23/11/2024
Artes escénicas
La vida después
Hoy inician las presentaciones de ‘Nenitas’, una pieza que consta de diversos monólogos interpretados por adultos mayores, en el Museo del Chopo; a continuación una charla con Josafat Aguilar Rodríguez, su director, gerontólogo teatral y director del proyecto Soy Pájaro
La obra Nenitas es una rareza: se trata de 13 monólogos que abordan historias de vida de mujeres que vivieron eventos trágicos en una sociedad violenta que son interpretados por adultos mayores. Éstos son parte de la Unidad de Vinculación Artística (UVA) del Centro Cultural Universitario Tlatelolco (CCUT) de la UNAM y de la compañía Soy Pájaro AC, la cual busca erradicar prejuicios estéticos y morales sobre mujeres de edad avanzada. La pieza, dirigida por Josafat Aguilar Rodríguez, está basada en el libro homónimo de cuentos de Sylvia Aguilar Zéleny, Premio Nacional de Cuento La Paz, Baja California Sur 2012. A continuación una charla con el director de Nenitas, experto en trabajar con adultos mayores, que inicia hoy sus presentaciones en el Museo del Chopo. La pieza se verá hasta el 27 de enero.
Eres gerontólogo teatral y diriges el proyecto cultural Soy Pájaro, que desarrolla acciones transdisciplinarias entre las artes, las humanidades y las ciencias, vinculando temáticas en torno al envejecimiento y vejez. Me gustaría saber cómo llegaste a desarrollar ese enfoque y, también, de qué forma se integra esto a la realización de Nenitas.
Mi interés en reflexionar permanentemente sobre la vejez y el envejecimiento desde el teatro se debe a varios motivos. En primer lugar no importa qué hayas estudiado, siempre debes regresarle algo a la sociedad que te formó. Es importante sumar desde la trinchera profesional y tratar de cubrir alguna de las muchas fisuras sociales. Eso es lo que intento. Desde la praxis escénica pretendo reflexionar sobre el ser humano en la vejez y de cómo el teatro puede contrarrestar contundentemente algunas de las principales afectaciones y los prejuicios que la sociedad impone a los adultos mayores; me refiero puntualmente el deterioro fisiológico, cognitivo y la pérdida del yo.
Tuve la fortuna de convivir, disfrutar y aprender de mis abuelos, particularmente de mis abuelas. Fui testigo de cómo una de ellas, después del fallecimiento de su esposo y haber criado a sus hijos, retomó sus estudios y se reinsertó en el ámbito laboral, viajó y enriqueció su círculo amistoso y con ello, estoy seguro, alcanzó un profundo sentido de plenitud.
«Me interesa la percepción estética de la vejez y cómo ésta afecta el bien-vivir. Es común que la sociedad, los medios de comunicación y los sistemas de producción relacionen la vejez con la fealdad y lo grotesco»
En los cuentos de Nenitas Sylvia Aguilar Zéleny plantea situaciones cotidianas que de pronto se convierten en agresiones, la autora sonorense pasa de lo tierno a lo violento. ¿Qué te motivó a adaptar estos textos a la escena?
Sylvia radica desde hace muchos años en El Paso, Texas, así que tiene contacto permanente con Ciudad Juárez. En ese entorno ha conocido las complicadas historias de vida de mujeres que habitan en territorios fronterizos. La prosa de Sylvia, que propone situaciones en apariencia intrascendentes, tiene un elemento chejoviano que revela lo cotidiano como gota de agua permanente sobre la piedra, que termina por desgastarla. Por ejemplo, el cuento llamado “Total” es narrado por una niña que describe las fiestas de los adultos, la forma en que comen y beben, la manera en que se tocan entre ellos e incluso cómo la tocan a ella misma. La adaptación escénica de Nenitas plantea situaciones ingenuas que al pasar por el filtro del espectador, que tiene una conciencia moral y ética, corrompen el orden preestablecido de las cosas. Una de mis motivaciones fue la dirección de actores: Nenitas representaba hacer ese trabajo de una forma muy específica, con actores específicos.
Las historias hablan de la realidad de las mujeres. Este tema sigue representando una lucha permanente en los monólogos de Nenitas. ¿Cómo enfrentas esta situación a partir del fenómeno escénico?, ¿qué partes de estos discursos te interesa evidenciar o resaltar?
Me interesa evidenciar la pluralidad de los discursos. Es interesante que mujeres de todos los rincones del país llegan a las ciudades fronterizas. En este sentido la diversidad de las actrices con las que trabajo fortalece la poética que quiero crear a partir de cada uno de los cuentos. Lo importante es señalar y visibilizar la capacidad de resistencia y resiliencia en la mujer en la edad adulta y adulta mayor. Lo anterior cobra una importancia notable si se toma en cuenta que en México hay más de 10 millones de personas adultas mayores y que una parte considerable son mujeres. Es fundamental que las generaciones más jóvenes conozcan este tipo de proyectos sobre cómo alcanzar el sentido de plenitud y trascendencia humana.
El prejuicio que existe sobre la edad de las mujeres es una de las líneas de investigación de tu trabajo, ¿a qué atribuyes esta actitud social?
Todos mis trabajos insertos en el ámbito gerontológico buscan contrarrestar algunos de los prejuicios sobre la vejez y el envejecimiento. Éstos afectan la calidad de vida e impiden incrementar el sentido de plenitud. En este proyecto decidí volcarme en la poética femenina y los procesos de las actrices. El prejuicio sobre la vejez se refiere a no saber envejecer plenamente. Nos cuesta reconocer que no sólo somos entes que producen y consumen insaciablemente. Históricamente el vigor físico, asociado a la juventud, ha sido enormemente apreciado desde la Revolución Industrial. Estamos acostumbrados a comprar y comprar y comprar. Queremos lo mejor y asociamos la calidad con lo nuevo. Es entendible, pero no por ello aceptable que tengamos este tipo de prejuicios sobre la vejez.
¿En qué consiste la propuesta estética de la obra, en la que las actrices usan unas máscaras peculiares?
Me interesa la percepción estética de la vejez y cómo ésta afecta el bien-vivir. Es común que la sociedad, los medios de comunicación y los sistemas de producción relacionen la vejez con la fealdad y lo grotesco. Eso es atroz porque afecta la autopercepción del ser humano. En la pieza rescaté la línea de humor negro que propone Sylvia Aguilar Zéleny en su narrativa literaria. En un momento de la obra hay una yuxtaposición entre lo que se ve y se oye acerca de la belleza y la fealdad femenina. Para potenciarlo consideré inmejorable retomar los diseños de la escultora australiana Freya Jobbins, que utiliza fragmentos de muñecas Barbie y Nenucos, juguetes que con una estilización específica han marcado los preceptos de belleza en la sociedad contemporánea. Jobbins vuelve algo, supuestamente muy bello, en algo grotesco. A las actrices les pedí como principal tarea que construyeran una relación lúdica y pueril con la máscara para mostrar esa otra cosa que se busca criticar.