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Pensamiento

Mark Fisher: un nuevo programa

¿Qué hacer con el legado teórico del crítico cultural, al margen de las modas editoriales? Una reflexión a un lustro de su muerte

Iván Ortega | jueves, 13 de enero de 2022

Mark Fisher retratado para la revista 'Die Zeit' en Londres, 2014. © Pal Hansen / Getty Images

Diversas cosas han pasado con la obra de Mark Fisher (1968-2017) a cinco años de su muerte. Se publicaron de forma impresa la versión editada de su blog K-Punk (2018) y un volumen con las clases de su último seminario; además se reeditó su tesis doctoral. En español circula la mayoría de sus libros, pero quedan pendientes Postcapitalist Desire (2020; las clases) y Flatline Constructs: Gothic Materialism and Cybernetic Theory-Fiction (2018; la tesis –un fragmento apareció, junto a un texto de Matt Lee sobre el ocultista Austin Osman Spare, en Deleuze y la brujería, editado por Las Cuarenta).

Es posible que a esos volúmenes se sumen nuevos textos recuperados, lo que nos enfrenta a la pregunta de si esta euforia editorial no obedece más bien a la lógica mercantil. Usuarios de YouTube han señalado que, a juzgar por el contenido del canal de Zer0 Books, el sello cofundado por Fisher, parecería que el único libro de su catálogo es Realismo capitalista (2009). La accesibilidad del texto, su longitud y el estilo para-académico lo convirtieron en una especie de best-seller teórico.

¿Un “cadáver editorial”?

En un artículo reciente para El Cuaderno, Jorge J. Rodríguez criticó a Caja Negra, editora de la mayor parte de su obra en español, por usar a Mark Fisher como un valor fijo. El sello no lo desmintió cuando aprovechó un tuit del presidente electo de Chile, Gabriel Boric, para promover su edición de Realismo capitalista. Para Rodríguez los volúmenes de K-Punk son un “cadáver editorial” que separa al material de su fuente original y nos obliga a leerlo de manera convencional. Difiero, no obstante, de este dictamen. Si bien la edición impresa desnaturaliza la idea del blog, la versión en español lo hace llegar a un público nuevo, que no fue partícipe del furor bloguero de los mejores años de su autor.

El trabajo de Fisher ha comenzado a leerse bajo la lógica de un tipo de consumo estándar ya descrito por Foucault: el autor como figura carismática y dadora de sentido, una idea central a la que puede ser reducido (“realismo capitalista”), mitificación biográfica, supresión de contradicciones dentro de su obra por parte de sus editores y estudiosos, publicación de todo aquello que haya firmado, etc. Fisher sirve a algunos para cerrar conversaciones antes que para abrirlas, algo completamente opuesto a su labor como agitador cultural o pensador.

Uno de los aspectos más preocupantes de esta apreciación de Fisher como figura autoral tradicional es la reducción de su pensamiento a una idea “central”. El éxito de Realismo capitalista ha hecho creer que es el eje a partir del cual gira el resto de su obra. Sin embargo, ésta carece de “centro”. Es más bien una constelación de conceptos en constante comunicación. Los textos del crítico cultural son una serie de procesos multidireccionales, más que un continuo. Si algo podemos observar en sus intervenciones públicas, entrevistas y clases es una manera de reflexionar en el momento, respondiendo a nuevos estímulos y preguntas, para incorporarlas y tomar nuevas rutas.

Obra múltiple

Lo mejor que podemos hacer con Fisher es dejar de reforzar el mito biográfico y comenzar a escribir a partir de su obra. Son muchas las direcciones a seguir. Hay un Fisher crítico musical del que pueden aprender reseñistas en ciernes o historiadores del pop. Hay un Fisher crítico literario mainstream que, por un lado, actualiza la crítica marxista y, por otro, se orienta a la weird fiction y la ciencia ficción (el más infravalorado y el que ofrece mayores posibilidades, en mi opinión). Hay un Fisher observador urbano, sensible a los cambios que viven las ciudades contemporáneas. Hay un Fisher que escribe sobre cine y televisión que mezcla marxismo, teoría crítica y psicoanálisis para ofrecer perspectivas novedosas sobre películas populares de una manera más comprensible y comprometida que Žižek. Y está el Fisher para quien la hauntología es una especie de reverso del realismo capitalista: “hauntology mourns what capitalist realism tries to erase”.

El último Mark Fisher, el de “Comunismo ácido” (incluido en el volumen 3 de K-Punk), está más orientado hacia la planeación. Es cercano al Marcuse de Eros y civilización y al programa aceleracionista que Alex Williams y Nick Srnicek desarrollan en Inventar el futuro: poscapitalismo y un mundo sin trabajo. En términos de imaginación y deseo, ¿cómo lograremos salir del capitalismo? Antes que un libro sobre economía o teoría política, Realismo capitalista es un volumen de crítica cultural. Comunismo ácido iba en otra dirección: el estudio de la historia cultural, principalmente la contracultura de los sesenta, para pensar un nuevo programa de organización cultural, política y económica.

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