestores culturales, curadores, editores y personas del mundo de las ideas. La serie continúa con Mario Ballesteros, director de Archivo, un espacio dedicado a coleccionar, exponer y repensar el diseño y la arquitectura en México.
¿Cómo empezó tu proceso creativo?
Siempre me interesó la arquitectura y la ciudad, eso detonó mi creatividad. Estudié relaciones internacionales en el Colegio de México, pero luego me clavé en la investigación en urbanismo y arquitectura desde una perspectiva teórica y también editorial.
¿Consideras que tu orientación sexual tiene alguna influencia en tu sensibilidad frente al arte y el diseño?
Sí, absolutamente. Creo que es fundamental. Hay gente que dice lo contrario; estoy en desacuerdo. La sexualidad, que es una parte del carácter, define quién eres, qué haces y cómo te mueves en el mundo. Para las personas del colectivo LGBT+ es complejo porque a pesar de los derechos y la apertura nuestro posicionamiento es difícil. Eso te marca y te hace más crítico y más creativo. La sexualidad o las distintas sexualidades tienen mucho que ver con tomar una postura. Para mí eso fue crucial. En lugar de estudiar arquitectura, salí del clóset.
¿Crees que existe una relación entre el arte y el diseño y los movimientos sociales?
En cierta medida el arte puede vivir abstraído de la realidad, de lo práctico. El diseño es inseparable de lo cotidiano. Se ha enseñado diseño con sesgo, se habla mucho de técnica y producción, pero se le desvincula del mundo. Su esencia y origen, sin embargo, es lo contrario, es la realidad de todos los días. Me parece que las nuevas generaciones están entendiendo ese aspecto: no se trata solamente de ergonomía o eficiencia, se trata de cómo viven las personas.
¿Tienes alguna relación con la comunidad LGBT+?
Estuve mucho tiempo fuera de México, viviendo en Barcelona. De joven me encantaba ir en contra, y ahora soy una señora. Tengo amigos gays. Cada año vamos a la marcha, es fundamental, pero no estamos muy involucrados en el activismo, que es una actividad muy importante. Llegamos a un punto en que parece que el tema ya está resuelto: ya se aprobó el matrimonio entre personas del mismo sexo, el VIH ya no es esa cosa terrorífica, incluso las dinámicas de ligue han cambiado mucho, etc. Esta normalización es algo muy positivo en el sentido de que tenemos derechos, pero a la vez se ha perdido la noción de comunidad y solidaridad. No soy muy optimista de que nuestras conquistas y logros sean permanentes.
¿Cómo ves los futuros de la cultura, el arte, el diseño?
Hay muchas cosas que damos por hecho. Sin embargo nuestra existencia pende de un hilo muy frágil, y en cualquier momento puede cambiar de forma radical. En México y en todo el mundo estamos entrando en una etapa extraña de turbulencia política y social que no sabemos adónde nos va a llevar. Nunca creí ver a la Unión Europea desmoronarse ni gente en campos de concentración en Estados Unidos.
¿Cómo ves los futuros de la comunidad LGBT+?
El tema de la visibilidad, que antes no estaba resuelto, es una enorme ventaja. Hacerse visible, no esconderse, es muy importante. De lo demás no sé, pero siempre hay que cuidarse.
¿Qué recomiendas conocer?
El descubrimiento de mi sexualidad estuvo relacionado con conocer la ciudad. Crecí en el sur. Como en un sitcom gringo, no tenía ni idea del centro de la Ciudad de México. Esta ciudad es todo, tiene una diversidad apabullante no sólo en términos de sexualidad, sino cultural y culinario, etc. Lo único que quiero decir es que hay que salir a la calle, subirse al metro, a una estación desconocida, por ejemplo. Descubrir la ciudad es fundamental.