16 de agosto de 2017

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03/12/2024

Diseño

Orsola de Castro, entrevista

La Redacción | jueves, 9 de marzo de 2017

A raíz de la catástrofe de 2013 en la plaza Rana, en Bangladesh, múltiples medios han llamado la atención sobre el lado oscuro de la industria de la moda. En las siguientes preguntas la directora de uno de ellos nos habla del futuro de la industria, al margen de múltiples prácticas irresponsables.

 

Parece claro que la democracia de la moda no puede ocurrir en una tienda como Zara o H&M. ¿Es ingenuo pensar la moda en términos políticos? ¿Es una fantasía? ¿Qué significa el término “democracia de la moda”?

La moda rápida que se llama a sí misma democrática lo hace equivocadamente: la moda rápida es barata, punto. Su disponibilidad no tiene nada que ver con la democracia. Para que la moda sea “democrática” debe atender toda la cadena de producción, no sólo el producto final. La democracia de la moda no es una fantasía sino una realidad olvidada: la moda refleja la cultura que habita, es una expresión de nosotros y nuestras creencias. La moda ha sido política en múltiples ocasiones, y su estética social o ambientalista ha apoyado múltiples batallas: los hippies y los punks son sólo algunos de los ejemplos recientes de la juventud utilizando la moda como lienzo político para sus opiniones. La estética de la moda puede ser profundamente revolucionaria.

 

¿Ves para la moda una salida de ese mundo de explotación? ¿Se desacelerará la moda rápida algún día?

Sí, y para ello es importante exigir calidad, no sólo en los productos que compramos sino en las vidas de las personas que los hacen.

 

¿El agotamiento de los recursos naturales significaría el fin de la moda?

No. Tecnologías como los circuitos cerrados e innovaciones en materiales podrían garantizar su supervivencia. Toda la población utiliza la vestimenta, así que todos tenemos interés en que lo que vistamos no termine por consumirnos.

 

¿Cómo abordan las marcas el apocalipsis anunciado?

¿Apocalipsis? En Fashion Revolution adoptamos una postura optimista. Entre más incrementemos nuestra comprensión más fácil será que logremos un cambio. Comenzamos con la transparencia y terminamos con un seguimiento integral, iluminando a los trabajadores: campesinos, encargados de tintes, hiladores, productores y creadores, todos pueden evitar las prácticas irresponsables que se han impuesto. Muchas marcas han respondido a nuestra pregunta “¿Quién hizo mi ropa?”. Parece haber un entendimiento claro de que el nuevo consumidor quiere usar ropa que exprese respeto. Las marcas comienzan a darse cuenta. Hasta ahora sólo se ha logrado un lavado verde, pero la semilla se plantó.

 

La industria alimenticia y la de la moda amenazan los recursos naturales y contaminan el entorno, pero también afectan a las economías locales. ¿Qué hacer para apoyarlas?

Debemos apoyar diferentes hábitos económicos, y la industria alimenticia es líder en este aspecto. La moda podría seguirle. Hay mucha conciencia alimentaria (en Inglaterra el vegetarianismo ha crecido un 350% en el último par de años). Ambas industrias nos afectan a todos –pues todos comemos y utilizamos ropa. Tal vez un concepto diferente, que se oponga a la producción masiva (con recursos locales, productos orgánicos e información sobre el origen de lo que compramos), logre cambiar nuestros malos hábitos.

 

Como productores o consumidores, ¿podemos atender el reciclaje con solución al círculo vicioso de las micromodas? ¿Estamos atrapados en la novedad?

Las soluciones varían de persona a persona, y debemos apoyar las acciones individuales de reciclaje o uso de prendas de segunda mano. Son, finalmente, elecciones de estilo que no funcionan en todos. Tendríamos que lograr que todas las alternativas se vuelvan glamorosas: comprar lo mejor, lo orgánico, lo libre de materiales tóxicos, pero también rentar, arreglar, intercambiar o apoyar a jóvenes diseñadores, así como a las comunidades artesanales. La novedad es parte intrínseca de la expresión de la moda, y no es necesariamente negativa. Viejos hábitos, como intercambiar, coser o compartir, pueden volverse atractivos para futuras generaciones. A veces es necesario mirar atrás para movernos hacia delante, tomar algo viejo y volverlo relevante. Eso también es novedoso. Para ello es necesario pensar la novedad como una manifestación creativa y no como una forma de generar objetos innecesarios. Es una fuerza positiva para el futuro de la moda.

 

Publicada originalmente en La Tempestad 113, agosto de 2016

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